El expediente usual de la extrema izquierda, una herencia de Lenín, es descalificar a quienes se les oponen, insultarlos, poner en duda sus cualificaciones, acusarlos de "vendidos", decir que mienten
20 de Septiembre. Tomado de El Diario de Hoy.
Penalizar intenciones, lo que unos jueces por sí y ante sí piensan que motivó a un medio a publicar la foto del asesino del joven Carlos Francisco Garay, es profundizar la inseguridad jurídica que está desquiciando a nuestro martirizado país.
De acuerdo con el repugnante fallo del tribunal de apelaciones sobre las fotos publicadas por La Prensa Gráfica, una cosa es "expresarse con libertad e independencia" y otra hacerlo "en virtud de intereses políticos, económicos…" Sólo Dios puede juzgar lo que piensa y mueve a otros mientras no se compruebe con hechos lo contrario. Mal servido estaría el público si fotos que exponen en toda su crudeza el horror por el que pasan nuestros jóvenes salvadoreños día a día, fueran censuradas por un diario. La serie de fotos del asesinato tiene una dimensión internacional.
Continuamente diputados y voceros de la extrema izquierda pretenden descalificar a los medios endilgándoles el atributo de "comerciales", como si vender y comprar fuera malévolo, contrario a los intereses de "el pueblo". Coger dinero de Chávez es, para estos especímenes, servir los más nobles intereses de la humanidad, pero vender avisos a una cadena de almacenes es para ellos vender la conciencia, prestarse a las peores manipulaciones.
Según el confuso y mal escrito fallo, los contenidos que se publican o transmiten se definen en aras de la "supervivencia" entre medios competidores; competir, se insinúa, es algo reprochable, muy distinto de actuar con integridad. Lo dicen en un país que tiene leyes y una superintendencia para asegurar que en lo posible haya competencia, que no existan arreglos entre productores o comerciantes para fijar precios o repartirse mercados. Si dos supermercados compiten en precios, se aplaude, pero que dos medios se esfuercen por lograr primicias, es para condenarlos.
¿Cómo dudar de tan excelentes ejecutorias?
Hay medios que a lo largo de los años se han sacrificado para servir bien a su público, como también hay medios en los que el entrevistador o articulista toma dinero para ensalzar a funcionarios o llevar a las cámaras sólo a gente sin afeitar o en pijama, gracias sin duda a la munificencia de Chávez. Pero en cada vecindario hay mujeres honestas, mujeres livianas y hetairas. Esa es "la grandeza y miseria" de las sociedades libres. Los medios que se prostituyen pronto quedan en evidencia.
El expediente usual de la extrema izquierda, una herencia de Lenín, es descalificar a quienes se les oponen, insultarlos, poner en duda sus cualificaciones, acusarlos de "vendidos", decir que mienten, cuestionar los datos que se presentan.
Si los indicadores económicos muestran que El Salvador es un país de renta media, los izquierdistas dicen que las cifras fueron manipuladas "en Washington"; si una encuesta es desfavorable al Gabinete de Seguridad, o ponen en duda a la casa que la realizó o alegan que los métodos para encuestar no son profesionales, o que este Diario tiene una agenda política.
¿Cómo es que alguien --es la conclusión-- que con toda objetividad analice la estupenda labor de los titulares de Seguridad de El Salvador puede dudar de su gran capacidad, experiencia y trayectoria ética?
Pero indistintamente de las intenciones (las que juzga el tribunal de apelaciones), lo que cuenta son los argumentos, la jurisprudencia de siempre, el interés del conglomerado, los números que arroja el movimiento comercial, las cuantías de ventas, la cantidad de muertos.
elsalvador.com :.: "Los condeno por pensar como creo que piensan…"
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