Lea mañana la historia de una familia que perdió su vivienda valorada en $70 mil.Lea el miércoles el relato de un usurero que piensa que su actividad es necesaria.Lea el jueves la historia del asesinato de un prestamista.
Escrito por Jaime Ulises Marinero.05 de Julio. Tomado de La Página.
Tiene su negocio en el Centro Comercial Libertad de San Salvador, donde se especula que se venden y compran cosas robadas. Hasta ahí llegan decenas de personas con la finalidad de prestar dinero o pagar intereses. Es uno de los muchos prestamistas que se aprovechan de las necesidades de pequeños comerciantes y de personas en apuros financieros.
El prestamista nunca dice no a una solicitud oral de préstamo, toda vez que haya una garantía de por medio. La garantía es generalmente la necesidad y en ocasiones la escritura de un inmueble.
Prestan al 15, 20 o 25 por ciento diario; es decir al 450, 600 y 750 por ciento mensual. A nadie obligan, todos los prestadores llegan por su propia voluntad.
La modalidad es el pago diario. Así si una persona presta diez dólares está obligada a pagar en menos de 24 horas dos dólares de intereses y seguir debiendo los diez dólares o pagar los doce dólares y saldar la cuenta.
Alguien presta diez dólares un día y si cada día abona solo los dos dólares de intereses, puede llegar a pagar hasta 730 dólares en el año y seguir debiendo los diez dólares.
Hay pequeños comerciantes que se dedican a la venta de productos en las calles o que tienen sus pequeños puestos que acuden a los prestamistas para hacer un préstamo de urgencia. El prestamistas les hace firmar una letra de cambio, que generalmente está en blanco, como garantía de que van a pagar, pues de lo contrario el usurero le pone la cantidad que quiera y lo demanda en un tribunal de lo civil, un tribunal penal o un tribunal mercantil, dependiendo del caso y la cantidad.
Es el caso de Alicia (nombre cambiado para proteger su identidad) propietaria de una cafetería en los alrededores del mercado donde estuvo la ex Biblioteca Nacional. En diciembre pasado se vio en la necesidad de prestar 200 dólares, con el compromiso de entregar a partir del siguiente día 20 dólares diario o la cantidad de 220 dólares de una vez para saldar la cuenta. Pasó durante once días pagando 20 dólares diarios (en total 220 de intereses). El doceavo día llegó a pagar otros $220 para no deber nada. Cuando llegó a pagar no se encontraba el prestamista, pero una empleada le entregó la letra de cambio la cual ya no estaba en blanco, pero en el espacio de cantidad decía que el préstamo era por 2,000 mil dólares. El prestamista le había agregado un cero más. Afortunadamente la empleada le entregó el documento si reparar en eso.
Alicia volvió a ir donde el prestamista a pedirle una explicación. Éste le dijo que había sido un error. Alicia está segura de que ese prestamista pretendía estafarla y llevarla a los tribunales si se negaba a pagar los 2,000 dólares. Para su suerte todo salió bien. Ya no ha vuelto a prestar, por el momento.
La mayoría de prestadores piden cantidades que oscilan entre 10 y 20 dólares para poder establecer su negocio diario. Por ejemplo alguien quiere vender shampoo y no tiene dinero para adquirir el producto , acude a un prestamista para que le entregue 20 dólares y 24 horas después debe entregar cuatro dólares de interés y seguir debiendo lo prestado o 24 dólares y cerrar la cuenta.
Si alguien no paga la cuota de interés diario, pero para esa persona, porque se suma a la cantidad global y el interés diario igual. Los 20 dólares prestados pasan a ser 24 dólares y el interés se cobra con base a esa cantidad. Cuando los prestadores no puede pagar por varias semanas se ven expuestos a sendas demandas en los tribunales o a que se les haga “bola negra” entre los usureros y que jamás vuelva a obtener “dinero al crédito”.
