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2009/07/01

Un mes del nuevo gobierno: baja nota e inician censuras

Es imposible querer resolver lo que anda mal en un país, destruyendo y persiguiendo lo que anda bien

Editorial de El Diario de Hoy. Martes 30 de Junio de 2009.

Un mes se cumple desde que asumió el poder el nuevo gobierno, lapso muy corto para definir con precisión los rumbos que seguirá el país, pero suficiente para detectar tendencias y también para identificar desviaciones peligrosas que se deben corregir.

En cierta manera hay ya una calificación muy significativa: la evaluadora internacional Fitch, que mide el riesgo de invertir en un país, ha bajado la nota para el nuestro y afirma que en el futuro previsible, continuará descendiendo. Si bien compartimos con el resto del Hemisferio ese descenso, hasta hace muy poco El Salvador había sido mejor calificado que la media. Nos afectó el incumplimiento de contratos por el anterior gobierno, la negativa a reconocer derechos adquiridos (los casos de ENEL/GEO y Pacific Rim) y la tendencia a pasar por encima de la ley cuando era políticamente conveniente. Como se ha venido señalando, los actos de cualquier gobierno tienen un precio que puede ser favorable o desfavorable; se monetizan. Y nada ahuyenta más la inversión que las alianzas de un gobierno con regímenes dictatoriales y medidas o declaraciones populistas. Entra por una puerta el embajador cubano y por la otra salen inversiones.

No le ayuda al nuevo gobierno, o a la economía nacional, integrar un gabinete con figuras sin experiencia, sin trayectoria administrativa y sin categoría profesional, cuya principal calificación es su histórica militancia en el ahora partido oficial o sus contribuciones de campaña. Milagros siempre se dan, pero no se puede esperar que alguien que jamás manejó un pequeño negocio, se convierta en un gran director de instituciones con miles de empleados. Ojalá, Dios lo quiera, que nos equivoquemos.

No se resuelve nada atacando lo que anda bien

Es además aflictivo que a menos de treinta días de instaurado el gobierno, como lo señalamos ayer, un ministro pida censura voluntaria --lo que es siempre una amenaza previa a la censura no voluntaria-- y otro imponga una mordaza en lo que haga la policía (para proteger los derechos humanos de delincuentes); un tercero acusó a una redactora de tener "el alma envenenada" por exponer las discrepancias que hay entre el gobierno y el partido y, en adición, se puedan tomar represalias contra un medio por lo que opina. No hay dictadura que no inicie con ataques a la información y amenazas a los comunicadores, por lo que pedimos al Presidente Funes rectificar.

Lo más grave de todo es que no se define el marco de las políticas que van a guiar el quehacer económico nacional, pero se presenta, en cambio, una doble perspectiva: lo que la Presidencia dice a representantes del sector productivo, y lo que diputados oficialistas y activistas afirman y andan haciendo.

Mientras no se vea claro no vendrá nueva inversión y no se detendrá el lento deterioro económico que viene afectando a El Salvador desde inicios de año. Mucho se habla sobre programas sociales (un refrito de Red Solidaria) olvidando que para repartir y hacer obra de ayuda a los desfavorecidos, es necesario invertir y producir, a menos que llueva maná. Lo social no es "lo primero" como pregonaba la administración anterior, sino lo segundo; lo primero es la economía, la que produce los empleos, los bienes, servicios e impuestos que permiten financiar programas benefactoristas.

Es imposible querer resolver lo que anda mal en un país, destruyendo y persiguiendo lo que anda bien. Comiéncese por definir las reglas del juego.

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