Escrito por Opinión, Lunes, 20 abril 2009. Publicado en La Prensa Grafica.
No hay duda de que entre las muchas novedades que estamos viendo casi a diario en los planos globales, regionales y nacionales, una de las más significativas es el cambio de estilos. Vamos hoy, casi nunca en línea recta sino más bien en zigzag, de una actitud excluyente a otra incluyente, de la arrogancia del poder concentrado a la naturalidad del poder compartido, de la intolerancia cerrada a la flexibilización de actitudes, entre otras. El mejor y más mediático ejemplo es el que se está dando en el liderazgo político de Estados Unidos: del estilo prevaleciente en la prácticamente disuelta era Bush hasta el que está imperando en la naciente era Obama hay sólo unas cuantas semanas en el calendario pero parece haber una gran distancia en el tiempo real.
Una de las primeras expresiones del novedoso estilo Obama es lo que se anuncia como una renovada relación entre Estados Unidos y los otros países del hemisferio, y muy especialmente con América Latina. El más dramático de estos giros es el que se está dando en relación con Cuba, luego de medio siglo de profundas desconfianzas y tensiones. En su mensaje inaugural en la V Cumbre de las Américas el Presidente Obama habla al respecto de un “nuevo comienzo”. Expresión inimaginable hasta hace muy poco.
Pero los mensajes son bastante más amplios. Obama habla de crear una asociación entre iguales, sin socios superiores ni inferiores, como ha sido siempre. Además, un enfoque muy diferente: de estar atados al pasado a ver en común hacia el futuro. Todos estos son conceptos básicos, sin precedentes, al menos en la claridad persuasiva, que es propia de la personalidad del nuevo Presidente estadounidense.
Hay mucho por construir
El hecho de que parezca estarse dibujando un escenario diferente para las relaciones hemisféricas, y de que haya condiciones objetivas para que eso llegue a concretarse en el inmediato futuro, no debe inducir a idealizar el momento, porque quedan bastantes piedras en el camino. Y esas piedras no son los exabruptos estilo Chávez ni siquiera los intentos de levantar bloques contrapuestos en la región: los obstáculos principales derivan de los grandes problemas no resueltos, que distorsionan muchas realidades. Y esos problemas no resueltos existen tanto en Estados Unidos como en los otros países del hemisferio.
Es evidente que hay mucho por construir y sobre todo por reconstruir en nuestra gran región. Ya no sólo se trata de establecer una zona de libre comercio de amplitud hemisférica, que ha quedado en suspenso por las diferencias ideológicas, muchas de ellas artificiosas; se trata en realidad de formar una asociación hemisférica que abarque realidades más profundas y complejas. Si esto se consigue, o al menos se empieza a trabajar de veras en esa línea, problemas como el de la emigración-inmigración irregular podrían ser encauzados y tratados de una manera mucho menos traumática y con una efectividad de veras sustentable en el tiempo.
Ojalá que los nuevos estilos prosperen, con lo cual además se estaría poniendo aún más en evidencia la caducidad de los estilos confrontativos, radicales y anclados en el pasado. Este es tiempo de renovación y hay que asumirlo con voluntad dispuesta.
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