Un amigo me comentaba un día de estos que el trabajo de los ministros de Relaciones Exteriores es un simple protocolo, una tragicómica mezcla de bastones y levitas, gomina y medallas, discursos bobos y bailes de salón de mucho “champagne”; pero le replicaba:
la misión de la diplomacia verdadera es cosa muy distinta. Se han dado tantas cosas en este país, nombramientos por simple amistad, secretarias o profesionales sin dominio de esta suerte de política, sobre todo con los gobiernos areneros, que han llevado a dudar de la eficacia y la importancia de las relaciones internacionales.En el mundo moderno, al menos, el ejercicio de la política exterior poco o nada tiene que ver ya con simples protocolos, apretones de manos, saludos cortesanos o condecoraciones. Se ha vuelto una carrera ilustre, de profesionales auténticos (los franceses e ingleses pueden enseñarnos mucho al respecto), de conocedores de la geopolítica, de estudiosos profundos de la economía, la sociología comparada, los medios masivos de difusión de la cultura. A los pomposos bailes e intercambio de pergaminos, han sucedido las conferencias y los simposios, a los aburridos diálogos de salón han seguido los bien disciplinados trabajos de gabinete, la ciencia estadística ha desterrado a las grabadoras secretas. Mucho, desde luego, ha sido visto en las películas de espionaje y en esas de intriga barata.
En el trabajo diplomático, asimismo, tampoco la actividad se aplana reduciéndose a las rutinas simples de las visitas de cortesía, a los constantes viajes, como lo hacían dos señoras ministras de Relaciones Exteriores en dos o tres de los regímenes areneros. Una de ellas había sido ejecutiva en un centro financiero, la otra nada más era la hija del gobernador. Ninguna experiencia ni idoneidad las respaldaba para ejercer el cargo. En fin, cosas de la política criolla. Ellas autorizaron muchos visados a turistas de buena voluntad, como al caballero Luis Posada Carriles, terrorista confeso y responsable de innumerables crímenes. También se distinguieron por colocar muchas ofrendas florales al pie de monumentos nacionales o de países amigos.
La situación de la diplomacia, lo reiteramos, ha cambiado mucho. Por ejemplo, nuestro embajador en Cuba, no habrá de limitarse a manejar con más o menos soltura tales y cuales fórmulas de cortesía con la gente del país en que nos representa y a exponer, una vez sí y otra también, los propósitos amistosos que ahí nos animan. Tiene el señor embajador una tarea de altísima importancia por la posibilidad de traducirla en mutuas enseñanzas valiosísimas. Tomar para nosotros las mejores experiencias cubanas en los métodos de solución aplicados a problemas de gran envergadura social como, digamos, la educación masiva del pueblo cubano, el sistema integral de salud y la masificación del deporte para sus millones de ciudadanos, justificaría por sí solo la más larga estancia y la labor más ardua.
La política exterior, por tanto, está muy por encima de simples cortesanías, risas irónicas o cínicas. Pretende, en realidad, sumar el esfuerzo del país propio a las más fecundas corrientes del pensamiento y el trabajo ajenos, sin interferir en éstos ni comprometer aquél. No es, pues, labor distante ni desarticulada de la actividad general interna del país en juego; sino al contrario, la política exterior es reflejo fiel, producto lógico y consecuencia obligada de la mecánica social, económica y política de la nación que la proyecta. Nosotros estamos en la obligación de obtener muchas ventajas de las relaciones internacionales. Abrirnos al mundo y explorar nuevos mercados. China, por ejemplo, es un destino de primera importancia, nada menos en estos momentos estamos por recibir miles de quintales de frijoles para abastecer nuestra demanda y bajar los costos de un producto esencial para la dieta alimenticia de los salvadoreños.
Quiere decir esto que, si nuestra política exterior ha sido tradicionalmente respetuosa del derecho ajeno (con ciertas excepciones como el exabrupto del presidente Francisco Flores al violar la Carta Democrática Interamericana y reconocer a los golpistas en Venezuela), defensora intransigente de la autodeterminación de cada pueblo, pacifista incambiable, solidaria con los problemas de todos los hombres de buena voluntad en el planeta (no siempre fue así con los nefastos regímenes areneros), si invariablemente ha unido su voz a la de los pueblos oprimidos y ha prestado su hombro fraternal al de los países débiles, no ha buscado adoptar una postura teatralizante sino expresar una convicción sostenida. Al menos con este gobierno se ha condenado el criminal bloqueo económico de Estados Unidos contra Cuba y se han rechazado los golpes militares y las medidas de fuerza contra gobiernos democráticos de la región.
En el futuro esperamos se abran relaciones diplomáticas, comerciales y culturales con China y se nombre cuanto antes el embajador en la heroica república de Vietnam, se mantengan lazos de amistad con todos los países y se responda con hechos y voces permanentes a las intervenciones de potencias militares en otras repúblicas. Así como es deseable se atienda la protección de los compatriotas trabajadores en emigración al extranjero, también esperamos se fortifique nuestro principio de soberanía nacional o sólo rechazando intromisiones declaradamente proconsulistas sino apoyando el derecho de otros países de América a escoger libremente sus sistemas socioeconómicos y políticos de gobierno, como lo han hecho Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Uruguay y Argentina.
Como nación brotada, en parto doloroso, a una precaria independencia, presionada por grandes intereses económicos, amenazada insistentemente por los grandes intereses mercenarios que revuelven al mundo, hemos transitado por la historia con luces y con sombras, entre infamias y glorias; pero sin duda no avergonzándonos jamás del trabajo y desempeño de nuestros compatriotas en lejanas tierras. Este gobierno está obligado a tener relaciones con la mayoría de países del mundo, de estrechar y consolidar convenios con naciones de altísima dignidad, con ello estaremos afianzando lo más profundo de nuestra espiritualidad: jamás dejar de defender lo que en derecho nos pertenece: nuestra nacionalidad.
Publicado por pocote
2011/02/16
Simpatizantes FMLN-Relaciones exteriores con dignidad
16 de Febrero. Tomado de Simpatizantes del FMLN.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.