Zoraya Urbina.08 de Marzo.Tomado de Diario Co Latino.
Tomás Edward Merino llegó temprano a trabajar como lo hacía diariamente de lunes a viernes, desde 2004, sin imaginar que ese 21 de julio de 2007 sería su último día de trabajo y que, en marzo de 2011, aún no estaría laborando.
Era técnico en el departamento de Informática de la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA), hasta que fue despedido bajo el cargo de “pérdida de confianza, por haber causado maliciosamente daños al equipo de la institución, al haber eliminado componentes programáticos al Sistema de Catastro del Servidor de Producción SICCAT de ANDA”, según el reporte bajo el que le siguieron el proceso de despido que, según dice, no fue transparente.
A las once de la mañana de ese día, por una aparente falla técnica, las máquinas se apagaron y los archivos del área de Catastro se borraron. Los técnicos procedieron a solucionar el problema y, después de un rato, encendieron las máquinas de nuevo.
La entonces gerente administrativa del lugar llamó a cada uno de los empleados del departamento; y, lo que pudo resolverse con sólo buscar el respaldo que se supone todo departamento de informática debe tener, se convirtió en una vorágine, de la que, hasta la fecha, no se levanta.
Las fallas en los equipos y sistemas de informática producen, en ocasiones, pérdidas de datos importantes, por lo que las empresas e instituciones tienen un respaldo de la información, mejor conocidos como back up.
Él y otros dos compañeros fueron destituidos porque se les acusó de querer boicotear a la institución, explica. Todos apelaron y luego de un proceso en el que hubo serias inconsistencias, no lograron ser restituidos en sus puestos de trabajo.
Merino asegura que hubo personas dentro de ANDA que le aseguraron que quisieron involucrarlo de alguna manera en algunos de los manejos viciados en el caso Perla. “No porque yo tuviera un gran puesto, sino porque necesitaban un chivo expiatorio en quién sabe qué mal manejo”, conjetura.
Otra de las situaciones que denomina “extrañas”: su jefa de entonces, la ingeniera Ruth Perla, no estaba en el momento del incidente. No obstante, ella aseguró que sí, durante el despido, y lo acusó de “causar daños en el material de los archivos de Catastro”. Asegura que en ningún momento habló con él, después del incidente.
“Había compañeros que son testigos de que ella no estuvo en el lugar, entonces cómo puede asegurar que yo arruiné o perdí la información”, cuestiona el afectado.
Después de tres audiencias, fue despedido y “salió con la cola entre las patas”, pese a que no hizo nada que pudiera malograr su trabajo, asegura. Lo más grave fue que dañaron su honor y su historial laboral y ni siquiera lo indemnizaron. “Nunca antes en mis otros trabajos tuve problemas o hubo quejas por mi honestidad”, enfatiza.
“¿Cómo a estas alturas de la vida, una persona va a hacer algo para arruinarse los años que le quedan?”, pregunta. Puso una demanda en un juzgado de lo laboral, la respuesta la dieron hasta el año pasado, el proceso lo ganó ANDA porque no presentó testigos ya que fue notificado, hasta el día de la audiencia, que tenía que llevarles, explica.
Lo único que desea a estas alturas es trabajar de nuevo, no entiende la razón de su despido, ni por qué le negaron su indemnización, cree que fue un proceso injusto del que fue víctima sin saber por qué.
Ha pedido audiencias con el titular de ANDA, Marco Antonio Fortín, sin tener siquiera una respuesta. “A los 56 años ya no es tan fácil conseguir trabajo. No pido que me den limosna, sino que me reinstalen en mi antiguo puesto, del que fui despedido sin ninguna justificación “, manifiesta.
Es injusto que pase esto en un pais de "democracias"..... Justicia!!! Justicia!!!!!
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