Un justificadamente olvidado ex presidente de Guatemala, Juan José Arévalo, escribió un pésimo libro con un sugestivo título: "El tiburón y las sardinas". Nosotros, los del sur, éramos para Arévalo, las sardinas y los Estados Unidos el tiburón.
La diferencia hoy en día es que amparándose en la turbulencia navegan pirañas, igualmente perniciosas para el tiburón como para las sardinas. Que los Estados Unidos esté en proceso de militarizar su frontera con México y comience a prestar su tecnología para combatir los cárteles del narcotráfico, es una terrible señal: como una peste, el mal está contaminando a todos, con el agravante de que aparejado al narcotráfico crece la amenaza del crimen organizado, de las maras, del contrabando y el tráfico de ilegales, de la trata de blancas y del terrorismo.
Tampoco nadie puede ser indiferente a los vínculos de la izquierda radical del Hemisferio con los regímenes fundamentalistas del Medio Oriente, con una Rusia que pretender revivir su poderío militar y con los cárteles del petróleo. Contra el Mundo Occidental se comienza a formar un bloque cuya fuerza deriva de sus yacimientos de gas y petróleo, apoyado en los fanatismos islámicos, que hace mofa de la democracia, de las libertades fundamentales y del Orden de Derecho.
Desde la presidencia de Reagan uno de los ejes de la política estadounidense hacia el sur ha sido la promoción de la democracia y la institucionalidad, pero en lugar de generarse sociedades pacíficas que viven al amparo de la ley, han ido surgiendo regímenes corruptos y dictatoriales que concentran todo el poder en la figura del dictador. Los Evos, los Chávez, los Ortega, los Kirchner y los Correa han descubierto que la legitimación y perpetuación se consigue con votos de masas engañadas, reservando para sí la calificación de los votantes, el conteo de los sufragios y la proclamación de los vencedores. Cuando el cálculo sale mal y pese a las manipulaciones la oposición triunfa, se nombran alcaldes y ministros alternos que asumen las funciones del otro.
No dinero, sino unidad en la lucha
Regímenes ilegítimos precipitan a los pueblos en la anarquía legal, en la convivencia con bandas criminales y en el derrumbe del Orden de Derecho. El norte de Guatemala, gran parte de Nicaragua y Honduras, mucho del mar Caribe y sus islas, son tierra de nadie donde imperan los cárteles de la droga. Gobiernos como el de México y Colombia se ven forzados a emprender expediciones militares dentro de sus territorios para contener el flagelo, contemplando, al mismo tiempo, cómo el dinero de las bandas compra a funcionarios, neutraliza policías y hace letra muerta de la ley.
De manera paralela con la droga han proliferado en muchos de nuestros países e importantes ciudades de los Estados Unidos, las maras, calificadas por el FBI entre las organizaciones más peligrosas que se conocen. El cabecilla de una de ellas, salvadoreño, ha logrado colarse en la lista de los criminales más buscados del mundo; esas maras son a la vez el azote más terrible sobre la juventud y la gente de trabajo en esta tierra.
Los problemas, se dice, sólo raras veces se resuelven tirándoles encima dinero. Por otra parte, los convidados por el presidente Obama llegarán a pedir dinero. Debería estar claro, además, que cuando los problemas afectan a todos, únicamente la unión ofrece soluciones reales y perdurables.
Editorial de El Dario de Hoy, Jueves, 16 de Abril de 2009
Bien sabios estos editoriales mano...y si son asi de sabiondos..como es que uds han llevado a El Salvador a donde esta?
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