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2009/03/30

Lo que se dice sin pensar cuesta millones al país

Las palabras, en un país y un mundo asustados, se monetizan y traen consecuencias sobre el empleo, las inversiones, las ventas y la economía en general. El jueves dijimos que fue importantísimo que el propio Funes desautorizara en público lo dicho por Gerson Martínez, por los perniciosos efectos que esas declaraciones tendrían sobre El Salvador como sujeto de crédito.

Para decirlo en un ejemplo imaginario pero ajustado a la realidad, no desmentir en público lo dicho pudo habernos costado decenas o centenares de millones de dólares en más altos intereses por el riesgo país.

Es obvio que cada medida que tome el nuevo gobierno, los nombramientos que haga, lo que diga o deje de decir, afectará de manera positiva o negativa los niveles de vida de todos los salvadoreños. Y esto por una razón muy importante: la economía salvadoreña no está basada en la exportación de materias primas o un par de cultivos dominantes, como cuando el café era el sostén del país y es el petróleo para Venezuela. Lo que nos sostiene es la maravillosamente diversificada producción en miles de miles de rubros, desde exportaciones industriales hasta servicios diversos.

Nerón se lamentaba de que Roma no tuviera una sola cabeza para cortarla de un tajo, lo que en apariencia quisieran muchos cabecillas de izquierda para anular de un solo golpe a "la oligarquía". Pero eso sería fatal en un país pequeño, con escasos recursos materiales y pobrísima extensión territorial, que por fuerza depende de la inventiva, el esfuerzo, la capacidad para organizar y la perseverancia de sus productores.

Aquí no hay "medios de producción gigantes" que se puedan tomar para entregarlos "al pueblo" y eliminar de esta manera al intermediario. Duarte así lo creyó: desposeer a los terratenientes de sus propiedades iba de inmediato a elevar la calidad de vida en el agro. Pero la locura llevó a lo contrario, pues las cosechas se perdieron, los terrenos fueron arruinados, se robaron los créditos y los equipos y la gente quedó sin su sustento, lo cual originó el enorme éxodo del campo hacia las ciudades y a los Estados Unidos y al exterior.

Nuestro petróleo es el emprendedor

Ese trágico episodio debería enfriar la cabeza de los que creen que "los medios de producción materiales" son el factor que en verdad cuenta para abastecer a los salvadoreños de su alimento, su vestimenta, su transporte, sus servicios, su educación y lo que nos saca del hambre, la desnudez y la ignorancia. La reforma agraria destruyó la agricultura y la mantiene postrada al día de hoy.

En la época actual, como lo venimos señalando, los medios de producción no son ni de lejos lo material, sino el conocimiento, el mercadeo, las relaciones internacionales, el financiamiento, el Orden Jurídico, la correcta aplicación de las leyes, todo lo que facilita la creatividad, el empuje y los sueños de los productores.

No tenemos petróleo, la histeria ha destruido la minería, la fragmentación de la tierra impide los cultivos a gran escala, el vandalismo imposibilita la silvicultura. Lo estrecho de los mercados y los bajos niveles de la educación superior son además barreras para el establecimiento de industrias de alto nivel tecnológico.

Lo único que nos salva es el empuje de tantos salvadoreños emprendedores y sus equipos humanos que han establecido una valiosa base industrial y de servicios que es la mejor en la región. Si eso se pierde, viene la hambruna.

Publicado por El Diario de Hoy.

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