Escrito por Guillermo Morales.15 de Mayo.Tomado de La Prensa Gráfica.
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Las iniciativas por mejorar la seguridad vial en los próximos diez años, impulsadas por la Organización de Naciones Unidas (ONU), han sido aplaudidas por millones alrededor del mundo.
El Salvador es uno de ellos. Según el Plan Mundial para el Decenio de Acción para la Seguridad Vial 2011-2020, publicado por la ONU, los países con menos recursos concentran la mayor cantidad de accidentes viales registrados en el mundo.
El presupuesto destinado es de $3.5 millones, para El Salvador; además de $2.5 millones para rescatar la carretera Panamericana, un millón para otras calles y $435 mil para la compra de semáforos. La cifra es alarmante, cuando se analizan diferentes factores discursivos utilizados por las entidades encargadas de su ejecución en el país.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), El Salvador gasta más de $7 millones en atender a las víctimas de accidentes de tránsito al año. Suena paradójico implementar un plan acción de diez años con un presupuesto de la mitad de su inversión anual.
El rescate de la carretera Panamericana, de frontera a frontera, es una de las estrategias propuestas. Sin embargo, centralizar el plan de acción dejaría de lado otras calles importantes, en las que también suceden accidentes viales.
Para ello el Ministerio de Obras Públicas (MOP) ha destinado un millón de dólares más, lo cual también resulta insuficiente si se compara con otros proyectos llevados a cabo recientemente.
Asimismo, la educación vial y la concienciación del colectivo figuran dentro del plan estratégico. Por una parte, se pretende educar desde la escuela para formar conductores con responsabilidad vial; y por otra, generar un cambio de actitud en los conductores actuales.
Si bien es cierto, los aspectos técnicos, como la señalización y reconstrucción, son bastante útiles, la búsqueda por generar un cambio de actitud es el objetivo detallado por la ONU en su plan de acción. Con ello se evitaría la distracción al momento de conducir.
En el país, su aplicación ha destacado en destinar más del 60% del presupuesto a la reconstrucción de las calles. Ello resta importancia al trabajo colectivo por un cambio de actitud al manejar. A diferencia de Perú, que inició el plan con el sector transporte público, en una búsqueda por sensibilizar a los que más conducen.
Con la educación vial surge la visión de disminuir el 40% de los lesionados por accidentes. Según el estudio de agresividad en conductores del transporte público de San Salvador, realizado por José Ricardo Gutiérrez, profesor de la Universidad Tecnológica de El Salvador (UTEC), la tasa de accidentabilidad vial es del 23.7% debido al transporte público.
Gerson Martínez, ministro de Obras Publicas, declaró que la campaña de concienciación ya ha iniciado con las capacitaciones para motoristas de buses. Sin embargo, la cifra de accidentes hasta el mes de mayo ya cubrió el 88.3% del total de accidentes viales ocurridos en 2010.
La razón podría ser, en definitiva, que solo el 5% de todos los motoristas de buses tiene el carné que certifica su asistencia a la capacitación. En ese caso, la pregunta sería: ¿Por qué anda manejando el otro 95%? Esa debería ser la pregunta sobre la cual se construya una nueva seguridad vial.
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