La concesión del galardón de la Academia Sueca al escritor hispano-peruano Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936) es un reconocimiento a la trayectoria literaria de uno de los grandes narradores en lengua española y un homenaje al subcontinente latinoamericano, territorio nominado por German Arciniegas como “El continente de los siete colores”.
Escrito por David Hernández.12 de Octubre. Tomado de La Prensa Gráfica.
Vargas Llosa sintetiza en su obra las tradiciones, creencias, supersticiones, virajes ideológicos y carácter sicológico de la idiosincrasia del hombre latinoamericano que ha poblado esta geografía desde la segunda mitad del siglo pasado hasta nuestros días.
Sus novelas “La ciudad y los perros”, “La casa verde”, “Conversación en la Catedral”, “La guerra del fin del mundo”, “Lituma en los Andes” o “La fiesta del Chivo” son el reflejo de esa sociedad traumatizada que surgió a flote en el siglo XX, con el eco de las guerras posindependencistas del siglo XIX y sus eternas luchas entre liberales y conservadores, ahogada bajo el manotazo de sus dictadores de aldea, la mayoría provenientes de una casta militar que abortó, con nepotismo y corrupción, un futuro más equitativo y democrático que Latinoamérica tanto merecía y merece.
Así lo expresan personajes de su obra como el dictador dominicano Leónidas Trujillo, “el Chivo”, o el protagonista Lituma en su confrontación con Sendero Luminoso en los Andes.
La lengua española hablada por más de 450 millones de habitantes del planeta así como la literatura latinoamericana están de fiesta, pues Vargas Llosa representa al “Boom” que en los años sesenta lanzó a la palestra mundial a la literatura latinoamericana junto con otros monstruos sagrados de la novelística continental como Julio Cortázar, Carlos Fuentes o el premio Nobel 1982, Gabriel García Márquez.
Con los chilenos Gabriela Mistral y Pablo Neruda, el guatemalteco Miguel Ángel Asturias y el mexicano Carlos Fuentes, Vargas Llosa es el sexto premio Nobel latinoamericano.
La Academia Sueca le otorgó el galardón “por su cartografía de las estructuras de poder y sus imágenes mordaces de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo”. Desde Nueva York, el Nobel peruano destacó que se trata de “un reconocimiento a la lengua en que escribo, la lengua española, y a la literatura latinoamericana”.
Su obra contiene otras aristas tan importantes como su novelística; en la ensayística con obras como “La orgía perpetua”, “El idiota de la familia”, “Historia secreta de una novela”, “Historia de un deicidio” y en la dramaturgia con “La señorita de Tacna”, “La Chunga” o “Katy y el hipopótamo”.
Consumado polemista, sus artículos de opinión dan testimonio de un espíritu inconforme, de un político fuera de serie, de un artesano de la palabra y de un brillante analista de los principales acontecimientos del mundo contemporáneo, que lo convierten en un testigo de su tiempo.
Su incursión en la política como candidato presidencial por el Frente Democrático, que le valió ser derrotado en 1990 por el ex presidente Alberto Fujimori, fue una vivencia político-literaria que se tradujo en su libro “Como pez en el agua”.
Militante de izquierda en los años cincuenta y entusiasta simpatizante de la revolución cubana en sus primeros años, Vargas Llosa devino un personaje de centro derecha, paulatinamente, a partir de su distanciamiento de la revolución cubana debido al veto impuesto al poeta Heberto Padilla, a finales de los sesenta.
Su obra se mide por las dimensiones que ha dado a escala mundial a la literatura latinoamericana trascendiendo no solo el patio de la vocinglería y la retórica estéril de los políticos sino también el cotilleo y los compadrazgos de los escribidores de aldea.
Ha recibido un Nobel a su medida que lo es también para Latinoamérica y sus mundos migrantes y nigromantes, para sus universos concluyentes y confluyentes.
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