Escrito por Edgardo Ayala . Publicado en ContraPunto.
Los ataques de la oposición de derecha han comenzado a tomar forma, y el blanco es el nuevo gobierno izquierdista de Mauricio Funes. Sin embargo, esos primeros movimientos en el campo de batalla político, esos primeros jabs, resultan por ahora, a once días de inaugurarse ese nuevo gobierno, etéreos, como salidos de la mente de algún esquizofrénico.
SAN SALVADOR - Arena, arrojada algo bruscamente del poder tras el cambio de gobierno, el 1 de junio, ha comenzado a lanzar ya los primeros golpes bajos contra el gobierno del presidente Mauricio Funes, unos golpes flojos y sin ninguna potencia, como los del viejo boxeador del cuento de Jack London, “Por un bistec”, pero golpes al final.
Son golpes, es cierto, pero salidos de la nada. Como si un paranoico, atiborrado de un cóctel alucinógeno a base de esos hongos que crecen, en los potreros, de la caca de la vaca, ve que el mal es la izquierda enquistada en las esferas gubernamentales y le ve formas a veces monstruosas, a veces angelicales, y ese mal quiere dejarnos a todo sin ningún centavo. Para el caso, sin las reservas internacionales.
Alfredo Cristiani, presidente de la Alianza Republicana Nacionalista (Arena) –y ex presidente del país entre 1989 y 1994—, creó tremendo barullo cuando, en entrevista con El Diario de Hoy (EDH), el pasado 9 de junio, dijo que Funes no se había comprometido a no utilizar las reservas internacionales para financiar las necesidades del gobierno.
Psicodelia política
Según Cristiani, en una reunión en la que participaron funcionarios salientes de Arena y entrantes del Fmln, a pocos días del traspaso de mando presidencial, Funes no empeñó su palabra a la exigencia planteada por los primeros en el sentido de que el nuevo gobierno no eche mano de las reservas internacionales para subsanar sus necesidades de fondos.
Las reservas internacionales, en una economía dolarizada, las constituyen una porción del dinero que los depositantes hacen en el sistema financiero. La cifra alcanza los $2,300 millones.
El gobierno está urgido de dinero fresco, debido al hueco fiscal que heredó justamente de la administración de Elías Antonio Saca. Ese hueco se calcula en $1,200 millones hacia el cierre del 2009.
A Cristiani le preocupa que cuadros del Fmln estén en el gobierno de Funes, y eso, a lo mejor, significa irresponsabilidad para él.
“Lo que vemos es que la inmensa mayoría de los puestos claves los tiene el Partido Comunista dentro del gobierno, y un gobierno populista (…) puede gastarse las reservas internacionales”, señaló el ex presidente. Una declaración por lo demás exagerada, porque son pocos los cuadros considerados “duros” que han llegado de las filas del Fmln al gobierno. ¿Paranoia política?
Él se había mantenido tras bambalinas en la escena política del país, pero la derrota estrepitosa sufrida por Arena, el 15 de marzo –y con lo cual se acabaron 20 años de gobiernos neoliberales— Cristiani resurgió como el líder que está intentando rescatar a su partido de muerte por inmersión: ahogada en sus propios pelitos internos surgidos tras aquella derrota.
Las declaraciones de Critiani fueron aprovechadas por una prensa conservadora ávida de críticas contra Funes y su nuevo gobierno, el primero de izquierda en el país.
Dijo además que el Congreso debería poner un candado legal a las reservas, “blindando” la ley del Banco Central de Reserva (BCR), de modo que éste no pueda disponer de esos fondos.
Los partidos Demócrata Cristiano (PDC), de Conciliación Nacional (PCN) y la misma Arena, que en conjunto conforman el bloque de derecha en el Congreso, se manifestaron a favor de aquella propuesta.
Gran Fumada
Lo curioso es que ni Funes ha mostrado la más mínima intención de echar mano de aquellos fondos, ni el presidente del BCR, Carlos Acevedo, ha mocionado para que este autorice utilizarlos para el gasto público.
Es más. Acevedo ha reafirmado lo que ya todo mundo sabe –y sobre todo Cristiani—: no se necesita de ningún candado ni de ningún blindaje, porque sencillamente la ley del BCR ya establece eso, de modo que el gobierno no puede tocar las reservas internacionales. Fue en 1991, justamente en la administración de Cristiani, que ese cerrojo fue incluido en la ley, y es vigente desde entonces.
“Yo pienso que lo que se está haciendo es manipular un tema que legalmente está muy claro”, dijo Acevedo en una entrevista televisiva.
Abordado por periodistas, Funes dijo: “Esos depósitos (las reservas internacionales) no las podemos tocar porque la ley lo prohíbe”.
El ex ministro de Hacienda, Manuel Enrique Hinds, escribió en una columna periodística que ciertamente ningún gobierno puede recurrir a las reservas internacionales para financiar sus gastos. Pero advirtió que existe la posibilidad de que en alguna administración, “no necesariamente esta”, el Banco Central y el gobierno violen la ley voluntaria o involuntariamente.
Para evitar que eso suceda, agregó, se debe establecer por ley las normas que deben seguirse para invertir las reservas, y también que se transparente la forma en que opera el Banco Central, de modo que se sepa con claridad dónde y cómo se están depositando dichos fondos. “El ministro de Hacienda y el Presidente del Banco Central han dicho que eso es lo que planean hacer”, escribió Hinds. Y remató: “Eso mejoraría el sistema sustancialmente”
Es decir, hasta un hueso duro del neoliberalismo como Hinds lo reconoce: el gobierno no sólo no estaría pensando en gastarse las reservas, sino que quiere mejorar la forma en que opera en BCR, a fin de transparentarlo.
¿Por qué entonces Cristiani ahora viene con el cuento, como aquel del pastorcillo, de que allí viene el lobo a comerse las reservas internacionales, cuando en realidad el lobo no viene?
Se llega entonces al punto en que política, ficción y esquizofrenia se mezclan en un guión de una telenovela mexicana barata: los malos son ellos (el nuevo gobierno de izquierda) y los buenos somos nosotros (Arena y el bloque opositor).
Pero en otros contextos, Cristiani mismo pudiera hacer el papel de malo: la justicia española investiga a los militares que asesinaron a seis sacerdotes jesuitas y dos empleadas, en noviembre de 1989, en el marzo de una ofensiva guerrillera. Y aunque los investigadores hayan liberado a Cristiani de encubrimiento, se deja abierta la posibilidad de que las pesquisas concluyan en el fututo que él podría tener responsabilidad en el asunto, ya que él era el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas en esa época, y sea sentado en el banquillo de los acusados.
Al nuevo ministro de Hacienda, Carlos Cáceres, le parece irónico que Cristiani y los suyos hablen ahora de blindar y transparentar al Banco Central de Reserva, cuando Arena tuvo dos décadas para hacerlo y no lo hizo.
“¿Por qué los ex presidentes del Banco Central, que han sido muchos desde 1989, no hicieron todo eso?, se pregunta Cáceres.
Así como va la cosa, la paranoia en el país va para largo.
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