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2010/10/15

LPG-El espíritu de las escuelas normales 50 años después

 En uno de sus tantos artículos, el recordado maestro normalista y sociólogo don Gilberto Aguilar Avilés se refirió al “espíritu de las escuelas normales” como un estimulante de emociones y razonamientos en muchos egresados de “la Masferrer”, hoy profesionales en diferentes disciplinas.

Escrito por José Ernesto Urbina Barrientos.15 de Octubre. Tomado de La Prensa Gráfica.

 

Ese espíritu nos reúne cada aniversario. Siempre hay entusiastas que convocan que animan y contagian, organizados en “células” van a los pueblos los fines de semana, llamadas telefónicas, mensajes y otras tantas creativas estrategias. Nos reunimos, sin diferencias de ninguna especie ¡siempre masferrerianos, siempre normalistas, siempre maestros...! Y ¿para qué? Para compartir fraternalmente unas horas, para mirar la totalidad del hoy con los gratos recuerdos de nuestra formación, reconocer a connotados maestros formadores: Rigoberto Guzmán, Gildaberto Bonilla, César V. Sermeño, Francisca Betancourt de Rubio, Hilda Navas de Rodríguez y otros no menos importantes; recordar a los que duermen en la paz del Señor, reconfirmar hipótesis educativas y plantear nuevas, disfrutar la música, las anécdotas. Compartir con las familias, esposas e hijos y con ello también compartir la satisfacción de padre y maestro. Las “normalistas egresadas de la Normal España” hacen lo propio.

Hoy, la visión tanto de alumnos como de maestros formadores es distante: primero, los estrictos procesos de selección para el ingreso a la docencia (cuyo cumplimiento no garantizaba que se alcanzara plenamente el perfil estudiantil esperado); segundo, el ejemplar desempeño de los “Orientadores”, profesores-guía que vivían en la escuela y brindaban un esmerado seguimiento y evaluación de las actuaciones y competencias de los estudiantes bajo su responsabilidad, en el ámbito deportivo, artístico, intelectual, personal y social; y tercero, había oportunidades formativas compensatorias en el proceso, que llenaban vacíos de entrada, experiencias de aprendizaje formales y no formales.

Recordando aquellos entornos de formación, mientras, servía la asignatura de Didáctica General a un grupo de estimados profesionales del Curso de Formación Pedagógica en una universidad les pregunté sobre su cultura musical y resultó que el 99% nunca había asistido a un concierto sinfónico. A partir de escuchar mis argumentos formativos y pedagógicos de la música y de relatar algunas experiencias en esta materia logré captar su interés y motivación suficiente para decidir la asistencia a un concierto. Esto desató una entusiasta actividad de todo el grupo: gestionaron las entradas al teatro, investigaron y compartieron las composiciones musicales del programa a escuchar, las familias de instrumentos que componen una orquesta sinfónica, tipos y funciones de los músicos y demás; se discutió incluso la presentación personal.

El día del concierto, el grupo se situó en un buen lugar a escuchar y a disfrutar con atención y conciencia la música de los grandes maestros ¡en vivo! Al evaluar la actividad, con base en las acciones, las reacciones y los testimonios, concluimos que fue un gran aprendizaje, inolvidable para todos... Compartí lo que cultivó mi escuela, allí estaba: ¡El espíritu de la Normal “Alberto Masferrer”...!

El espíritu de las escuelas normales 50 años después

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