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2010/09/19

LPG-La barbarie en Tamaulipas

 Aparentemente ya estamos acostumbrados a recibir a diario toda clase de noticias trágicas. Sin embargo, el asesinato a sangre fría de los inmigrantes centroamericanos indocumentados a manos del cartel de Los Zetas en Tamaulipas ha dejado paralizados de horror, impotencia y desánimo a millones de personas en el mundo civilizado.

Escrito por Eduardo García.19 de Septiembre. Tomado de La Prensa Gráfica.

 

Y por si fuera poco, dos de los fiscales destinados a investigar la diabólica masacre fueron asesinados pocos días después. Señales de que la sevicia sanguinaria de los sicarios ha sobrepasado todo límite de cordura humana y ha degenerado hasta los umbrales de la barbarie más animal.

Han pasado los días, las familias de las víctimas siguen todavía llorando a sus seres queridos y todo hace presagiar que esta masacre no será la última. A pesar del rechazo horrorizado y del espanto que esa acción archicriminal ha generado, y que muchos próximos migrantes ahora meditarán un poco más, al final, miles de ellos seguirán enfrentándose a la incertidumbre de ese viaje a veces sin retorno a la sombra de la muerte, en busca de un sueño.

Pero el problema de fondo es demasiado complejo y requiere la voluntad de muchas fuerzas combinadas para ofrecer una esperanza de solución. Es una cadena de vicios ya bien diseccionada, pero sin voluntad humana capaz de romperla. Y su primer eslabón es la pobreza sin solución de continuidad en que se siguen debatiendo millones de familias al sur del Río Grande.

Pobreza que es alimentada ante todo por la falta de educación, gratuita y de calidad. Esta no llega a miles de comunidades marginadas por culpa de una falacia: la falta de recursos financieros. Y no es la falta de recursos, sino la ingente cantidad de recursos públicos que desaparecen cada año fagocitados por la avaricia sin fondo de funcionarios corruptos, que raramente son enjuiciados y casi nunca condenados.

Allí se incuba el segundo gran foco de infección. Mientras la justicia no funcione en castigar a los delincuentes, sean de cuello oscuro o de cuello blanco, la descomposición del tejido social en nuestras naciones será lenta pero inexorable.

Y otro elemento corruptor es la televisión, con pocas salvedades. Se ha repetido hasta la saciedad que es imposible no sembrar los gérmenes de la violencia en nuestros hijos si la pantalla chica sigue abarrotada de sexo, drogas, matones y violencia en miles de programas, y otros dedicados a encumbrar la frivolidad, la vida fácil, diversión, dinero y fama como metas absolutas; mientras toda alusión a virtudes “antiguas” como austeridad, esfuerzo, autodisciplina, solidaridad y respeto por la legalidad son dejadas al margen.

Es lamentable el altísimo número de vidas que se seguirá perdiendo en los “trenes del terror” que transportan inmigrantes por todo México hacia EUA, y es loable la aparente buena voluntad del gobierno de ese país y otros más al sur para prevenir esta penosa hemorragia.

Pero muchos de estos esfuerzos están predestinados al fracaso mientras no se ataque de fondo el eslabón podrido: la corrupción que genera la injusticia; la injusticia que alimenta la pobreza; la pobreza que mantiene la ignorancia, ignorancia que se traduce en frustración y mal sana ansia de reivindicación a través de la violencia.

La barbarie en Tamaulipas

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