Lea mañana cuando el deporte es utilizado con fines partidarios.
Escrito por Jaime Ulises Marinero.16 de Febrero. Tomado de La Página.
¿Quién dijo que los liderazgos se construyen poco a poco con el tiempo?... Si usted tiene dinero, lo puede construir rápido de la noche a la mañana.
Para ser candidato a diputado lo que menos importa es que la gente lo conozca. Con el sistema electoral anterior bastaba con que su partido lo pusiera en un puesto ganador o tener suficiente dinero para “comprar” una candidatura, aunque sea de suplente, pero en puesto ganador.
Los partidos políticos, hasta ahora, se han interesado por colocar en puestos ganadores a la gente de su confianza, pero todos sin excepción han cedido puestos en los listados a candidatos suplentes, toda vez que tengan la capacidad suficiente para “patrocinarse una campaña” y ayudar con “fondos” al partido y a los candidatos a alcalde.
DIARIO LA PÁGINA dialogó con dos ex candidatos a diputados suplentes. Uno de ellos ganó la elección en 2006 y el otro hizo mal las cuentas y perdió.
El candidato que ganó las elecciones recuerda que tuvo que invertir cerca de medio millón de dólares en la campaña, pues le tocó financiar la suya y aportar dinero para la campaña del candidato propietario, pues al fin y al cabo de él dependía su gane.
“A los alcaldes les tuve que dar dinero para reforzar sus campañas, mande a hacer más de 300 uniformes deportivos para regalarlo, vallas publicitarias, afiches, pintura, carros sonoros y hasta comprar voluntad de pseudolíderes de las comunidades que me pedían dinero para organizar fiestas donde regalaban gorras, camisetas, llaveros y otros recuerdos que yo mandé a hacer”, dice.
Ya como diputado suplente rara vez lo llamaron a comisiones o participar en las plenarias, pero gozaba de inmunidad parlamentaria con lo cual podía salir y entrar del país, introducir muchas cosas sin pagar impuestos y sentir la sensación de “ser un ciudadano de primer nivel” que puede hacer casi cualquier cosa sin que la ley esté por encima de él.
En algunos municipios se organizaron torneos de fútbol y baloncesto que fueron denominados en su honor. Entre las alcaldías del municipio gobernadas por su partido tenía poder para decidir algunas cosas.
“Si gasté cerca de medio millón en la campaña, ya como diputado suplente gasté otra cantidad similar, porque tenía que ayudar a las comunidades de los municipios gobernados por el partido”, afirma, al mostrar fotografías en las que aparecía coronando reinas de pueblos al lado del diputado titular, que poco le importaba el trabajo de campo, pues estaba seguro que en las elecciones de 2009 siempre sería el candidato. Efectivamente así fue.
Según este político, antes de querer ser diputado se dedicaba solo a sus negocios. Un día alguien le dijo que podía ser candidato a diputado y se fue a ofrecer a un partido que lo rechazó porque ya tenía sus listados emanados desde la dirigencia central. Entonces fue a buscar otro, donde el director departamental aceptó con la condición de que aportara $100 mil para la campaña central del partido, $50 mil para la campaña del candidato propietario, otros $50 mil para ser distribuidos entre los candidatos a alcalde del partido en el departamento y que se autofinanciara su campaña. Trato hecho, aceptó.
Durante cerca de cuatro meses, dos antes de que oficialmente comenzar la campaña, comenzó a gastar dinero sin llevar control de ello. Cuando las elecciones terminaron y tras gastar 10 mil dólares en la fiesta por el “triunfo” hizo cuentas y su estado financiero arrojaba $498,125 menos en su cuenta bancaria. Eso le costó ser diputado suplente.
El candidato que perdió
Otro comerciantes y empresario se encontraba en su negocio cuando fue visitado por un diputado, quien sin tanto protocolo le pidió que fuera su candidato suplente en las elecciones de 2006, con la condición de que le ayudara financieramente para sustentar la campaña y que autofinanciara la suya. Hizo cuentas, no de su liderazgo, sino de sus fondos y aceptó. Días después el diputado (que era candidato a diputado ttular en segunda posición), acompañado de un asesor le presentó una propuesta de campaña en la que estaba contemplado que se hiciera cargo de un equipo de fútbol de la segunda división, que comprara espacio en una radio y televisora local y que alquilara cuatro pick ups para comenzar a monitorear mensajes, aunque faltaban tres meses para el inicio de la campaña.
Ni siquiera había comenzado la campaña cuando el candidato suplente ya había gastado $100 mil en regalías para las comunidades, incluso con fondos propios contrató una motoniveladora que iba a los cantones de los municipios gobernados por su partido, para aplanar calles.
Organizó festivales bailables que costeaba de su propia bolsa, regalaba delantales, gorras y muchas otras cosas.
Llegada la campaña el gasto fue más del triple. Por un momento pensó que realmente iba a ganar, porque en los mitines notaba apoyo de la gente. En plena campaña no alcanzaba a comprender que la gente llegaba por las regalías y por ver el show que ofrecían cinco señoritas que vestían minúsculas ropas y a las cuales él les pagaba.
Al final de las elecciones su partido tuvo suficientes votos para lograr una diputación. La suya ya no alcanzó. A cambio el partido le ofreció un cargo dentro de una institución, pero él realmente no lo necesitaba porque como comerciante y empresario es exitoso.
Al hacer las cuentas, el ex candidato a diputado suplente, acepta que gastó entre $600 mil y $700 mil, cantidad que puede ser mayor tomando en cuenta que cuando se hizo cargo del equipo de fútbol pagaba los salarios de los jugadores.
Ahora sigue siendo dirigente deportivo, pero sin la obligación de correr con todos los gastos del equipo, sigue como comerciante y empresarios y tiene la firme convicción de que nunca más será embaucado por un político para ser candidato suplente... Talvez como titular, añade.
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