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2010/10/10

LPG-Dios, Unión, Libertad

 “El orden de los factores no altera el producto”, señala la regla... Muy cierto. Pero no cuando nos referimos a las palabras estampadas en nuestra bandera nacional, Dios, Unión, Libertad. Tres palabras que encierran el propósito y el profundo anhelo en la vida de muchos. En la turbulenta historia de nuestro pequeño gran país no han faltado quienes han buscado ignorar o alterar el orden y la importancia de lo que estas palabras representan. Es precisamente porque este orden ha sido alterado que vemos a este hermoso país que lleva por nombre el de su Señor, olvidarse de su identidad. Cuántos salvadoreños vemos lo que está sucediendo y levantamos una oración a una sola voz para que se restablezca el orden, ya no solo el orden social, sino el orden que nos identifica como salvadoreños, el orden que viene de vivir primero para Dios, en unión con los demás y en verdadera libertad.

Escrito por Samuel William Ortiz Dauber.10 de Octubre. Tomado de La Prensa Gráfica. 

 

Algunos seguramente dirán, que este orden hay que relegarlo únicamente a un nivel personal. Pero esto es ignorar las palabras que aparecen en nuestra bandera nacional, símbolo que nos identifica como salvadoreños, como un país. Debemos recordar lo que estas palabras representan cuando buscamos desesperadamente respuestas a los problemas que nos aquejan ya que, en definitiva, un Estado que altera este orden cosecha calamidades para sus habitantes.

Cuánto se puede decir de la libertad, creo que no le hemos puesto atención a la preciosa enseñanza de la Iglesia católica que grita como una voz en el desierto que la libertad y la responsabilidad van de la mano. Delacroix personificó a la libertad guiando al pueblo francés en su famosa pintura, pero una libertad sin Dios únicamente nos guiará hacia la autodestrucción. Sin Dios, significa ir sin más límites que los que yo mismo quiero poner, en otras palabras, yo hago lo que me da la gana. Con razón vemos funcionarios públicos mintiendo o diciendo medias verdades, empresarios (pequeños, medianos y grandes) no pagando honestamente sus impuestos... y cuántos más ejemplos pudiera dar. Pero el camino para corregir esto no es agarrar piedras para atacar, ya que debemos reconocer que todos somos tentados por esta falsa libertad sin responsabilidad. Una libertad que exige, exige y exige derechos, pero olvida que se debe de cumplir con obligaciones. Eso ha pasado en nuestro país, hemos optado por seguir las ilusiones, palabras bonitas y promesas populistas de una libertad sin Dios.

Para dar pasos hacia una unión, se comienza por hacer a un lado las cosas que nos separan. Suena simple, pero si es difícil a nivel personal y familiar, cuánto más lo será en cuestiones públicas y estatales donde existen tantas maneras de pensar y enfoques completamente antagónicos. Sin entrar en detalles, creo que los partidos políticos, como principales actores de la vida pública, deben identificar y hacer a un lado aquellos pensamientos, actuaciones e ideologías que son obstáculos para una verdadera unión por el bien del país. Se podría comenzar con aquello que es contrario a Dios, principalmente la mentira, el odio, la envidia, la ambición desenfrenada y la avaricia. Hay que discernir cómo es que esta “cizaña sembrada entre el trigo” ha influenciado a cada partido requiere de un espíritu humilde y honesto, preocupado más por el bien común que por el bien partidario. Una tarea que, sin la ayuda de Dios, es humanamente imposible.

Sin duda, defender la libertad en cualquier ámbito es importante, luchar por la unidad también, pero ninguna de las dos es más importante que Dios. Primero viene Dios y solo por su gracia viviremos en unión y libertad.

Dios, Unión, Libertad

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