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2010/08/14

LPG-En verdad... ¿cambios?

En términos lexicográficos, el verbo cambiar tiene varios significados, como: dar o tomar una cosa por otra; mudar, variar, alterar, cambiar de ideas (se dio con la sucesión partidista en el gobierno); vehicularmente, pasar de una marcha o velocidad a otra de distinto grado (aplicable al freno –por recelo– ocasionado al sector empresarial e inversionista con la llegada de nuevos funcionarios); quitarse unas prendas de vestir y ponerse otras (deseo frustrado para los farabundistas con su candidato Mauricio Funes).

Escrito por Eduardo Rohde Schell.14 de Agosto. Tomado de La Prensa Gráfica.

Pero, trasladándonos a la política nacional, los cambios suscitados con el movimiento gubernamental, hasta el presente, no han llenado las expectativas de la población, más que todo entre las clases necesitadas. Para muchos sus “cárcavas” económicas se han acrecentado. En algunas instituciones, cambios se dieron, pero en otras fue producto de componendas políticas, no por capacidad, como lo había pregonado el presidente entrante. Con el primer año de gobierno se esperaban rectificaciones, nueva conducción; por ejemplo en seguridad y deporte.

Muchos funcionarios se han mantenido en sus puestos, protegidos de las críticas, gracias a las “muletas” de sus segundos al mando y de asesores; elementos idóneos.

En política exterior sí se advierte un buen manejo de las actividades propias, aun de casos espinosos. Alejados de influencias controversiales, la Presidencia de la República y el ministerio del ramo –hasta el momento– lograron progresos en integración y acercamientos. A través del SICA, que constituye el primer espacio para la fortaleza regional, han logrado una imagen positiva del país y ventajoso protagonismo para concertar con los organismos fuera del área.

Respecto al citado foro, es lamentable que su miembro, Nicaragua, de manera desentonante, no haya acudido a algunas citas. Es evidente que lo hizo para bloquear y retrasar la incorporación de Honduras al organismo. Mas, ¿con qué solvencia moral adopta esa posición, si su presidente, Daniel Ortega –por cierto con escaso respaldo popular–, realiza continuamente actos antidemocráticos: manipula elecciones, impone autoridades con el fin de perpetuarse en el poder, restringe arbitrariamente medios de comunicación, como el caso del Canal 8. Dicho mandatario vocifera contra el “imperio”, pero mantiene dóciles vínculos con el venezolano Hugo Chávez.

Sobre cambios en nuestro país, algunos se han dado y son agradecidos por la población, mas, en buen porcentaje, no han tenido un acompañamiento sustentable, apoyo legal y transparencia. Podríamos etiquetarlos de populistas y, en ciertos casos, se ha llegado al extremo de esgrimir como propios, programas modificados o “reciclados” de anteriores gobiernos. Publicitan, excesivamente, proyectos que fueron fruto de gestiones realizadas en el pasado, como Fomilenio, el Puerto La Unión y el TPS.

En el Ministerio de Gobernación observamos con sorpresa que su funcionamiento borró la apreciación inicial que sería conflictivo. Respecto al de Educación, después del cumplimiento de la entrega de uniformes, útiles escolares y otras prestaciones –no en los tiempos planificados– se le sigue dando el beneficio de la duda. Su viceministro, Eduardo Badía Serra, es un elemento que aporta mucho e inspira confianza.

Sintetizando, se supone que los cambios son para mejorar, para avanzar, pero algunos observados, muestran tendencia involutiva.

El actual gobierno tiene tiempo, en lo que resta del periodo, para enderezar rumbos. Una mejor relación con la empresa privada, mayor entendimiento con los sectores políticos y tolerancia para la prensa en su función escrutadora, debe incluir en su agenda de trabajo.

En verdad... ¿cambios?

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