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2009/07/26

La derecha se reacomoda

Escrito por Héctor Silva Ávalos. Domingo 26 Julio. Tomado de La Prensa Grafica.

Poco a poco. Los sectores de la derecha política y económica representados en la Alianza Republicana Nacionalista empiezan a acomodarse en el particular tablero que les heredó su fracaso en la última presidencial. Poco a poco porque las tensiones y distensiones generadas por el control del aparato partidario, acostumbrado a ejercer poder desde la esfera estatal hasta el primero de junio pasado, se mezclan en un juego complejo marcado por la necesidad de rearmar el partido sin romperlo y, a juzgar por lo que dicen en privado varios líderes areneros, sin dejarle demasiados espacios de maniobra al FMLN y al gobierno Funes (menos a los primeros que al segundo).

Se trata, atendiendo a las señales dadas, de reacomodar el poder interno para volver a ganar cuanto antes la capacidad operativa, intelectual y política de ejercer oposición.

Un vistazo a lo ocurrido en ARENA en la previa de la presidencial y, luego, en el terremoto generado por la derrota, ilustra como lo vemos desde la sala de redacción.

1. La última esperanza. En los días anteriores al 15 de marzo, el grupo del ex presidente Antonio Saca, aglutinado alrededor del ex mandatario y de Rodrigo Ávila, se agazapó, con los hilos del control partidario territorial bien amarrados, a esperar que las urnas les favorecieran. Había cálculos –encuestas y “trackings” diarios– que pronosticaban una lucha reñida pero no necesariamente perdida, como dicen ahora algunos operadores políticos de entonces. Había percepciones según las cuales la confusión inicial del FMLN por la pérdida de San Salvador podía redundar en más votación para ARENA. La otra derecha, la que no estaba representada por este grupo, apostaba, entonces, porque mejor lo viejo conocido...

2. La derrota y la primera extensión de mano. Dice una arenera, miembro del gobierno anterior, que uno de los viejos líderes ortodoxos del partido, marginado por el grupo Saca, contestó una llamada de reclamo que alguien le hizo por declaraciones que culpaban al ex presidente de la derrota: “No voy a aceptar reclamos de quien entregó el partido a los comunistas”, se supone que dijo el caudillo. Se empezaban a marcar líneas de distancia, que se irían ensanchando en el trimestre previo a la toma de posesión. Saca, entonces, apostó a juntar su capital político –dado sobre todo por la saludable aceptación popular que mantuvo hasta el final de su mandato– al del presidente electo para retener la fuerza en su partido. Todo iba bien para ese plan hasta que Mauricio Funes rompió el cerco con su discurso inaugural, en el que acusó a los gobiernos areneros de corrupción, algo que los detractores internos del ex presidente achacan a algunos de sus colaboradores.

3. La llegada de Cristiani y el cierre de ventanas. Otro arenero, también alejado de Saca, recurrió a la siguiente figura para ilustrar la pérdida de influencia que, según él, empieza a sufrir el ex presidente al interior del partido: “Empezó con un papel activo en las negociaciones por la Corte, pero muy pronto (Alfredo) Cristiani dejó claro que él y el nuevo COENA eran los interlocutores. Me parece que al grupo anterior las ventanas se le van cerrando”. Poco a poco.

Ya hay quienes ven en los nombramientos de Mario Acosta y Ana Vilma de Escobar, dos fuertes críticos de la gestión Saca, en direcciones sectoriales de ARENA –a las que una reforma estatutaria pretende dar más poder– un claro mensaje al ex presidente. Hay quienes advierten que Antonio Saca sigue siendo hombre muy popular entre los salvadoreños que ejerce aún un importante control sobre la fracción legislativa y la estructura territorial del partido. “El verdadero animal político de ARENA es él”, dice un opositor.

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