El informe global de Desarrollo Humano 2009 del PNUD recomienda integrar a la migración en políticas de desarrollo nacional, desmarcándose de una visión eminentemente económica del fenómeno.
Escrito por Rodrigo Baires Quezada. 05 de Octubre. Tomado de El Faro
Dos de cada tres salvadoreños que emigran lo hacen hacia el exterior, contrario a la tendencia global de que la mayoría de migrantes no atraviesa las fronteras de sus propios países. Según el informe “Superando barreras: movilidad y desarrollo humanos”, dado a conocer este lunes a nivel mundial por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), una de cada siete personas en el planeta es migrante. De ellas, 740 millones de personas son migrantes internos, una cantidad que casi cuadruplica la cifra de migrantes internacionales.
Los migrantes representan el 14% de la población salvadoreña y, según dijo William Pleitez, economista de la oficina nacional del PNUD, con una tradición de más de cuatro décadas de migración constante a países de mayor desarrollo, El Salvador mantiene una tendencia diferente a la global.
A partir de los años 70s, producto directo del estallido de la crisis social y política que desencadenó la guerra, la población salvadoreña vio en el extranjero la única posibilidad de desarrollo. Esto no cambió con la firma de los acuerdos de paz, en enero de 1992, y la falta de espacios de crecimiento personal, económico y/o profesional se han mantenido como motivos para salir del país.
Por ejemplo, el año pasado, el Informe de Desarrollo Humano del PNUD hizo hincapié en que dos de cada tres jóvenes estaban subempleados o desempleados en el país. “Sí este es el panorama que encuentra sobre todo la población más joven, es potencialmente más provechoso, desde el punto de vista de desarrollo, migrar al exterior que hacia las ciudades o la zona metropolitana del Gran San Salvador”, dijo Pleitez. En 2005, los datos demostraban que en promedio un hogar salvadoreño podría ganar hasta siete veces más si migraba a Estados Unidos que si se quedaba en el país.
Según el informe, la migración representa un factor de desarrollo tanto para quienes se desplazan como para los países de origen y de destino. “La migración puede ser una fuerza positiva que contribuya considerablemente al desarrollo humano… Pero para aprovechar sus beneficios, tiene que haber un entorno normativo propicio”, detalló Helen Clark, administradora del PNUD, en un comunicado de prensa. Para ello, la migración a nivel mundial debería vivir una reducción de las barreras y otros obstáculos legales, así como un mejoramiento de las políticas hacia los migrantes a nivel general.
El informe también cuestiona algunos dogmas alrededor de la migración. Entre ellos, demuestra que los migrantes suelen aumentar el producto económico y, al contrario a lo que se pensaba que desplazan a los trabajadores locales del mercado laboral, aumentan el empleo del país de destino. “El impacto global de los migrantes en las finanzas públicas, tanto nacionales como locales, es bastante reducido, y por otra parte, existen numerosas pruebas de los beneficios de la migración en otros ámbitos, como la diversidad social y la capacidad de innovación”, dice el estudio.
Del otro lado de la moneda, los autores demuestran que existen grandes beneficios para quienes se desplazan de sus países de origen: los migrantes de los países más pobres experimentaron aumentos de hasta 15 veces en materia de ingresos, la duplicación de sus tasas de matrícula y la reducción de la mortalidad infantil en hasta 16 veces luego de trasladarse a un país desarrollado.
Por ello, el fenómeno necesitaría de un cambio global en las políticas de migración, que traería la reducción en los costos de viajar de un país a otro, reduciría la posibilidad de la trata de personas y daría mayor certidumbre para mantener los lazos familiares de las personas que se desplazan. Para ello, el PNUD propone a los países de entrada la apertura de canales para trabajadores menos calificados, reducir los costos de migración, garantizar los derechos humanos básicos para los migrantes. Para los países de origen, es urgente la incorporación del fenómeno en estrategias de desarrollo de cada nación.
Este último sería el caso de El Salvador. “Si la verdadera riqueza de un nación está en su gente, y esta se está yendo, tenemos una especie de hemorragia de desarrollo humano”, ejemplificó Pleitez. Internamente, el fenómeno de migración traería grandes desafíos al Estado salvadoreño. Por un lado, una política general de ordenamiento y desarrollo territorial que permita equilibrar las oportunidades de su población. En el caso salvadoreño, según lo mostrado en el Almanaque 262, estas oportunidades están limitadas en su mayor parte al Gran San Salvador y, en el resto del país, disminuyen de las zonas urbanas a las rurales.
“Este es un punto importante en la visión de ordenamiento y desarrollo territorial que se está impulsando en este gobierno”, dijo Edín Martínez, viceministro de Vivienda y Desarrollo Urbano. En ese punto, el apoyo ya existente de las comunidades migrantes se debería enfocar dentro de los planes de desarrollo ya trazados para las diferentes zonas del país.
“La migración puede beneficiar a quienes se desplazan y a quienes se quedan”, sostiene la directora y autora principal del informe, Jeni Klugman, a través de un comunicado de prensa. “Sin embargo, no puede ser la única estrategia nacional para acelerar el desarrollo humano. Los países deben continuar abordando las restricciones que frenan el desarrollo humano en casa y considerar la migración como un potencial elemento dentro de un planteamiento más generalizado”.
En ese sentido, el PNUD reconoció los esfuerzos hechos por el Estado con la creación de un viceministerio de Relaciones Exteriores para los Salvadoreños en el Exterior. Sin embargo, a juicio de Pleitez, todavía no se cuenta con una política integral que tome en cuenta a los migrantes. “El informe 2005 fue una primera aproximación de la vinculación que existe entre desarrollo humano y migración, pero todavía hay mucho que se puede hacer desde la política pública y que definitivamente no se está haciendo”, dijo el economista.
Esto rompería con la visión eminentemente económica de la migración, donde el fenómeno parece reducirse al envío de remesas. En total, la corriente de remesas hacia las naciones en desarrollo cuadruplica la asistencia oficial para el desarrollo que éstas reciben. En el caso salvadoreño, aún con una reducción en 2008 e inicios de 2009 producto de la crisis global, el monto de dinero recibido correspondía al 18% del Producto Interno Bruto (PIB).
“Si bien las remesas han sido los flujos financieros que han mantenido a flote a las economías de la región, particularmente la de El Salvador, los aportes y apoyos de las migraciones en los procesos de desarrollo nacional deben de ir más allá que eso”, dijo Juan José García, viceministro de Salvadoreños en el Exterior. A su juicio, el aporte de la migración debería aportar al crecimiento del capital humano y social del país.
Por ello, entre estas políticas públicas estaría la posibilidad del voto en el exterior, la reducción de los costos de envió de remesas, un mayor impulso de programas de trabajo temporal, intercambio de población joven o desarrollar fondos de inversión que promuevan la participación de capital de emigrantes. “Se habla de hacer una transformación en el ámbito económico, social y cultural… es un proceso, pero que se tiene que echar a andar lo más pronto posible”, dijo Pleitez.
Según Juan José García, el Viceministerio que dirige buscaría ser un vínculo entre los migrantes y los procesos de desarrollo social, un proceso para el cual todavía no se tiene plazos definidos. “Lo que el gobierno está haciendo es darle el impulso necesario y crear los instrumentos para que estos vínculos se hagan una realidad”, dijo García.
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