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2009/04/15

Granos básicos: éxito y próximos pasos

Ya vemos los resultados positivos de los esfuerzos del año pasado por aumentar la disponibilidad de maíz, frijol y otros granos básicos. A nivel nacional y centroamericano, hay una oferta ampliada y suficiente para mantener los precios a los consumidores en niveles aceptables.

El aumento significativo de la producción de granos básicos en El Salvador es el resultado de señales del mercado (precios altos), buen clima y un agresivo programa nacional de reparto de semilla. Sin embargo, se ha dado poca consideración a dos importantes costos colaterales asociados con el éxito.

El principal precio escondido que debe preocupar a toda la sociedad salvadoreña es la intolerable degradación de los suelos en laderas; muchos agrónomos y ciudadanos informados argumentamos que es el problema ambiental más crítico e inmediato en el país, más destructivo que el cambio climático o la contaminación del agua. La producción de maíz y otros cultivos anuales en laderas trae consigo una seria erosión de suelos que no es bajo ninguna óptica sostenible. Las prácticas de los productores de granos básicos en laderas mandan literalmente el suelo productivo a los reservorios y al mar. El país está perdiendo su capacidad de producir.

Además, existe un importante costo de oportunidad; en condiciones de laderas existen alternativas mucho más rentables a mediano plazo como son los árboles para madera, los frutales y en algunos casos la producción de hortalizas con las medidas adecuadas de conservación de suelos. Los granos básicos en laderas son perniciosos y perpetúan la pobreza.

La población salvadoreña debe exigir que se complementen los importantes programas de fomento de producción de cultivos alimenticios con programas de ordenamiento del territorio rural.  Hay que utilizar la información existente que tiene el MAG - que es excelente y completa - para señalar cuáles son los mejores usos de la tierra en todos los rincones del país.

Se deben redoblar los esfuerzos en las zonas aptas para la producción de granos básicos, es decir, aquellas relativamente planas. Se deben acompañar los programas de distribución de semilla e insumos con programas de asistencia técnica de calidad para tecnificar esa producción. No se debe dejar sin sembrar de granos básicos ni un metro cuadrado de terreno plano fértil (por supuesto, esto excluye las reservas ecobiológicas). Es indispensable proveer incentivos (y posiblemente penalizaciones) para que dueños de esas tierras con vocación agrícola utilicen esos terrenos para este propósito de tanta importancia socioeconómica.

Además, lo mismo debe hacerse para reconvertir aquellas laderas que han sido abusadas para la producción de granos básicos, y destinarlas a usos más apropiados y sostenibles a largo plazo. La producción de cultivos permanentes y programas de servicios ambientales y esparcimiento son elementos de este cambio. De hecho, eso ayudaría a fomentar el turismo rural, ya que las personas apreciamos los paisajes con árboles y nos deprimimos ante la vista de laderas peladas y erosionadas.

El Salvador es un país con suficiente institucionalidad, que ha mostrado capacidad de pensar a mediano y largo plazo, y tiene  los recursos necesarios para optar por un uso racional de las tierras productivas rurales para el beneficio no solamente de los productores sino de toda la población actual y las generaciones futuras. Piensen en el valor para las ciudades de cuencas productoras de agua y fuentes de trabajo digno. 

Las acciones recientes del Estado han mostrado que se puede responder a la necesidad de fomentar producción para el beneficio de los sectores productivos y los consumidores; se ha demostrado que hay una coincidencia de los intereses del campo y las ciudades.  Entonces, ya es hora de agregar el elemento ambiental a este enfoque. El MAG debe operar bajo el mandato de preservar y mejorar la capacidad productiva de los recursos naturales del país. Sus acciones no deben socavar las opciones para generaciones futuras.

El próximo gobierno le apostará fuertemente en el agro. Esta apuesta tiene que incluir el componente ambiental como un elemento integral e innegable en el mandato no solamente en el MAG, sino del Estado en su totalidad. Y debe estar apoyado por los gobiernos locales y también por el sector productivo.

Por Keith L. Andrews

El autor es Representante del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura de la OEA en El Salvador. Publicado en El Faro.

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