Las fábricas estaban hacinadas y operaban en condiciones casi infrahumanas; nadie habría apostado a que Hong Kong sería, medio siglo más tarde, una potencia económica
Un Observador de EL DIARIO DE HOY, ese excelente y difícilmente superable grupo de analistas políticos, se preguntaba si el gobierno iba a mantener las tasas impositivas actuales o si las subiría para incrementar los ingresos fiscales. A este respecto queremos hacer una importante advertencia: es casi seguro que elevar tasas reducirá las recaudaciones, como tarde han descubierto desde los estadounidenses hasta los suecos y los gobiernos de las naciones emergentes del colapso del "bloque socialista de naciones".
Aunque sin llegar al extremo de la fábula, apretar más de la cuenta, y más de la cuenta es todo porcentaje arriba del veinte por ciento, tiene casi el efecto de matar a la gallina de los huevos de oro. Eso lo demostró de manera estadística y matemática Arthur Laffer de la Universidad de California en Los Ángeles y fue la base del éxito de la reforma tributaria tanto de Kennedy, que era "liberal", como de Ronald Reagan, que era conservador. Es lo que en apariencia no ha visto Obama, cuyo plan contempla subir los impuestos "a los ricos" (The Rich).
El ejemplo óptimo al respecto, que bajar o eliminar impuestos pronto provoca el bienestar, es el de Hong Kong, donde hasta hace muy poco tiempo se pagaban mínimos o ningún impuesto. El modelo --a los economistas les encanta hablar de modelos más que de situaciones de la vida real-- merece ser estudiado por las nuevas autoridades de Hacienda. Analizar "el modelo" de Hong Kong y lo que está pasando en varios países del Este europeo, que han adoptado con éxito una tasa impositiva única situada entre el diecisiete y el veinte por ciento del ingreso personal y corporativo, es claro.
Agreguemos a esto que hay dos motivaciones básicas en cuanto a definir políticas impositivas: la primera es buscar la eficiencia y promover la inversión; la segunda, tomar venganza de los "ricos y privilegiados", que en cierta manera equivale a perder un ojo con tal de que al otro le saquen los dos.
Muy, muy pobres ayer, opulentos hoy
Los que tuvimos la fortuna de visitar tanto Hong Kong como Alemania en la Década de los Cincuenta, recordamos lo que parecía una gran paradoja: las naciones establecidas y democráticas sufrían bajo un peso enorme de regulaciones y tributos, mientras las destruidas o acosadas como Alemania y Hong Kong, tenían libre cambio, libre comercio, bajos impuestos y poquísimas regulaciones. El Ministro de Economía alemán, Ludwig Erhard, inclusive se opuso a los impuestos suntuarios: un emprendedor exitoso, decía, por lo mismo un exitoso proveedor de bienes y servicios, tiene todo el derecho de disfrutar del producto de su iniciativa y su esfuerzo. A Erhard le encantaba fumar puros y no iba a privar de ese placer a sus conciudadanos que no gozaban de franquicias. Además se evitaba el contrabando.
Hong Kong sufría, hace medio siglo, de una avalancha de viejos y niños pequeños (los jóvenes y personas aptas no podían salir de China roja), lo que tenía el propósito de hacer colapsar al enclave británico. Los pobres, y la pobreza era tremenda, vivían en barcazas; la gente iba a pie o en "rickshaws" jalados por un hombre, no bicicleta; las fábricas estaban hacinadas y operaban en condiciones casi infrahumanas; nadie habría apostado a que Hong Kong sería, medio siglo más tarde, una potencia económica.
aahhh ok....convincente la teoria del veterano este. Tremenda prueba de ignorancia en historia y en economia. El mismo o los suyos deberian de prohibirle publicar este tipo de basura.
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