17 de Julio. Tomado de Diario Co Latino.
Es muy cierto que si hicieran una encuesta a nivel nacional, casi todos los salvadoreños,
incluyendo a los vendedores maltratados, quisieran ver al Gran San Salvador, así como al resto del país, en orden, limpio y pujante económicamente. Pero este alcance está todavía muy, pero muy lejos de ser una realidad, a pesar de que en este siglo, se han perfeccionado las telecomunicaciones, informática y el marketing globalizado y nosotros todavía seguimos siendo el país con índices de crecimiento económico alto, a costa de marginar al pueblo en su desarrollo humano, factor que debería ser el centro de cualquier política de estado.
Y si a este indicador, que es la esencia fundamental con la que deberían de contar la mayoría de los países del mundo, no se le pone la atención debida, real y sincera, es por demás que se estén haciendo maniobras políticas viciadas, planes económicos y sociales infundados.
Es digno de aplaudir, la medida tomada por el consejo municipal presidido por el alcalde Dr.Norman Quijano, que desea embellecer la ciudad, pero le faltó el ingrediente sociopolítico principal y básico para tomar esa decisión, es decir, haber hecho una previa planificación por sector y sin violencia para que los afectados fueran convencidos con razón y justicia a ser desalojados y reubicados. Esa ayuda la hubiera solicitado a la ANEP, al gobierno central y a la sociedad, ya que el señor presidente dijo que el colaboraría con el Alcalde en todo lo concerniente al reordenamiento de la capital.
Todo la gente sabe muy bien que en toda el área metropolitana de San Salvador, se esconden bajo el amparo de tantos negocios en desorden, intereses oscuros de personajes también oscuros, y que la culpa no es solo de los dueños de las ventas callejeras y ambulantes, sino, en su mayor parte por los alcaldes y algunos políticos inescrupulosos que desgraciadamente todavía viven de parásitos a costa de impuestos del pueblo, fondos que deberían invertirse en obras de beneficio social.
Aparte de ese crecimiento paulatino del desorden callejero, se sumó, la construcción de champas, covachas, etc., en la orilla de todos los ríos que atraviesan la capital o en cualquier barranco, así como la proliferación desordenada de comunidades marginales sin ningún plan preconcebido, incrementándose más el desorden.
Pero como la decisión del inicio de desalojo de las ventas y vendedores ambulantes no tiene marcha atrás, según dijo el alcalde, no queda otro camino que esperar la reacción social que en nada beneficiará a sus aspiraciones de reelección como alcalde o la candidatura presidencial respaldada por la derecha.
El presidente de la república dio un espaldarazo a la medida, pero con la condición de que los afectados no solo fueran desalojados, sino, que a la par se les brindaran reubicaciones y atenciones inmediatas que paliaran sus pérdidas en las ventas de sus productos.
Es comprensible el clamor de la ciudadanía en general ante el acoso ininterrumpido de la criminalidad en todas sus facetas: hurto, asalto y robo, homicidios o asesinatos, extorsiones, narcotráfico, contrabando, etc., donde como reacción inmediata de hechos sin nombre como el que sucedió en Mejicanos, no queda otro remedio que pensar y pedir apresuradamente la pena de muerte.
Estoy de acuerdo y creo que todo El Salvador también lo estará, pero esta medida precipitada solo daría lugar a reacciones y a confusiones políticas y estériles en su discusión en el congreso. Es preciso que tal medida tiene que discutirse y analizarse con razón y pensamiento frío para que los partidos no se aprovechen y saquen rajas a su favor.
Lo sabemos todos los salvadoreños hasta la saciedad, que el país ha venido pudriéndose paulatinamente desde hace más de 60 años en aspectos de índole política, educativo-cultural, socio-económica, medio ambiental y de salud, pero hay que entender que lo destruido, así queda, y también es un factor que ha contribuido a lo que hoy estamos viviendo.
Lo mejor es que todo El Salvador se una con ideas sanas, sinceras y coherentes, y que sea el presidente de la república quien lidere a lo que el ha llamado “UN PLAN DE NACION Y UNIDAD”. Es cierto que nadie es perfecto como conductor de un país, pero con aciertos que son más que los desaciertos en su gestión, es que el jefe del ejecutivo creo que puede dirigir la agenda de transformación social.
Una de las primeras obligaciones imperativas del señor presidente, es sanear el poder ejecutivo, haciéndolo de verdad, pero de verdad, muy competitivo y al servicio de los salvadoreños que hacen uso de las instituciones que dependen de él.
El presidente también debe enviar iniciativas de ley al congreso, pero no para elaborar más leyes que nadie respeta en este país y que es factor determinante de lo que nos sucede actualmente, sino, que para que se revise despacio y con cerebro la ley primaria o sea nuestra constitución política, leyes secundarias, normas y reglamentos. Así se podrá ver que es lo que se está interpretando bien o mal en su aplicabilidad.
Seguidamente, hay que reformar el reglamento interno de la asamblea legislativa, haciendo énfasis que los diputados que componen dicho órgano de estado, sean no solo preparados intelectualmente, sino, correctos, honestos y con visión de país.
El día miércoles 23 de junio en la Entrevista con Ernesto López, agradó mucho la posición de Ernesto Angulo, diputado de ARENA, quien enfatizó que hay necesidad de depurar todo: jueces, policías, fiscales, y hasta diputados. Yo agregaría alcaldes y sus concejos y la ANEP misma y sindicatos.
Como es un Plan de Nación al que aspiramos, el Presidente de la República está en la obligación de concensuar, concertar y lograr acuerdos con los otros Órganos de Estado y todas las fuerzas vivas del país, ya que de esta manera la ANEP, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, Universidades, iglesia en general, MIPYMES, sindicatos y resto de las fuerzas sociales saquen un factor común: “GANANDO TODOS CON JUSTICIA Y EQUIDAD, GANA EL SALVADOR”.
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