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2010/08/19

RAICES -La rabia secreta de un espray clandestino- Periodismo Alternativo desde El Salvador

 Remberto Ramírez.19 de Agosto. Tomado de Raices.

Fidel Orellana es un sociólogo que ronda los 50 años de edad. Aún recuerda aquellos días cuando era estudiante organizado de la Universidad de El salvador (UES), un simple hecho que bastaba para ser blanco de represalias de parte de la guardia nacional o ser tildado de terrorista.

Orellana narra como en aquellos tiempos de censura y sesgos a la libertad de expresión, las organizaciones sociales ideaban distintas formas de dar a conocer sus mensajes políticos ideológicos, entre ellas las pintas de grafitis en las paredes.  

Sostiene que cientos de frases guardaban el espíritu rebelde de una generación que quería cambiar al país, dando vida a la frase del poeta y periodista salvadoreño Jaime Suárez Quemain (1950-1980): “La rabia secreta de un espray clandestino”.

“Durante el conflicto armado las pintas fueron un arma eficaz contra la represión, ya que era la única forma de expresarse y manifestarse”, dice el sociólogo Fidel Orellana.

Las pintas durante el conflicto armado (1980-1992) jugaron un papel importante, debido a que los activistas no contaban con espacios para expresar, difundir o denunciar las atrocidades de los gobiernos de turno.

Sin embargo, a pesar que El Salvador no se encuentra inmerso en guerra y hay avances en el respeto a la libertad de expresión, muchas organizaciones sociales utilizan esta herramienta de difusión para expresar sus ideas o inconformidades.

Algunas consignas como “Pueblo organízate”, “Toda Centroamérica a luchar para el gobierno cívico militar de Michelletti derrotar” y “Medios masivos=Judíos millonarios” destacan en las paredes de ciertas zonas de San Salvador.

Para Orellana en el conflicto armado las pintas tenían “sentido” en un momento donde no existían medios de opinión, pero asegura que si en la actualidad las condiciones son distintas, éstas pierden su sentido.

“Pueblo organízate´ no es una pinta viable porque ya existen medios de organización, los partidos incluso tienen oficinas a las cuales las personas que quieran pueden acercarse y afiliarse”, dice.

Cristian Recinos de 22 años de edad y estudiante de ingeniería, es miembro del Colectivo Rafael Menjívar (CRM), dice haber hecho pintas en repetidas ocasiones y asegura que los grafiti son una forma de expresarse más directamente.

“El objetivo es llevar un mensaje a las masas para agitarlas y crear conciencia de sí mismas”, expresó.

Pero pintar no es una tarea fácil, comunicar una idea con pocas palabras es una tarea que requiere creatividad.

“Los grupos sociales manchan y a veces la población no entiende por qué se hacen (…) a veces ocurre que otros compañeros no logran comunicar el mensaje claramente”, asegura Cristian.

Daños a la Propiedad
Sonia Flores, encargada de un pequeño negocio informal de comida, asegura que “todos tienen derecho a manifestarse pero hay que respetar. Hay otras maneras de manifestarse, yo estoy de acuerdo que se manifiesten pero no de esa manera, ya que eso se mira sucio, lo cual implica gasto (de limpiar)”.

Estos llamados “actos de osadía” o “actos para concientizar a la sociedad” se vuelven contra producente para los grupos que los practican, ya que muchos de ellos abusan de las pintas.

“Toda la prensa es amarillista, una más que otra, dicen que la pintura cuesta quitarla y puede que tengan razón, pero hay casos en los que la marcha no ha terminado cuando ya la empiezan a despintar”, dice.

Según el psicólogo José Luis Escamilla “la función (de las pintas) hoy en día es distinta, no el objetivo, algunos creen que pintando la pared hacen la revolución”.

Asegura que algunos jóvenes tienen la necesidad de pertenecer a un grupo, y que eso es algo que comúnmente mueve la inspiración de la juventud para hacer pintas,  aunque a veces se desconozca la razón porque se hace.

“En ocasiones pueden hacerse por ganar estatus al pintar el nombre de su organización por tratarse de un acto de osadía o a lo mejor es simplemente resultado del calor de una marcha, que hace fluir la adrenalina”, asegura Escamilla.

“Yo apelaría a favor de usar formas más inteligentes de comunicarse, pero esa creatividad está en los jóvenes”, concluye.

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