Carlos Mayora Re.21 de Agosto. Tomado de El Diario de Hoy.
Disfrutemos a King Flyp. Está haciendo lo mejor que puede y, mientras no se le saque de contexto, da gusto ver el esfuerzo y dedicación que pone para cantar lo suyo. La incógnita más grande que produce es cuánto va a durar su popularidad, y la más importante es por qué ha tenido tanto éxito.
En cuanto a la primera pregunta habrá que esperar, en cuanto a la segunda, ya se está escribiendo en los blogs y conversando en todas partes entre los que les gusta trascender el fenómeno y buscar causas y explicaciones. La respuesta a las dos preguntas es: a ver.
Además, no hay que perder de vista que King Flyp no es un verso suelto, es parte importante de la sociedad en que no sólo ha medrado, sino que le ha dado su apoyo y respaldo. Conociendo un poco su personalidad, sus aciertos y desaciertos y las razones que cada uno puede atribuir a su éxito, que casi siempre empieza con cierta curiosidad burlesca y termina con la aceptación de una música interesante pero siempre popular, concluiremos por conocernos un poco más a nosotros mismos.
Así pasa con las expresiones objetivas que traslucen la subjetividad. Sólo son capaces de apreciar el arte aquellos que tienen cierta connaturalidad con lo expresado por el artista. Lo absolutamente ajeno es imposible de ser conocido, y por lo mismo apreciado. En cambio, aquello con lo que tenemos algo en común cobra realidad estética frente a quien lo capta. Por eso, más que King Flyp y su música, es interesante mirar al público, mirarnos, y pensar un poco por qué, qué valores compartimos, qué aspiraciones en boga encarna, qué ideales, cuáles deseos implícitos, etc.
Estoy seguro que King Flyp, el artista más que la persona, es bastante más que la realización de un sueño de fama y popularidad. Es ocasión para conocer con qué nos identificamos, más allá de cuestiones étnicas o socio económicas. Para muestra un botón: ocúpese el lector de buscar a King Flyp en youtube, y más que escuchar y ver "Abandonado" o "Terremoto", deténgase en los comentarios de los internautas; hallará un muestrario de opiniones más o menos divertidas, preocupantes, violentas, racistas, bayuncas, ingeniosas, satíricas… Pero ninguna indiferente.
Leerá a los malinchistas, que defienden lo nacional por el simple hecho de serlo; malinchistas con variaciones: románticos, idealistas, intolerantes con los que no lo son, así como los que ya sopesaron cómo sacar provecho personal (económico o político, provecho a fin de cuentas) del fenómeno King Flyp mientras dure.
Hay quien ve en él lucha de clases, mientras otros defenderán la maravilla de las oportunidades que una sociedad sin autoritarismo permite a los artistas emergentes o a los agentes sociales que se expresan artísticamente. Están los superficiales, que les gusta porque está de moda, y que contribuyen a ponerlo de moda porque les gusta, pues la verdad ni aclaran por qué les gusta ni les interesa saberlo. Les gusta. Y están los que vieron, juzgaron y callaron.
Es obvio que no estamos ante una súper revelación artística, ni ante un muchacho común y corriente que le dio por componer y cantar. No podemos ni entusiasmarnos desproporcionadamente ni hacer caso omiso de la moda del momento. Por lo menos, podemos pensar un poco al respecto.
Hacer un listado de actitudes y reacciones ante el fenómeno sería largo, además de tedioso. Tengo para mí que conocer nuestra reacción ante algo tan inesperado como arrollador puede ayudarnos a pensar cómo somos realmente pues, como es sabido, todo lo que se recibe se acoge según la forma del recipiente.
*Columnista de El Diario de Hoy. carlos@mayora.org
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