Más sabe el agricultor humilde de su tierra y de la vocación que tiene, que burócratas que nunca cultivaron una pequeña parcela, los famosos campesinos de escritorio.
Editorial.08 de Enero.Tomado de El Diario de Hoy.
No logramos entender las finalidades de la "Comisión para la Seguridad Alimentaria" que el Poder Ejecutivo ha nombrado, considerando que en igual manera podría buscarse la seguridad en muchos otros órdenes. Y si de seguridad se trata, lo prioritario debe ser la seguridad física; estrenamos el año con más homicidios que el norte de México.
Tomando la expresión en su sentido literal, ¿cómo es que se puede garantizar, o al menos intentarlo, que haya suficiente comida en un país? ¿Cómo consiguen los pobladores de Lichtenstein, Ciudad del Vaticano, San Marino o Andorra, asegurar la "seguridad alimentaria" en sus microterritorios? En Andorra y San Marino, como ejemplo, se come en forma espléndida, pero en Corea del Norte, Biafra y Sudán se padecen horribles hambrunas pese a sus extensos territorios.
Por si nuestros lectores lo han olvidado, la India, que sufrió de hambre durante décadas y que todavía tiene enormes bolsones de hambre, cuenta con más área de labranza por habitante, que Francia. En Francia el problema no es la insuficiente producción de alimentos, sino los excedentes que no siempre se pueden vender.
Hay otro interesantísimo y aleccionador caso, o más bien espantosa tragedia: en el Siglo XIX, Ucrania fue considerada "el granero de Europa", el principal abastecedor de trigo, azúcar, carne. Bajo Stalin, en los tiempos del glorioso bloque socialista de naciones, un alto porcentaje de la población en Ucrania murió de hambre. En la actualidad la agricultura ucraniana se está recomponiendo, veinte años después del derrumbe del Muro de Berlín.
No hay que ir muy lejos: la agricultura salvadoreña era mucho más productiva y los campesinos tenían un superior nivel antes de la reforma agraria que después de esta, una reforma realizada precisamente para mejorar las condiciones de vida de los pobladores rurales, pero que en muchos aspectos y sectores llevó la agricultura a la bancarrota. Vea cualquiera con sus propios ojos el patético estado de las tierras del sector reformado.
Buenas leyes producen buenas cosechas
No se requiere de una gran proeza mental para llegar a una conclusión: que los países prósperos, con una fuerte economía, tienen asegurados sus alimentos aunque no los cultiven ellos mismos; a la inversa, países de débil o arruinada economía sufren de escasez o caen en hambrunas aunque estén en medio de grandes y feraces territorios. La diferencia que hay entre las dos Coreas, la capitalista donde abunda de todo y la comunista en la que falta todo, es el mejor ejemplo.
La diferencia entre bonancible agricultura y ruinosa agricultura es, en la casi totalidad de los casos, la regimentación, el que desde arriba se dicte a los agricultores lo que deben sembrar, cuándo, cómo, usando cuáles tecnologías, etcétera. Recordando una buena frase: más sabe el agricultor humilde de su tierra y de la vocación que tiene, que burócratas que nunca cultivaron una pequeña parcela, los famosos campesinos de escritorio.
¿Queremos seguridad alimentaria? Para conseguirla hay que comenzar dando seguridad al agricultor de que sus tierras no serán invadidas, que no será acosado por cuatreros y extorsionistas, que nadie piensa despojarlo de lo suyo.
Asimismo, de nada sirve cultivar bien una propiedad si luego resulta que la economía está tan mal que nadie va a comprar esa producción. La seguridad alimentaria se alcanza cuando hay inversión y confianza en un país. Buenas leyes hacen buenas cosechas.
elsalvador.com :.: ¿Seguridad alimentaria? Primero seguridad jurídica
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