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2010/09/21

LPG-¿Es malo ser comunista?

 No son pocos los comunistas honorables, ni son pocas las páginas de sacrificio heroico que han escrito en la historia de sus luchas. En todo el mundo se han afiliado a ese ideal personas de extraordinaria calidad humana e intelectuales de primerísimo nivel. Su base teórica, el marxismo, es ciertamente uno de los discursos más vigorosos y fecundos que haya articulado jamás el homo sapiens en su devenir. No ser comunista, o ser incluso anticomunista, no implica negar esas realidades incuestionables.

Escrito por Geovani Galeas.v21 de Septiembre. Tomado de La Prensa Gráfica.

Pero la historia ha demostrado que así como suele haber suma nobleza entre los comunistas proscritos, que arriesgan sus vidas en las desiguales batallas contra los regímenes opresivos, el desprecio por la dignidad y la libertad humana, lo mismo que el culto a la personalidad y el recurso del crimen, parecen ser la regla general de los comunistas que se entronizan en el poder con vanas pretensiones de eternidad: Stalin, Mao, Pol Pot, Ceaucescu, Honecker y Castro entre otros célebres chacales.

Esas manchas infames, tintas de la sangre multitudinaria de sus propios pueblos sometidos, han abollado quizá para siempre el prestigio de los comunistas, pero no han abolido la seducción que genera un ideal que en su pureza utópica, en tanto crítica del poder y empeño libertario y por el bien común, hace frontera con el Evangelio. Eso explica, por ejemplo, por qué en un momento de la historia tantos cristianos, guiados por los preceptos de la teología de la liberación, se sumaron a las luchas armadas dirigidas en parte por los comunistas.

He distinguido al comunista abnegado en lucha contra cualquier forma de opresión, del comunista que en el ejercicio del poder deviene en opresor implacable. Uno es el entrañable compañero de caminata, sudor y combate, y otro es lejano ministro o diputado de aire acondicionado y auto de lujo. Esa distinción no es intuitiva, puesto que está plenamente fundada en la historia y en la realidad cotidiana, y solo un hipócrita o un ignorante puede negar el aspecto admirable en un caso u ocultar su cara siniestra en el otro.

Gran parte de la crítica comunista a la sociedad capitalista es razonable, muchos de sus reclamos son justos, sobre todo aquellos relacionados con la exclusión y la inequidad social. Pero de un diagnóstico parcialmente correcto no se sigue de modo inercial un remedio adecuado. La receta de la dictadura, así sea la del proletariado (que en realidad es siempre la del grupito de la comisión política), es simplemente insensata.

La pata coja de los comunistas ha sido siempre su desprecio por la democracia. Para ellos no se trata de corregir sus deficiencias e insuficiencias con inyecciones de más democracia, sino de sustituirla por la dictadura de una clase. Esto no es una interpretación, por supuesto, es uno de los principios expresos del programa comunista. Pero aun así hay comunistas honorables que no intentan esconder con cantinflismos que ese es su pensamiento y esas son sus intenciones. No compartimos sus ideas, pero se agencian nuestro respeto.

No es malo ser comunista, sobre todo cuando se está dispuesto a pagar cualquier precio por serlo en toda circunstancia (como fue el caso de Schafik Hándal o como es el caso de Dagoberto Gutiérrez, para citar solo dos nombres conocidos). Lo malo es fingir que se es otra cosa. Y es malo porque en ese juego de fingimientos se termina por creer que es mejor tener doble moral que no tener ninguna, y al final ni se es en verdad comunista ni se es demócrata. Solo un político más en el peor sentido de la palabra, seducido por los privilegios personales, pero nada más que eso.

¿Es malo ser comunista?

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