La depuración debe ser seria y permanente

Escrito por Editorial. Lunes, 15 junio 2009. Publicado en La Prensa Grafica.

Ni siquiera los vicios menores deben ser tolerados. Y, por supuesto, como lo reiteramos cada vez que es oportuno, el ejemplo debe fluir desde arriba, en todos los sentidos. Esa es una ley educativa universal: la mejor escuela es la del ejemplo.

Al hacerse cargo de la gestión pública, la nueva Administración va destapando casos de irregularidades específicas en distintas áreas. El hecho de que haya habido un cambio de partido en el gobierno favorece el destape, como pasa en todas partes; y este es uno de los efectos ventiladores que por su propia naturaleza tiene la alternancia en el ejercicio del poder político y administrativo. Es bien sabido, por experiencia universal reiterada, que la permanencia prolongada va institucionalizando vicios, independientemente de quién ejerza el poder; y por eso el entrar y salir del mismo en forma ordenada constituye una especie de seguro de salud del sistema.

Desde luego, en la medida que la democracia se consolida, este ejercicio tiende a volverse cada vez más responsable. Sobre todo porque implica un compromiso con la propia conducta. Se trata de corregir y evitar vicios para no repetirlos. Y en este punto la opinión pública tiene un importantísimo rol de seguimiento y verificación.

Ahora se anuncia una limpieza en el interior de la Policía Nacional Civil, y eso es urgente, porque se trata de la institución que tiene la responsabilidad de punta en la lucha contra todas las formas de criminalidad. Hay que combatir eficazmente el crimen y cortarle todos sus eventuales vínculos institucionales. Hemos venido sosteniendo de manera reiterada que es muy peligrosa la tendencia a privilegiar el “espíritu de cuerpo” en el sentido de autoprotección de conductas. Por el contrario, lo que realmente conviene para la efectividad de la función, tanto en la PNC como en toda la Administración, es la mayor transparencia; es decir, que desde afuera pueda verse todo.

Evitar toda partidización

En el país, nuestra experiencia histórica en el campo político ha sido tradicionalmente muy poco edificante. Para empezar, no hemos tenido partidos políticos institucionalizados; y ese es un déficit que, en buena medida, se ha venido manteniendo en la etapa democratizadora que arrancó a comienzos de los años ochenta del pasado siglo. Esto hace que haya una inclinación irresistible a confundir aparato gubernamental con aparato partidario. Y eso es algo que tiene que cambiar aceleradamente, porque el mismo desarrollo democrático lo demanda.

El partido ARENA, que gobernó durante 20 años, fue cayendo progresivamente en ese vicio. Ahora llega el FMLN, y le corresponde evitarlo. De ser así, constituirá su aporte institucional más importante, tanto en beneficio propio como en beneficio del proceso nacional. Tenemos, como sociedad democrática en vías de consolidación, que distinguir, en todos los ámbitos y niveles, entre lo que es ejercicio de un partido en el gobierno y lo que es partidización del gobierno. Es decir, es cuestión de reconocer en los hechos las debidas fronteras en el rol de cada quien.

Es muy importante que haya voluntad y efectividad de limpieza constante en el aparato público. Ni siquiera los vicios menores deben ser tolerados. Y, por supuesto, como lo reiteramos cada vez que es oportuno, el ejemplo debe fluir desde arriba, en todos los sentidos. Esa es una ley educativa universal: la mejor escuela es la del ejemplo.