Editorial de El Diario de Hoy.Martes, 2 de Junio de 2009
Las empresas que dan empleo a los salvadoreños en Los Ángeles y el mundo, son fruto de la confianza, la seguridad jurídica y las claras reglas del juego
Es importante, como lo plantea el Presidente Funes, debatir los grandes temas del país, pero tomando en cuenta varios aspectos fundamentales, a saber:
--Lo primero, que la discusión pública enriquece siempre y cuando no se parta de posiciones irreductibles. Los que participen deben estar preparados para aceptar lo que la razón y la experiencia demuestren como lo mejor aunque vaya en contra de sus posturas iniciales;
--lo segundo, que hay asuntos que no están sujetos a discusión. Nadie, reduciéndolo al absurdo, va a argumentar si dos más dos son cuatro, como tampoco hay alternativas válidas a los principios morales;
--lo tercero, que la realidad ha demostrado hasta la saciedad, el fracaso de determinadas políticas, como el control de precios o lo ruinoso de los impuestos confiscatorios como una manera de recaudar recursos para el fisco. Políticas que maten a la gallina de los huevos de oro sólo conducen al desastre;
--lo cuarto, que aprovechar la experiencia ajena (en nuestro caso, lo sucedido en otros países) evita sufrimientos innecesarios. Lo que está llevando a Venezuela y Nicaragua a la catástrofe --el perverso binomio de pobreza y dictadura-- no es la ruta adecuada para un pueblo que quiere salir del subdesarrollo;
--lo quinto, que se saldrá de la crisis en la medida en que haya unidad de todos los sectores. Satanizar a grupos equivale a escupir hacia arriba.
En su discurso el Presidente Funes expuso una paradoja que encierra grandes lecciones: que los salvadoreños en Estados Unidos gozan de ingresos y un nivel de vida muy superior a los que vivimos acá. Son los mismos salvadoreños, los mismos genes y una formación muy parecida.
Nuestro petróleo son los emprendedores
¿Qué es lo que hace la diferencia? Vamos a partir de un hecho: que nuestros connacionales allá no trabajan en forma autárquica, por su cuenta, sino que están empleados en empresas estadounidenses que ponen a su alcance las herramientas, el saber, las clientelas, el capital y la administración que los hace productivos y, por lo mismo, valiosos. Los salvadoreños ganan bien porque las empresas, negocios y personas que los contratan han invertido en la infraestructura necesaria para generar riqueza. Las empresas que dan empleo a los salvadoreños en Los Ángeles y el mundo, son fruto de la confianza, la seguridad jurídica y las claras reglas del juego.
Lo que tenemos en El Salvador de infraestructura, servicios, asistencia a sectores "menos favorecidos", producción agropecuaria, bienes industriales, etcétera, es ciertamente producto del trabajo de buenos y diligentes salvadoreños, pero lo es porque emprendedores privados invirtieron en iniciar esos negocios que dan empleos y producen además los impuestos con que el gobierno hace sus obras y contempla la creación de cien mil nuevos empleos. Esa visión, empuje y confianza en el país permitió reconstruir lo arrasado durante la década perdida y resarcirnos de los terribles efectos de dos terremotos.
El Salvador, lo hemos dicho ya, no tiene petróleo, gran extensión territorial, reservas minerales o una posición geográfica privilegiada. El petróleo de El Salvador son los emprendedores que invierten para obtener ganancias y, en el proceso, crean empleos y oportunidades para los pobladores. El petróleo es el conjunto de honestos profesionales, artesanos, los que educan y capacitan, los soldados y policías que cumplen con su deber, los informadores, la gente de bien.
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