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2010/08/21

LPG-Alienación e inacción

 En nuestro país y en décadas anteriores, el concepto de alienación (como el de la ideología) estuvo muy asociado al análisis de raigambre marxista. Por ello, es posible que el descrédito de este haya afectado a aquel y actualmente se oiga hablar muy poco del tema. Sin embargo, la alienación existe hoy y aquí, acaso con más fuerza que nunca, en el pleno significado que define el diccionario: “proceso mediante el cual el individuo o una colectividad transforman su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición”.

Escrito por Rafael Francisco Góchez.21 de Agosto. Tomado de La Prensa Gráfica. 

 

Los hipnóticos e inusitados niveles de interés por eventos deportivos como el mundial 2010 o la rivalidad entre el Barcelona y el Real Madrid, que no pocas veces roza el fanatismo, son apenas un par de muestras del problema, que no sería tan patético si pusiéramos siquiera un tercio de esa atención a temas del entorno inmediato como el colapso del sistema de drenaje urbano, una de cuyas mayores causas es la costumbre nacional de tirar la basura en cualquier parte.

No se trata de satanizar al fútbol, del que uno puede ser aficionado con la moderación del caso; sin embargo, ¿qué pasaría si la indignación contra un mal arbitraje o una jugada polémica fuera del mismo nivel que, por ejemplo, la necesaria protesta ciudadana contra la inmoralidad legal que permite a nuestros máximos magistrados llevarse un escandaloso bono “renunciando” a sus cargos el día previo a la expiración de su periodo, o que da luz verde a las onerosas renovaciones de la flota automovilística legislativa, entre otros lujos?

Muchas veces se culpa a los medios de difusión masiva, a la globalización y a la instantaneidad de las comunicaciones, por el excesivo interés que las masas ponen en temas foráneos que poco o nada tienen que ver con sus propias vidas. No obstante, uno puede comprobar que los asuntos de realidad nacional ocupan un espacio preponderante en la agenda cotidiana de periódicos y noticiarios de radio y televisión, pese a lo cual sigue habiendo altos niveles de indiferencia o desconocimiento de los mismos entre la población promedio, incluso entre sectores que se suponen relativamente bien educados.

Una comprobación preocupante de lo antes dicho es que los principales argumentos del debate sobre la lectura obligatoria de la Biblia en las escuelas apenas son conocidos por los jóvenes estudiantes de instituciones educativas tradicionalmente consideradas de prestigio. ¿Será que interesan más las “trivias” del Facebook y similares?

Como explicación y quizá como disculpa, hay quienes invocan el derecho a la evasión mental frente a una realidad que por momentos excede los límites de la comprensión, pues vivir el día a día pendiente de la violencia que destroza al país puede producir una cuota de zozobra, tormento y depresión. Pero las dificultades de la existencia no se solucionan cerrando los ojos o mirando para otro lado.

Nos quejamos del caos que son capaces de crear pequeños grupos que se manifiestan por una u otra causa. Más allá de lo nocivo que resulta la generalización de las tomas de calles reconozcamos al menos que estas personas están conscientes de un problema e intentan –con o sin abuso y error en ello– hacer algo al respecto, a diferencia de otros que parecieran no querer saber nada de nada.

Cuentan que un pueblo unido (y no necesariamente el del estribillo partidario) hizo renunciar aquí a un dictador en 1944. ¿Acaso no podría otro pueblo realmente unido, bien informado, consciente y comprometido, poner a trabajar en serio a sus autoridades constituidas?

Alienación e inacción

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