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2009/07/07

Oligarcas Neoliberales:¿Por qué estudiarlos?

Por Carlos Velásquez Carrillo. Tomado de Contrapunto.

El BONT es una estructura que aglutina un descomunal poder económico y por consiguiente una influencia política aplastante

SAN SALVADOR

- Hemos planteado en los últimos tres artículos que la oligarquía salvadoreña logró reconfigurarse, tanto en su carácter como en su dimensión funcional, en los veinte años de gobiernos de ARENA y mediante las políticas neoliberales que los caracterizaron. Hemos denominado a ese nuevo grupo de poder “El Bloque Oligárquico Neoliberal Transnacionalizado (BONT).”

Ahora bien, este planteamiento es un intento preliminar para caracterizar el nuevo núcleo de la estructura de poder en El Salvador, y varias preguntas permanecen abiertas: ¿Qué significa realmente este BONT? ¿Por qué tenemos que estudiarlo? ¿Cuáles son sus consecuencias macro-sociales?

El BONT es una estructura que aglutina un descomunal poder económico y por consiguiente una influencia política aplastante que ha sido capaz de moldear al estado salvadoreño para usarlo a su antojo. Este BONT controla un gran capital (relativamente importante tomando en cuenta el tamaño del país) que ahora es permeable a las fronteras nacionales y se expande regionalmente de forma creciente.

Por lo tanto este nuevo grupo de poder permanece difuso y no se puede señalar como un organismo coherente y estático. Lo que hemos trazado hasta hoy no es necesariamente un panorama conclusivo, pero los rasgos generales son claros. Será menester futuro definir los detalles y escudriñar las particularidades.

Se necesita un seguimiento en la investigación por tres razones. La primera es histórica-conceptual. El BONT se ha levantado de las cenizas de la vieja oligarquía cafetalera con un carácter económico nuevo (el neoliberal), pero su mentalidad política permanece oligárquica, es decir, presa de las huestes excluyentes y del hambre de poder que la caracterizaron históricamente.

El Salvador es un país que siempre ha sido gobernando por atroces tendencias oligárquicas, y la clase dominante ha visto al país como su inalienable propiedad privada. El BONT representa la continuidad de esta tendencia, ahora con un aura de supuesta modernidad, pero que también marca contundentemente las fronteras que dividen a los ganadores de los perdedores del sistema.

La segunda razón es meramente política. Nos repiten que supuestamente vivimos en una democracia que goza de libertades y a la que debemos defender, pero los grandes beneficiarios de ésta son precisamente los mismos de siempre. Una verdadera democracia no puede crecer mientras un reducido grupo la manipula por conveniencia propia y se utiliza al estado como instrumento de clase en aras de fortalecer y consolidar los privilegios.

Como país que sigue luchando para construir una democracia al menos medianamente decente y alcanzar un mejor nivel de desarrollo integral, debemos de preguntarnos cuál es la clase de sociedad democrática que queremos: si la minimalista, donde votar es suficiente, o la que empodera al ciudadano común mediante canales participativos y promueve la acción en los diferentes ámbitos de la vida política.

La existencia del BONT incide en esta decisión, porque al final la democracia tiene que ver con la administración y ejecución del poder mismo.

Finalmente, la tercera razón es socioeconómica y está vinculada con el desarrollo. Es un hecho que la desigualdad en El Salvador ha crecido y que la pobreza se mantiene a niveles menos alarmantes porque las remesas familiares cumplen un papel vital. Hay un gran segmento de salvadoreños que sigue marginado y con prospectos desesperanzadores, mientras unos cuantos crecen sin límites.

El Equipo Maíz ha estimado que el capital y los activos de las empresas de los ocho grupos empresariales que conforman el BONT equivalen al Producto Interno Bruto (PIB) del país (antes de la venta de los bancos), es decir, que unas cuantas docenas de empresas controlan la misma riqueza que más de seis millones de salvadoreños.

Otras estadísticas hablan por sí solas: entre 500 y 700 salvadoreños salen del país diariamente en busca de una vida mejor en otras tierras; entre el año 2000 y el 2007, según el Banco Central de Reserva, el número de hogares que reciben remesas creció casi 13 veces; el 56% de la actividad económica del país se realiza en la economía informal; el déficit comercial ya pasó los 5 mil millones de dólares (parte del cual debe ser cubierto con préstamos); y un sector agrario aniquilado adrede y que apenas ronda el 10% del PIB (y lo cual nos obliga a la vulnerable posición de depender de las importaciones para poder alimentarnos).

Vemos, pues, que el estudio de los nuevos grupos de poder tiene que ir más allá de buscar identificar con nombre y apellido los que conforman los reconfigurados círculos de privilegio, y más bien debe centrarse en las incidencias socioeconómicas y políticas que su existencia representa para el país.

Tenemos que descifrar y entender la realidad para diseñar las soluciones, y en El Salvador de hoy, la existencia del BONT nos ayuda a esclarecer la dinámica del poder y a entender cómo éste se distribuye y se actualiza en la sociedad, tanto en los privilegios como en la marginación, los cuales fluyen inevitablemente de forma simultánea. Hay pocos que tienen mucho y muchos que tienen nada: ese es el punto de partida, y esto no sucede de forma natural sino que se sustenta en estructuras socioeconómicas y políticas fundamentalmente injustas.

El nuevo gobierno del FMLN conoce perfectamente estos retos, pero su margen de maniobra para abordarlos de forma efectiva parece reducido. No se pueden revertir veinte años de políticas neoliberales en unos cuantos años, y revertir al mismo tiempo las estructuras de poder. La elección de Funes desarticuló, hasta cierto punto, el poder político del BONT, pero de ninguna manera significó su fin.

En el último artículo de esta serie analizaremos la relación del gobierno del FMLN con el BONT dentro del marco de tres factores: el compromiso de Funes para evitar la confrontación con el BONT, la crisis económica internacional, y el nuevo contexto regional a raíz del reciente golpe de estado en Honduras.

1 comentario:

  1. Dos alternativas se presentan: la toma de l poder por la via violenta o el desarrollo de poder economico por parte de la izquierda. La primera opcion no va, y no va por un buen rato si es que la clase dominante no comete la torpeza de intentar con violencia regresar al pasado en la medida que se desesperen por obtener el poder politico de nuevo. La segunda es la mas viable-. Justo en este momento es posible sentar las bases para la creacion de un polo economico, no con le objetivo de competir con lo que ud llama el BONT sino para paralelamente a la carrera de ellos tener poder economico en donde parcialmente descancen libertades y beneficios del pueblo que el BONT simpre ha despreciado(por su naturaleza) o que jamas sabra de su existencia. Solo creando una infraestructura en manos progresistas se podra garantizar la emancipacion de los nuestros. Eso daria libertad de administracion en un sin numero de importantes areas( medios de comunicacion, la banca, la asistencia medica, transporte,comercio etc)de la vida nacional que el pueblo de otra no tiene acceso. Las fuentes estan alli..las remesas...la capacidad de creacion tambien...y sino hay que crearla...no hablo de algo que se hara en el periodo presidencial actual..tomara tiempo..pero hay que empezar desde ahora..

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