Durante la campaña son varios los temas en los cuales hay coincidencia de la necesidad de cambio, existe rechazo a la falta de seguridad y al clima de violencia, a la pobreza, a la utilización del aparato del estado para beneficio de unos pocos, a la inestabilidad e injusticia de la economía, a la poca transparencia y la ineficiencia del sistema judicial, y a la no preservación de nuestro medio ambiente, entre otros. No es pues un El Salvador dividido, es un El Salvador unido en la necesidad de cambio de lo que hasta ahora no ha funcionado. En esto hay acuerdo independientemente de si se votó por un partido o el otro.
Existe también acuerdo en las medidas principales para llevar a cabo ese cambio. El sistema debe cambiar para beneficiar a las mayorías, la pobreza y la preservación de nuestro medio ambiente deben recibir mucha mayor prioridad y guiar muchas de las acciones del estado, la impunidad debe cesar para lo cual la transparencia es un primer paso esencial, la estabilidad del sistema económico y financiero se debe mantener pero ellos deben cambiar para empezar a distribuir más sus beneficios, debemos incrementar sustancialmente la población que tiene acceso a los servicios básicos de infraestructura, salud y educación, el sistema político debe reformarse, y debemos encontrar los recursos para pagar por estos cambios. El mandato del pueblo es para implementar estas medidas.
Definir y consensar, como nación y como gobierno, estas u otras prioridades y sus implicaciones es un paso clave para empezar a cambiar El Salvador, para crear un El Salvador más justo y pacífico, en el que todos vivamos mejor. Son muchas las acciones que como país y, especialmente como gobierno, podemos llevar a cabo, y si no se definen prioridades se puede perder la oportunidad histórica, y fallar en el mandato que el pueblo ha dado y que el FMLN siempre ha definido como suyo, de empezar un verdadero cambio.
Se puede fallar en implementar el cambio por falta de claridad en los objetivos de nación, pero también por la concentración de poder que existe en el país y que favorece al status quo. Se pueden desviar esas intenciones de cambio pues cada una de esas medidas, aunque tienen sus claros beneficios, tienen también costos; costos para la nación, mucho menores que los beneficios, pero que afectan a grupos de poder ya sea tradicionales o a los nuevos poderes vinculados al nuevo gobierno. De allí la importancia de definir quiénes son los responsables de ese cambio que se debe dar en el país.
Actor clave en el proceso de cambio es el poder económico que ha guiado a nuestro país en el pasado, ellos son los principales artífices de lo que se debe cambiar por lo que es clave que acepten la necesidad del cambio, un cambio que les seguirá proporcionando muchos beneficios, que les dará mayor estabilidad y paz, que debería producir mayor transparencia y reglas claras del juego, pero que por eso mismo implica para ellos la pérdida de ciertos privilegios tanto institucionales como económicos, que implica cambiar su forma de relacionarse con el Estado y la necesidad de asumir ciertos costos del proceso de cambio.
Clave para este sector es el comprender que el cambio se dará, y que si el mismo es consensado, para llevar a cabo las reformas antes señaladas, para empezar a dirigir al país en una nueva dirección, el mismo producirá mayores beneficios para todos y será menos traumático. Si por el contrario, no se logra consenso, si el cambio debe ser impuesto por el Ejecutivo, el proceso de reforma puede fracasar y los costos para todos serán mucho más altos. Es importante para este sector aceptar que el mandato es para un cambio de verdad, no para cambiar un partido, un equipo de gobierno o encontrar culpables de una u otra derrota.
El otro actor clave en ese proceso de cambio son las fuerzas políticas que asumirán el poder próximamente, Mauricio Funes, el FMLN y su equipo de gobierno. La responsabilidad sobre ellos es grande, así lo es también la oportunidad para demostrar su liderazgo, de guiar y unir a la nación. Para lograr esto deben anteponer los intereses del país, deben aceptar las limitaciones del cambio dadas la necesidad de gobernar para todos, la crisis financiera y las limitaciones institucionales de todo gobierno nuevo y deben priorizar sus acciones para poder ser efectivos. Ello requiere que esas fuerzas políticas, que llegan al gobierno con diferentes historias e intereses, actúen como una sola al gobernar, bajo el liderazgo del presidente Funes. No se trata de tener que mediar y conciliar entre esas fuerzas al gobernar, se deben unir esas fuerzas en un solo interés, el interés de la nación reflejado en las prioridades acordadas entre ellos y proyectadas en el plan de gobierno de Funes.
El resto de las fuerzas nacionales reflejadas en los sectores de la sociedad civil y el pueblo en general tenemos la obligación de colaborar con ese proceso de cambio, de apoyar las iniciativas que obedezcan a intereses de nación y de vigilar y ser garantes del proceso. Para ello es necesario organizarse, mantenerse informado y expresarse.
El mandato y la oportunidad histórica son para el cambio en el país. Para que ello se dé debemos cambiar todos los salvadoreños.
Escrito por Mauricio Silva. Publicado en El Faro. Martes, 14 de Abril de 2009 16:28
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