Para poder prestar dinero por primera vez basta con que algún cliente del usurero lo recomienda, si es en pequeñas cantidades, o que acudan con escrituras de bienes e inmuebles para hacer los tratos. Los prestamistas, que tienen contactos con abogados o apoderados legales, firman cartas de ventas y escrituras provisionales de compra venta. Alguien con una urgencia mayor tiene que tener bienes para ser objeto de un préstamo.
Los prestamistas no piden fiadores, más que la garantía de documentos y las letras de cambio, casi siempre firmadas en blanco.
En el Centro Comercial Libertad, es conocido el caso de don Jesús, un hombre sesentón que hace unos cuatro años estaba enamorado de una joven a quien le regalaba cosas finas y caras. Un día estaba sin dinero y sin que su esposa e hijos se dieran cuenta llevó las escrituras de su vivienda a un prestamista abogado en el centro de San Salvador y éste le dio 4,000 dólares. A partir del siguiente día tenía que pagar la cuota diaria de 400 dólares o 4,400 de una vez para cerrar la cuenta.
Don Jesús apenas pudo pagar la cuota los dos primeros días. Pasado un mes y desesperado por todo lo que debía y desilusionado porque la joven se había marchado con otro hombre, contó a sus hijos lo que había hecho. Sus hijos intentaron saldar la cuenta, pero la sorpresa era que según en contrato del préstamo y las letras de cambio, don Jesús había prestado 40 mil dólares y no $4,000.
Actualmente el proceso está en un tribunal, donde probablemente el caso lo pierda la familia de don Jesús, pues solo tiene su palabra contra los documentos que el mismo firmó y que probablemente fueron modificados o que él no leyó cuando le entregaron el dinero.
El caso de don Jesús se ha repetido en muchos casos. Familias que pierden su vivienda, sus carros, sus muebles o algo material valioso, por haber acudido a prestamistas usureros que nunca niegan un préstamo, pues saben garantizarse que ese dinero regresará con creces.
La usura es un delito, pero los prestamistas no obligan a nadie, dice el abogado Ricardo Leiva, al explicar que si alguien le presta a otra persona un dólar y a cambio le pide dos (100 por ciento de interés) es un acuerdo privado al que nadie está obligado a aceptar y cumplir. El problema legal es cuando las personas firman letras de cambio en blanco y el prestamista luego le pone la cantidad que se le antoje. En estos casos vienen los problemas legales que se resuelven en los tribunales casi siempre a favor de los agiotistas.
En el caso de las personas que prestan cinco o diez dólares diarios y que deben, en menos de 24 horas, recuperar ese dinero más la cuota que deben dar al usurero, los prestamistas generalmente no los hacen firmar letras de cambio, pero tiene la garantía de la necesidad de esa persona.
Según la PNC hasta ahora no han detenido a ningún usurero, pues no hay denuncias contra ellos y nadie piensa que es un delito, aunque por ley sea castigado. El problema es que nadie tiene un rótulo de usurero.
Un fiscal señala que encontrar letras de cambios firmadas y en blanco puede ser considerado como delito por falsedad de documentos, por lo que en algún momento pueden ser viables los allanamientos en busca de esos documentos, sin embargo no hay denuncias y nadie identifica plenamente a los usureros.
La División de Finanzas de la PNC elaboró un estudio en 2006, en el que indicaba que en el centro de San Salvador había al menos unas 150 personas dedicadas a la usura. Algunos legalmente establecidos y bajo las figuras de pequeñas casas de empeño o negocios de compra y venta de oro y joyas.
Los tribunales civiles y mercantiles atienden a un 40 por ciento de casos relacionados con deudas no pagadas o con problemas legales por la adquisición de bienes e inmuebles por esta vía.
Los bancos del sistema financiero siguen con una serie de requisitos que orillan a la gente a no poder acceder a préstamos bancarios, situación de la cual los usureros se aprovecha como aquel que tiene su negocio en el centro comercial Libertad, a dos cuadras del edificio central de la PNC, y sin sudar, a diario recoge cientos de dólares producto de intereses inmorales… y de la necesidad.
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