Escrito por Dagoberto Gutiérrez - 26.04.2009. Publicado en Tendencia Revolucionaria.
Por primera vez en nuestra historia, ha funcionado la alternancia política y el poder ejecutivo será controlado y dirigido por fuerzas políticas diferentes a las que lo vienen haciendo desde 1821. Un hecho normal en las democracias burguesas es, sin embargo, trascendente en un régimen político oligárquico como el de El salvador.
En realidad, la excepción histórica que vive el planeta, la sabiduría política del pueblo, la división de la oligarquía local y el trabajo del candidato y del partido hicieron posible que el poder ejecutivo pueda ser organizado bajo un poder político diferente, este, el poder político, es lo que permite que un sector de la sociedad logre que el aparato de estado funcione de acuerdo a los intereses de éste sector. El 15 de marzo la oligarquía tradicional perdió poder político y está planteada la probabilidad, que es mas que posibilidad, de que el aparato de estado funcione, por primera vez, en beneficio de los desposeídos, débiles y pobres de la patria.
Éste es el drama político coyuntural, esto no depende, sin embargo, de los meros resultados electorales y que sea así en efecto depende, única y exclusivamente del movimiento popular, de su fuerza, su poder, su pensamiento multicolor, su cohesión y descohesión, su concentración y desconcentración, de su flexibilidad y su firmeza, de su capacidad de alianzas y de aliados, de su olfato político animal, de su entendimiento de avances con horizonte pero con etapas, de todo esto y más es exigidos en estos momentos el movimiento popular.
El próximo primero de mayo es el primer acto político post electoral, donde las banderas populares, contando con la participación de Mauricio Funes, deberán levantar al viento y al sol los reclamos de poder político del pueblo, democracia participativa, un nuevo aparato para un nuevo gobierno, una nueva política para un nuevo régimen, un ataúd para el neoliberalismo y una soga para el patriarcado.
Estas banderas resumen la lucha de todos y todas y apuntan en el rumbo de un nuevo gobierno, este rumbo ha de tener un horizonte establecido, un contenido determinante y determinado en sus puntos fundamentales, una capacidad de movimientos tácticos en su dirección sin perder el rumbo, una precisa determinación de los enemigos, el enemigo principal mas peligroso y de los aliados, tanto los permanentes como los temporales, los confiables y no confiables. Siendo el movimiento popular el fundamento social del nuevo régimen se levanta la exigencia de una independencia frente a todo partido y frente al mismo gobierno de Mauricio Funes y así como entre Mauricio Funes y el FMLN no puede ni debe haber ninguna relación de sometimiento, en una u otra dirección, esa misma relación ha de existir entre el movimiento popular, el partido de gobierno y el gobierno mismo.
El partido FMLN necesita superar tres tentaciones.
A) La primera es la provocadora sensación de vaciarse en el gobierno tal como lo hizo ARENA hace 20 años.
B) La segunda es la desmañada idea de controlar al movimiento popular, en nombre de una, real o imaginaria, conducción.
C) Y la tercera es la sensible vocación de ser aparato electoral en lugar de ser partido político.
En ésta trinidad el movimiento popular ha de levantar su naturaleza y vocación de ser sujeto y no objeto, de ser, al mismo tiempo que sujeto actor cuando las circunstancias lo exijan pero sin perder su condición de sujeto. Se es sujeto cuando se tiene capacidad para enfrentarse a un sistema a un régimen en búsqueda de una alternativa, se es actor cuando se forma parte de una estructura y se tiene un papel asignado como un partido político o un sindicato.
Por eso, el movimiento popular, desde abajo y actuando como sujeto, podrá contar a su favor, si tiene el poder político para ello, con el aparato de estado y, en esta relación el movimiento podrá actuar como actor sin renunciar a su sujeticidad.
Es el mayor reto político de su historia y el movimiento social no cuenta con la posibilidad de fallar y está condenado, en todo caso, a no perder tiempo a abrir su cerebro, su sensibilidad y a desarrollar su olfato político.
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