EDH-Nuevas generaciones de políticos católicos

 Óscar Rodríguez Blanco.23 de Octubre. Tomado de El Diario de Hoy.

Hace unos días, el Papa Benedicto XVI envió un mensaje a la Cuadragésima Sexta Semana Social de los Católicos Italianos, en el que manifestaba su deseo de que surgiera una nueva generación de políticos católicos "sin complejos de inferioridad".

Una nueva generación que luche por el valor de la vida humana, la dignidad de las personas, la salvaguarda del medio ambiente, y que haga lo posible para erradicar toda situación de injusticia y de miseria.

El Papa aboga igualmente por una nueva formación intelectual y moral, que partiendo de las grandes verdades en torno a Dios, al hombre y al mundo, ofrezca "criterios de juicio y principios éticos para interpretar el bien de todos y de cada uno".

Es un ideal que no es fácil de alcanzar, pero pensando con optimismo, debemos saber que la juventud es muy sensible a los valores, y ellos, son muy capaces de crear una nueva forma de ser y de actuar en la política.

Existen muchos conceptos para definir lo que es la política, y cada cual, busca de definirla en la mejor forma posible. Una definición bonita es aceptar que la política es "el uso del poder legítimo para la consecución del bien común de la sociedad".

El político es un servidor de la comunidad, no se sirve de la comunidad para sus propios intereses, trabaja por ella y da lo mejor que tiene a favor de los que le necesitan, desempeña esa noble misión favoreciendo a todos, y en forma especial, a los más necesitados de la sociedad. Con una equilibrada actuación puede hacer frente a múltiples problemas con criterios basados en el evangelio. Es una tarea difícil, pero tampoco es imposible de alcanzar.

El político católico debe tener siempre presente que "el fin no justica los medios", y que por lo tanto, nunca será aceptable que trate de utilizar un medio que en sí mismo es perverso para lograr un fin por bueno que le parezca.

Si la vida es sagrada e inviolable nunca estará de acuerdo con una ley que permita el aborto o la eutanasia, nunca justificará la corrupción, el secuestro, la mentira o la difamación o leyes que puedan destruir el verdadero concepto de lo que es una familia.

Aprobar normas o leyes que lesionen los derechos fundamentales del ser humano, sería estar en contra de una verdadera democracia.

El cristiano que es coherente con su fe, no debe abstenerse de participar en la política. Los errores que se cometen no se arreglan abandonando la política, se arreglan participando en ella para defender la verdad. Jesús nos dice que debemos ser "luz del mundo y sal de la tierra", "luz" para iluminar, orientar y presentar la verdad con claridad y sin ambigüedades, y "sal," para actuar con prudencia, sensatez y delicadeza evitando toda corrupción.

Nos dice el Concilio Vaticano II: Alégrense los fieles cristianos «de poder ejercer todas sus actividades temporales haciendo una síntesis vital del esfuerzo humano, familiar, profesional, científico o técnico, con los valores religiosos, bajo cuya altísima jerarquía todo coopera a la gloria de Dios».(G.et S. 43).

*Sacerdote salesiano.

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