Escrito por Roberto Turcios. Martes 09 de junio de 2009.Columnista de LA PRENSA GRÁFICA
Un cambio político asombroso transcurre, hasta ahora, con cierta normalidad. Y no es un fenómeno cualquiera; es la mayor recomposición que se ha dado en las estructuras del poder nacional desde la firma de los Acuerdos de Paz, a raíz de la primera victoria de las izquierdas en unas elecciones presidenciales.
A simple vista solo estamos viviendo un traspaso de ARENA al FMLN en el Ejecutivo. Sin embargo, eso ya constituye una singularidad, pues no coincide con las regularidades vigentes durante ocho décadas
. En el pasado hubo gobiernos con participación de la izquierda, como los que se formaron en octubre de 1960 y en 1979. Pero fueron gabinetes que se integraron después de golpes de Estado contra la fórmula autoritaria imperante durante ese largo periodo: cúpula de la Fuerza Armada, más partido oficial, más elecciones fraudulentas.
Antes de este año nunca había triunfado un partido de izquierda en elecciones presidenciales. La victoria de Arturo Araujo, en 1931, tuvo varios significados, incluso algunos podrían considerarse socialdemócratas; sin embargo, quedaban oscurecidos por su vicepresidente, el general Maximiliano Hernández Martínez, fundador del molde autoritario salvadoreño. El mismo molde que desconoció victorias de izquierda, como ocurrió en 1972, cuando el fraude inapelable se impuso sin contemplaciones ante la ciudadanía y la ley.
Todas las regularidades históricas –no solo nacionales, sino muchas latinoamericanas– quedan superadas por nuestro fenómeno político actual. El partido ganador de las elecciones presidenciales se constituyó en medio de una guerra general librada por más de diez años. Tan bien se desempeñó en los combates que logró un final negociado en nada parecido al acuerdo de rendición. Después de casi dos décadas y de sufrir tres derrotas consecutivas en elecciones presidenciales, ahora llega victorioso al Ejecutivo con un gabinete encabezado por un periodista y un dirigente histórico. Es difícil encontrar casos parecidos en América.
Semejante excepción hoy da lugar al asombro. Talvez por un hecho: el país ha cambiado, mientras los análisis que lo interpretan, y mayor cobertura tienen en los medios de comunicación, están anclados en las lecturas de la etapa anterior. En el actual periodo presidencial debería haber un debate nuevo, con un ejercicio crítico que no ha existido en el pasado y un afán de reinterpretar al país sin prejuicios. Y el nuevo Gobierno debería ser sensible a las críticas y a las propuestas. La relación entre la ciudadanía y el nuevo Gobierno también tiene una importancia considerable, porque puede darle los aires renovadores que le hacen falta a la política. Una de las necesidades de mayor actualidad es un debate ciudadano, político e intelectual nuevo, crítico y vigoroso. Lo que antes no se practicó es urgente hoy.
Estoy participando en la búsqueda de un nuevo rumbo para el país y lo estoy haciendo en el ámbito gubernamental. Creo que eso me sitúa en la parcialidad, por lo que debo renunciar a esta columna. He tratado de guiarme en este espacio por los sentidos de libertad e independencia. Más de una década estuve en estas páginas, y traté de ocuparlas con decencia y con apego al ejercicio crítico. Ahora debo actuar con consecuencia. Al estar ocupando un espacio en el terreno gubernamental, por respeto a los lectores, prefiero el adiós momentáneo, si este periódico, que me ha tratado bien, acepta retornos y colaboraciones.
Si el momento es unico pero su trascendencia dependera de los resultados de la adminstracion de Funes. De eso dependera si dentro de unas decadas se refiere a este momento como simplemente el momento a constatar o si un momento historico en el que el rumbo politico y socioeconomico cambio en favor de los mas desposeidos. Eso esta en "veremos". Ojala que si se les recuerde como un momento significativo de cambio en ES y no como un pinche suceso algo asi como un muerto mas.
ResponderEliminarya ...ta bien ..haga gobierno...pero hagalo bien...
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