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2010/10/06

EDH-Editorial-OK tantas maravillas, pero ¿cómo se van a pagar?

 En algún momento hay que sacar el costo de cumplir con todas las promesas que se han hecho y se siguen haciendo desde hace tres años: vivienda "digna", servicios de salud "dignos"

06 de Octubre. Tomado de El Diario de Hoy.

La fábrica de ilusiones, sueños, cartas a Santa Claus, la puerta al País de las Maravillas se activó una vez más, nos lo recuerda nuestro colaborador Rodolfo Chang Peña, con la propuesta de las titulares de Salud para atender emergencias. Hay que enviar ambulancias, trasladar los heridos graves en helicópteros, intervenirlos de emergencia en los hospitales, aplicarles sueros y medicamentos, darles fisioterapia para rehabilitarlos… lo que apenas hay en los hospitales del sistema público de salud, lo habrá por obra de discursos para los accidentados.

Es evidente que quienes rigen la salud pública del país no caminan por los corredores de los hospitales, no preguntan a los pacientes, no ven los dispensarios, no se dan cuenta que una cosa es estar sentados y sentadas en sus mullidos sillones y otra la realidad. Y la realidad es producto más de la inepcia que de falta de recursos.

Esto, obviamente, se puso en evidencia con las declaraciones de un funcionario que ponían al desnudo su lustrosa y granítica ignorancia respecto a la industria farmacéutica del país, o cualquier clase de industria. Es usual entre la gente que vive en el país de los engaños prefabricados, el mundo como lo pintó Carlos Marx hace ciento cincuenta años, estrellarse con lo que rige el Siglo XXI.

Hay suficientes ingenuos en nuestra tierra, que creen que las promesas se van a cumplir, que los discursos van a aliviar sus necesidades. Si se coloca la primera piedra del gran centro hospitalario del cantón, imaginan que en cosa de pocos meses no habrá ningún lugareño que no esté atendido hasta en la última de sus dolencias, sean reales o imaginarias. Y ahora, como resultado del discurso al que alude el doctor Chang Peña, habrá contingentes de ambulancias, cirujanos, salas de operaciones, sacerdotes confesores, etcétera, para los accidentados.

Todo lo que aquí tenemos, lo producen empresarios

Esto equivale a las promesas que ciertos políticos hicieron a los pobres muchachos que están en las pandillas: habrá rehabilitación, puestos de trabajo, asistencia de sicólogos, centros de formación profesional, etcétera, para que dejen sus salvajes prácticas y se incorporen en forma digna a la sociedad. Lo que no hay para los niños buenos abundará para los no tan buenos pero que tienen orientaciones políticas correctas y votaron con sabiduría en las últimas elecciones.

En algún momento hay que sacar el costo de cumplir con todas las promesas que se han hecho y se siguen haciendo desde hace tres años: vivienda "digna", servicios de salud "dignos", salarios "dignos", apoyo "digno" a las comunidades, indoctrinamiento de escolares "digno", servicios públicos "dignos". En esto hay que recordar que en las paredes emporcadas de todo el país hay rótulos proclamando que la salud "no es una mercancía".

No podemos estar más de acuerdo: la salud no es una mercancía.

El pequeño problema, empero, es que las medicinas, las instalaciones hospitalarias, el tiempo y la experiencia de los médicos, la gasolina que se pone a las ambulancias cuando hay ambulancias, las luces del quirófano, el lavado de ropa de los pacientes, los productos que se usan para limpieza, etcétera, son mercancías que se deben comprar. Y se compran no con discursos y promesas, sino pagando por ellas. Y el dinero para pagar todo eso lo producen las empresas del país, no los políticos que también viven del dinero que aportan las empresas como impuestos.

elsalvador.com :.: OK tantas maravillas, pero ¿cómo se van a pagar?

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