El gobierno que finalizará el 30 de mayo, afirmó al inicio de la crisis en EE.UU., que eso no nos afectaría gracias al buen manejo macroeconómico del gobierno.Durante la larga campaña electoral esta versión se manejó, tanto por el gobierno como por los medios de comunicación, con raras excepciones de articulistas que advertían la necesidad de entendimientos para el manejo de la misma. Lo más que hizo el gobierno fue formar una comisión cuyos resultados son poco conocidos y facilitar la gestión de créditos para convertir deuda de corto plazo en deuda de largo plazo.
Este enfoque irresponsable y mentiroso es lamentable porque nos coloca luego frente al rostro concreto de la crisis sin aviso a la ciudadanía.
De repente las familias dejan de recibir remesas, las y los trabajadores son despedidas de las empresas, ya sea esta una maquila o una fábrica de colchones; empresarios medianos y pequeños dejan de tener crédito en los bancos para mantener sus planes de producción o sus compromisos de servicios, disminuyen las exportaciones, bajan las ventas en todo el comercio, se reducen tributos pagados a la hacienda pública, se retiran capitales ahorrados por salvadoreños que viven en el exterior y que los requieren para capear la cesantía o la baja de utilidades, en fin, vienen de golpe una y mil manifestaciones para la sobrevivencia de las familias especialmente las mayorías más pobres y en las capas medias.
Cuando en el exterior los medios de comunicación hablan de los efectos de la crisis en el empleo en Estados Unidos, se puede saber día con día qué empresas cerraron, cuántos empleos se pierden cada día, se sabe a ciencia cierta cada medida emprendida anticrisis asumida por la administración estadounidense o por los gobiernos europeos, se traslucen las deliberaciones de los parlamentos de esos países, y la actitud de la ciudadanía, los pro y los contra de cada decisión.
Esto indica que el aparato de Estado y los medios de comunicación masivos, están habilitados para saber e informar, más que en maquillar, ocultar o tergiversar lo que ocurre.
Las empresas dejan de emplear, despiden trabajadores, disminuyen la producción y la actividad comercial y disminuyen el pago de tributos; el gobierno recibe menos, tiene más demandas sociales por el deterioro de la vida de las familias, las familias sufren, tienen menos ingresos, pierden bienes embargados, disminuye su capacidad de compra, se afecta la nutrición, aumentan las enfermedades y disminuye la capacidad de recreación, de estudio, de subsistencia digna y confort.
Pero no a todos afecta por igual, y es un deber ineludible de los Estados y de los gobernantes, asumir frontalmente la realidad para poner en marcha medidas que eviten el deterioro y daño irreparable a los núcleos poblacionales y empresariales más afectados. Para que eso ocurra, es imprescindible saber cual es el estado de la realidad, contar con sistemas estadísticos ciertos y creíbles en vez de bases de datos alteradas, con filtros y maquillajes.
¿Estamos en condición ahora en El Salvador, bajo el gobierno de Saca, de saber la dimensión real de la crisis económica social, institucional agravada por la crisis financiera y económica en Estados Unidos y los países más ricos? Evidentemente no. Se dice que al mes de febrero los ingresos habían disminuido en más de 60 millones de dólares con relación al 2008; se sabe que el Presupuesto fue aprobado estimando ingresos sobre la base de un crecimiento de la economía de 4% y que será menos de 1%; se dice que los ministerios y empresas Estatales Autónomas están comprometiendo fondos dejando licitaciones asignadas por compadrazgos o contratos elevados que en suma dejan virtualmente en bancarrota al gobierno entrante. ¿Cómo saber cuánto de esto es verdad si la información real no fluye al público?
Esto plantea un cambio a la entrada del nuevo gobierno, transparentar la realidad económica y fiscal. Y para las semanas que restan para el fin del gobierno de Saca, tratar de averiguar cuál es la realidad de la economía, y la situación fiscal, la ejecución presupuestaria, los compromisos y el estado de proyectos grandes como los vinculados a presupuestos especiales y los Fondos del Milenio.
Todos y todas podemos contribuir a establecer esa dimensión desconocida de la crisis para saber que es algo más grande que el nivel de afectación personal o familiar que hayamos vivido hasta el momento actual. Hagámoslo, compartamos con los medios dispuestos a decir la verdad, lo que sepamos, hagamos que se contengan los abusos, evitemos el saqueo de lo poco que quede.
Escrito por Norma Guevara de Ramirios. Publicado en Diario Co-Latino.
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