Este es momento en el que deben articularse dos elementos que parecen contradictorios pero que en realidad son complementarios siempre: austeridad y efectividad.
Escrito por Editorial. Jueves 08 de Octubre. Tomado de La Prensa Grafica.
La realidad del país, en general, se ha venido volviendo cada vez más compleja, y los efectos de la crisis económica global representan un factor de desajuste que no podemos controlar como tal: lo único que queda es administrar dichos efectos de la manera más inteligente y realista que sea posible. Eso, desde luego, exige mucha creatividad y mucha sinceridad, especialmente desde las esferas del poder decisor. Ni más de lo mismo ni menos de lo necesario. Este es momento en el que deben articularse dos elementos que parecen contradictorios pero que en realidad son complementarios siempre: austeridad y efectividad. Ninguna de esas dos cosas se ha hecho sentir como se debe en nuestro funcionamiento como institucionalidad y como sociedad, y por eso ahora hay que aprender y actuar a la vez sobre la marcha.
El nuevo Gobierno enfrenta una realidad que nadie quisiera para sí: por una parte, las serias dificultades fiscales, que todo indica que tenderán a complicarse; y por otra, las expectativas ciudadanas de mejoramiento en las condiciones de vida, detonadas por el cambio de Administración. El reto básico está en lograr el debido equilibrio; y eso le corresponde directamente a la conducción política y a su equipo económico a cargo.
En estos momentos, pues, el tino es indispensable. Cualquier error estratégico o de cálculo podría ser de grandes consecuencias. El Gobierno tiene entre manos un paquete tributario para allegarse fondos, a fin de responder a las expectativas que lo rodean. Cuidado. Si seguimos endeudándonos, si se busca sacar fondos a como sea y no se tiene un programa de reactivación ambicioso y eficiente, podría haber más problemas que soluciones.
Debe ser esfuerzo compartido
Las experiencias reiteradas de los países exitosos indican, con elocuencia plena, que en la base de todo éxito nacional está alguna forma sustentada de acuerdo nacional sobre las cuestiones básicas que atañen y afectan a la nación en su conjunto. Ese acuerdo debe ser el producto de un esfuerzo que es mucho más que cupular y que no está determinado por circunstancias específicas, como puede ser una crisis, aunque es de destacar que las crisis normalmente son mecanismos de apertura y expansión de conciencia.
En El Salvador, si algo nos ha faltado históricamente, y constituye hoy un déficit cada vez más pernicioso, es entendimiento de nación. No lo tuvimos durante la época de los caudillismos en el siglo XIX; tampoco lo tuvimos en los tiempos del quebranto antidemocrático que caracterizó al siglo XX; y ahora, en el siglo XXI, cuando afortunadamente podemos avanzar sobre la base del agotamiento de aquellas divisiones que llevaron a la guerra interna y fueron saldadas por el logro de una paz en evolución, la misma historia nos está pasando facturas y a la vez abriéndonos crédito para seguir edificando la democracia que es nuestra única credencial valedera de futuro.
La clave está en que entremos en serio, y todos, en la ruta de la interacción nacional, con un espíritu de unidad que no sea expresión casual o recurso retórico, sino reconocimiento de una gran responsabilidad que es a la vez una gran oportunidad. Sólo al asumir ese reto en común podremos hacer de El Salvador una nación viable y sostenible.
Estos editoriales con interesantes por que tocan el tema de lo que deberia de ser. Falta un ingrediente: provocar, retar a los actores politicos a tomar iniciativas, provocar reacciones. Yo les podria decir que es lo que se necesita para tener un pais bien vergon el problema es que hay una serie de factores que no estan presentes y que son una condicion para llegar a la situacion deseada. Provoquen...reten...tiren iniciativas... debatan.. creen foros para el debate..
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