Llegamos a 18 homicidios diarios. Continúan las extorsiones, afirman todos. Los secuestros, que estaban aparentemente bajo control, nuevamente están a la vuelta de la esquina.
Escrito por Sandra de Barraza.Viernes 09 de Octubre. Tomado de La Prensa Grafica.
Cuando un problema es complejo, tan complejo como es el de inseguridad que estamos enfrentando todos a lo largo y ancho del país, es poco responsable adoptar un enfoque simplista y peor aún, demostrar el simplismo y la superficialidad públicamente.
Llegamos a 18 homicidios diarios. Continúan las extorsiones, afirman todos. Los secuestros, que estaban aparentemente bajo control, nuevamente están a la vuelta de la esquina. Todos tenemos, indiscutiblemente, suficiente información para atemorizarnos y demandar medidas que efectivamente reviertan la tendencia que reflejan las estadísticas. Pero... disculpen, la tarea no es de una sola persona que está, temporalmente, ocupando un cargo público en una de las instituciones del sistema de seguridad pública. Parece que algunos quisieran creer que una sola persona es la responsable de todo el problema. Ojalá así fuera, pero ¡nada más alejado de la realidad!
Armas en todas partes y en manos de cualquiera. Las ventas de armas se han vuelto cosa común. Si no se controlan pueden llegar a ser tan populares como las ventas de pupusas. Armas en manos de irresponsables, que se envalentonan ante cualquiera. Armas para amedrentar por usar un parqueo, armas por bloquear el paso, armas para asesinar... en fin... todo el mundo está armado y, a diferencia de otros países que tienen el mismo número de armas registradas por habitante, en nuestro país, en donde la cultura de violencia está a flor de piel... ¿es responsable ser indiferente al permiso de comercialización, tenencia y portación de armas?
La violencia está presente en todas partes y entra por todos los sentidos. Por la vista, por el tacto, por el gusto y por los oídos. Se anuncian alimentos populares, de esos de un dólar, y la violencia familiar y de pareja está presente, haciéndose normal y ¡hasta de admiración! Cuando cualquier persona sensible ante la violencia con semejantes mensajes publicitarios concluye que hasta la creatividad publicitaria está presa de la violencia y ven “normal” incluirla en cualquier producto. Se ofrece entretenimiento en series populares, en hora pico, que hacen de los carteles y narcotraficantes, de los secuestradores, de los pandilleros, de los asesinos y de otros, figuras de admirar porque tienen poder, “disfrutan” del dinero, logran lo que quieren y asesinan sin compasión. No toda la población puede jugar con el control del televisor para elegir entre 100 o más opciones “de recreación”. El servicio de cable se reduce al 15% de los hogares. La gran mayoría tiene de 6 a 8 opciones, no más. Entonces ¿debe cuidarse la violencia transmitida en los medios de comunicación? Este tema es muy, muy delicado, pero ¿puede ignorarse el efecto que tienen esos mensajes en la mente, la actitud y el comportamiento de la gente? Con conocimiento científico sobre el tema, con actitud responsable ante la problemática y respetando la libertad empresarial e individual, ¿es necesario incentivar la autorregulación? ¿Cómo hacerlo? Y ¿desde dónde hacerlo? ¿Desde la Asamblea Legislativa? ¿Desde los gremios empresariales? ¿Desde las iglesias? ¿Quién tiene el poder de expresarse y decidir?
Mucho se habla de la necesidad de prevenir la violencia. Comparto que es la mejor y más duradera opción. Pero con un análisis serio sobre el tema, iniciemos con lo más evidente y sencillo. (1) Lo fundamental es depurar y fiscalizar la PNC para que la ciudadanía recupere la confianza y la credibilidad. Parece que en este camino se está transitando. Hay que recuperar el rol de la inspectoría, aquella inspectoría prestigiosa y creíble, que fiscalizaba el hacer y quehacer diario de la PNC. Ese papel fue absorbido dentro de la misma estructura y se perdió. Está en proceso su recuperación. (2) Desarmar a todos prohibiendo la portación y la tenencia porque a estas alturas y con la dimensión del problema, justos y pecadores deben caer en la misma categoría. Cerrar las ventas de armas. Prohibir la importación de armas (excluyendo, obviamente a las instituciones de seguridad y defensa). ¿Cuánto tiempo es necesario para dejar armas exclusivamente en manos de las autoridades? (3) Recuperar los espacios públicos dando prioridad a aquellos que, como en la época de la guerra, están “liberados” de la presencia del Estado. Hay que sentar a todas las autoridades para tomar acuerdos y respetarlos. No se vale que las autoridades locales estén “negociando” el control de territorios. Cambiar el perfil y el papel de los Cuerpos de Agentes Municipales (CAM), y entrenarlos ¿es conveniente? (4) Involucrar y usar todos los recursos del Estado para un solo propósito... ¡recuperar la seguridad y la tranquilidad!
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