Todo lo que se ve y todo lo que pasa es indicativo de un hecho en el que venimos haciendo énfasis desde hace tiempo: que la alternancia en marcha es un movimiento de flexibilización histórica dentro del proceso del país.
Escrito por Editorial.08 de Enero. Tomado de El Diario de Hoy.
Han transcurrido siete meses de gestión del nuevo Gobierno, y ya se dieron los primeros reajustes en el equipo de trabajo gubernamental. El movimiento, como tal, estaba anunciado de antemano, pero evidentemente puede tener varias lecturas el que se haya concretado por ahora en áreas más bien periféricas del equipo –aunque no por eso menos importantes– y con algunas connotaciones que merecen atención y análisis. En primer lugar es claro que se trata de sustituciones con mensaje, y eso puede dar algún indicio de por dónde podría ir el control de la gestión de aquí en adelante.
Las sustituciones ocurridas presentan una característica de entrada: los sustituidos se movieron, durante su fugaz desempeño, con evidentes impulsos ideológicos. Esto generó distintas formas de fricción, tanto entre ellos y la cúpula gubernamental como entre ellos y diferentes sectores que se consideraron afectados. Aunque no se menciona con esa claridad, queda poca duda de que tales actitudes friccionadoras fueron el detonador de las respectivas sustituciones. No es de extrañar, entonces, que el FMLN haya salido de inmediato en defensa de aquéllos que considera más cercanos.
Por lo que se ha visto hasta la fecha de la forma en que el Gobierno quiere ir llevando su política de “cambio”, hay una bastante notoria intención de no generar en el ambiente nacional tensiones adicionales que huelan a beligerancia “revolucionaria”. Esto, desde luego, tiene que ser manejado de una manera muy inteligente y cuidadosa ya en el plano de la relación entre el Gobierno y el FMLN, para que no vaya a crearse ningún tipo de inestabilidad incontrolable en el esquema básico de trabajo.
Es un período muy delicado
Era previsible que la alternancia política generara, por su propia naturaleza de fenómeno transicional sin precedentes dentro del proceso de democratización, muchas dificultades de ajuste; y lo que venimos viendo es evidencia de ello. Ahora mismo, todos los actores y sectores tienen tareas muy complejas por cumplir, y lo que conviene en términos generales es que nadie vaya a equivocar la ruta, porque entonces podría haber un desajuste de consecuencias imprevisibles.
El Gobierno está aún tratando de construir un esquema de trabajo que le permita efectivizar articuladamente todas sus acciones; el partido en el Gobierno, es decir, el FMLN, ya sobre el octavo mes de gestión gubernamental, sigue pareciendo a la expectativa, con una cautela y un bajo tono que para muchos hubieran sido impensables; la oposición se percibe desorientada, y, salvo las consabidas sumas aritméticas en la Asamblea, no da señales de proyección estratégica. Este generalizado estado de suspensión no puede durar mucho, y de seguro 2010 será año de definir las posiciones respectivas.
Todo lo que se ve y todo lo que pasa es indicativo de un hecho en el que venimos haciendo énfasis desde hace tiempo: que la alternancia en marcha es un movimiento de flexibilización histórica dentro del proceso del país. Esto no es coyuntural, porque dicho proceso se está ajustando a algo que es esencial en la lógica democrática: el dinamismo alternante. Aprendizaje que todos, en nuestros respectivos ámbitos, debemos asimilar.
Despierta respeto esta primera limpieza que Funes hace en su gobierno. Es este el camino a seguir! Si tan solo pudiera evitar o rechazar el clientelismo y el nepotismo en el resto del gobierno!!
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