Cuestiones como la factibilidad de obtener los fondos presupuestados vía impuestos, antiguos y nuevos, serán sin duda áreas de intensa diferencia.
Escrito por Editorial. Viernes 02 de Octubre. Tomado de La Prensa Grafica.
En el último día del plazo constitucional para su presentación, el Consejo de Ministros ha enviado a la Asamblea Legislativa el proyecto de presupuesto de ingresos y egresos para el año fiscal 2010, con lo cual se inicia la tramitación del mismo en busca de tenerlo aprobado antes de que concluya el presente año, para que empiece a surtir efectos a partir del próximo primero de enero. Dos factores vienen complicando ya endémicamente esta aprobación: el hecho de que se requiera financiamiento del presupuesto por la vía crediticia y el hecho de que para aprobar préstamos se requiere mayoría calificada. Al no haber un mecanismo de entendimiento partidario establecido con naturalidad y permanencia, como sería lo deseable y razonable, entre las dos fuerzas políticas necesarias para hacer mayoría calificada, FMLN y ARENA, el forcejeo se hace inevitable. Y, por lo que se ve, esta vez no será la excepción.
Para evitar la negociación, el Gobierno anterior ideó salidas calificadas como ingeniosas, como la de los fideicomisos. Es una figura irrepetible. Hoy se presenta el presupuesto en dos partes: un presupuesto básicamente para funcionamiento, que es el que se ha presentado, y otro para inversión en áreas estratégicas, con fondeo crediticio. De seguro, ya en la Asamblea, la tendencia será ver los dos cuerpos en conjunto, aunque cabe la posibilidad de que se apruebe el presentado con mayoría simple.
Cuestiones como la factibilidad de obtener los fondos presupuestados vía impuestos, antiguos y nuevos, serán sin duda áreas de intensa diferencia. Lo cierto es que, entre las distintas apreturas de la crisis, toda esta discusión podría ser más difícil que nunca.
Negociar en serio
La crisis, que evidentemente nos golpea por distintos flancos, debería ser un estímulo para imponer en el ambiente la racionalidad que se necesita para salir adelante. Pero esto se dificulta porque apenas estamos empezando a manejar la lógica de la alternancia, que es muy difícil para todos, y en especial para las fuerzas políticas en competencia. En todo caso, este es un momento en el que, más que nunca, sólo por la vía del entendimiento es posible hallar salidas que garanticen la estabilidad y refuercen el proceso democratizador. Y eso implica negociar, en concreto y en serio.
Se viene de muchos simulacros de “diálogo”, que no han pasado de ser apariencias mediáticas, sin voluntad de resultados por ninguna de las partes. Hoy, cuando la crisis apremia y no hay elecciones aún a la vista, sería el momento de encarar el reto de entenderse con responsabilidad. Para ello, desde el Gobierno hay que salir de la postura que sólo garantiza el estancamiento: “Acepte lo que yo digo, porque eso es lo conveniente y correcto”. Y, por parte de la oposición, ahora especialmente encarnada en ARENA, hay que superar el mal ejemplo que, durante su permanencia como oposición, dio el FMLN, al usar la mayoría calificada como arma de lucha.
En este momento crítico, lo menos que se les puede pedir a los partidos y a los políticos que nos representan es altura de miras y buen juicio a la hora de tomar sus respectivas decisiones. En lo referente al presupuesto y a todo lo demás.
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