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2009/07/05

Manuel Zelaya: “Yo soy el presidente”

Es cierto. Hasta el momento ningún gobierno del mundo ha reconocido como legítimo al gobierno de Micheletti. Pero muchas naciones del hemisferio se han visto en la incómoda posición de apoyar a un presidente tan impopular y tan errático como Zelaya.

Escrito por Jorge Ramos. Domingo, 05 julio 2009.Publicado por de LA PRENSA GRÁFICA 

En una entrevista por teléfono, Manuel Zelaya enfatizó: “Yo soy el presidente de Honduras, aquí y en Roma”. Pero el problema para Zelaya es que “aquí” es Costa Rica, no Honduras.

Unas horas antes un grupo de soldados lo habían sacado por la fuerza de su residencia personal en Tegucigalpa, aún en piyamas, lo subieron a un avión de la Fuerza Aérea Hondureña y lo enviaron al exilio a la capital costarricense, San José.

“Yo fui secuestrado en un acto de brutal violencia; se irrumpió en mi casa”, me dijo desde San José, “no había visto una brutalidad tan exagerada: amarraron a mi guardia personal, hubo gritos, manifestaciones de terror y al final a mí se me amenazó con rifles apuntándome a la cara, apuntándome al pecho, era gente enmascarada”.

Zelaya calculó que había unos 200 militares rodeando su casa.

“Mi hija estaba conmigo en mi casa cuando empezaron los tiros y comenzó la gente a gritar”, recordó, “era un drama terrible a las 5:30 de la mañana. Yo corrí de mi cuarto, así como estaba en ropa interior, al cuarto de mi hija”.

Fue ahí cuando lo capturaron.

Cuando hablé telefónicamente con Zelaya, el presidente del Congreso, Roberto Micheletti, todavía no había tomado posesión como presidente temporal de Honduras. Pero ya había versiones de prensa de que Zelaya, supuestamente, había firmado una carta de renuncia.

“Es totalmente falso”, dijo Zelaya sobre la supuesta carta, “eso me da pie a pensar que esto es un complot, es una conspiración de una mafia política”.

“Yo no podría renunciar porque a mí el pueblo me eligió”, continuó, “y mi período se termina el próximo año. Yo no voy a estar ni un día más (en la presidencia), pero tampoco un día menos”.

Los opositores de Zelaya dicen que fue él quien provocó su propia destitución al hacer caso omiso de la Corte Suprema y al Congreso de su país.

Ambos poderes habían declarado como “ilegal” la consulta popular que Zelaya insistía en realizar el pasado domingo. El temor de muchos hondureños era que Zelaya usara los resultados de esa consulta para, eventualmente, cambiar la Constitución y reelegirse.

La consulta popular, desde luego, nunca se realizó. Y la Corte Suprema avaló la acción del ejército contra Zelaya.

“No existe esa ley en Honduras”, dijo Zelaya, “esto no es parte de la legislación hondureña, esto es parte de una arbitrariedad. ¿Cómo va a creer que no se pueda hacer una encuesta de opinión pública?”

“¿Usted quiere volver a Tegucigalpa y ser restituido como presidente?” le pregunté.

“Yo soy el presidente”, respondió, “soy el presidente y no puede crearse un gobierno ilegítimo. La propia embajada de Estados Unidos en Honduras acaba de emitir un comunicado que dice que no reconocen a otro gobierno que no sea el de Manuel Zelaya Rosales”.

Es cierto. Hasta el momento ningún gobierno del mundo ha reconocido como legítimo al gobierno de Micheletti. Pero muchas naciones del hemisferio se han visto en la incómoda posición de apoyar a un presidente tan impopular y tan errático como Zelaya.

Zelaya no solo hacía cosas extrañas –como comerse un melón durante una entrevista por televisión internacional–, sino que últimamente se había declarado “izquierdista” y aliado de la dictadura de los hermanos Castro en Cuba. Muchos hondureños temían que Zelaya traicionara sus promesas democráticas y utilizara sus nuevas amistades para ir en contra de la Constitución y eternizarse en la presidencia.

Una de las ironías de lo ocurrido en Honduras es que el régimen de Cuba ha salido públicamente a defender la democracia cuando hace más de 50 años que no la defiende en su propia isla.

Y otra de las contradicciones a destacar es que el presidente venezolano, Hugo Chávez, les ha llamado “gorilas” a los militares golpistas en Honduras, olvidándose que él mismo intentó un golpe de Estado contra un presidente elegido democráticamente en Venezuela en febrero de 1992.

Pero el debate sobre el autoritarismo en Cuba y Venezuela vendrá después. Por ahora la noticia es Honduras. Y el consenso entre los países miembros de la Organización de Estados Americanos y de las organizaciones de derechos humanos es que, si querían sacar de la presidencia a Zelaya (por ir en contra de las órdenes de la Corte Suprema) o declararlo incompetente, se debieron seguir las leyes hondureñas y hacerle un juicio político en el Congreso, no enviar a los militares a sacarlo por la fuerza.

Las elecciones presidenciales en Honduras son hasta noviembre. Así que, por el momento, Honduras tiene a dos personas que se consideran a sí mismas como “presidente” del país y una democracia partida.

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