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2010/09/21

Contra Punto-La emigración femenina, tema de estudio - Noticias de El Salvador - ContraPunto

 Godolfredo Echeverría.21 de Septiembre. Tomado de Contra Punto.

SAN SALVADOR - A mediados de los años 80, María tomó una decisión fundamental en su vida: tenía tres hijos, dos varones y una niña, el menor de tres años. Se había separado de su compañero, con quien vivía desde hacía varios años en una comunidad rural.
María estaba dedicada a las labores del hogar, pues el cuidado de sus tres hijos no le permitía trabajar. La separación de su compañero de vida la colocó en una situación muy difícil, al no contar con un trabajo para sostener a sus tres hijos y a su madre.
Después de pensarlo durante varios días con sus noches, tomó la decisión de emigrar hacia California, donde vivían unos familiares lejanos que ofrecían ayudarla.  Una madrugada, cuando todavía no aclaraba el día, acarició a su pequeño de tres años aún dormido, como lo estaban la niña de 8 y el mayor de 10, los besó uno por uno y haciendo un gran esfuerzo por contener el llanto, salió a enfrentar la decisión que había tomado.
Tuvo mucha suerte, en el camino no encontró dificultades, llegó a California y sus familiares le ayudaron a conseguir un trabajo. Tan pronto como pudo empezó a enviar el producto de su trabajo para que sus hijos pudieran alimentarse y crecer. La abuela, diligentemente, se esforzó porque los niños tuvieran lo necesario.
Un tiempo después, el compañero de María decidió buscarla para reconciliarse con ella y se dirigió, también, a Los Ángeles, donde decidieron hacer un nuevo hogar.
Los hijos de María se esforzaron por aprovechar su tiempo, estudiaron, los dos varones se graduaron de la universidad, la niña se graduó de bachiller. María y su compañero viajan con alguna regularidad a El Salvador, lugar al que han decidido no regresar para no privar a sus dos hijas nacidas en California, de las posibilidades que les brinda el país anfitrión.
Ana, la hija de María cuenta que su vida sin padres ha sido muy difícil, pues ella se convirtió en la madre de su hermanito y él en su padre. El problema –relata- era cuando en la escuela se realizaban actividades familiares o se celebraba el día de la madre o del padre. “Hubiera sido más fácil ser huérfana” –relata- “que saber que están, pero no están”.
Ana creció con mucha tristeza en el alma, le fue muy difícil adaptarse a la realidad de saberse abandonada por su madre y por su padre.
El tiempo ha pasado, Ana pasa de los 30 y en algunas ocasiones ha conversado con su madre y se han interrogado:
-¿Emigrar fue la mejor decisión?
Y la respuesta en la que madre e hija concuerdan es:
-¡No! ¡hizo falta el amor!
Detrás de las cifras sobre el envío de remesas de los migrantes se encuentra una realidad cotidiana que no se cuenta en dólares. El fenómeno de la desintegración familiar va afectando, poco a poco a la sociedad entera.
Cada año más mujeres emigran desde Centroamérica a causa de las dificultades económicas producto de la reestructuración de la economía que ha lanzado a grandes cantidades de población al desempleo, así como a las necesidades de la economía estadounidense que demanda grandes cantidades de mano de obra barata, mejor si son “ilegales” porque se conforman con menos.
El movimiento migratorio de las mujeres ha sido poco estudiado, sin embargo, con los datos que arrojan algunos trabajos (ver “Viajeras invisibles” de Ana Silvia Monzón http://www.acnur.org/biblioteca/pdf/5247.pdf), se logra establecer que cada vez más mujeres están migrando hacia el norte a realizar labores para las cuales la sociedad estadounidense no está preparada, como son: el cuidado de niños y niñas, cuidado de ancianos y enfermos y también, desde el punto de vista demográfico, un aporte al rejuvenecimiento de la población.
Por supuesto que la contraparte es que si nuestros países están expulsando mano de obra barata, calificada y no calificada, significa que nuestros países se están quedando sin ella. Si las mujeres centroamericanas están aportando a la fertilidad de los países del norte, estamos perdiendo la nuestra y si las mujeres están emigrando para cuidar niños, están dejando de cuidar los propios.
Hace varios años vino de visita el músico y productor afroamericano Quincy Jones, invitado a la inauguración de un centro cultural para niños y jóvenes y en su discurso agradeció a la mujer que le había criado a todos sus hijos: una salvadoreña que había emigrado y que enseñaba el afecto y el respeto, que cuidaba niños mientras sus padres trabajaban. El señor Jones tenía razón, ese trabajo tenía un valor incalculable.
El impacto que este tipo de fenómenos tiene sobre la sociedad de los países de origen de la migración no ha sido estudiado a profundidad, ya que constituyen una especie de lado oculto del fenómeno de envío de remesas. El costo que pagan las comunidades o regiones de origen o de salida de la migración no se mide en dólares, aunque debería, para poder decir con cuánto nuestros pueblos están aportando al enriquecimiento, rejuvenecimiento, integración familiar de los países de destino de la migración, indudablemente los más beneficiados.
Ana, la hija de María recuerda constantemente la historia de su vida y aunque entiende que su madre haya decidido permanecer lejos, dice: “…era más importante el amor”.

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