El 15 de marzo de 2009, Mauricio Funes Cartagena ganó las elecciones no solo porque era un mejor candidato que Rodrigo Ávila, de ARENA, sino porque los ciudadanos estaban saciados de los últimos 20 años de neoliberalismo y clamaban por el cambio, que el FMLN y su candidato les ofrecían.
Escrito por Ernesto Rivas Gallont.09 de Mayo. Tomado de La Prensa Gráfica.
Pero y durante la campaña hicieron eco aquellas palabras que alguien muy cerca del hoy presidente me dijera: “Mauricio es un general sin ejército”. Y se hizo evidente que el tal Mauricito el Rojo, como lo llamaba un editorialista, no existía y, por lo contrario, aun antes de las elecciones Funes tuvo acercamientos con empresarios de todo calibre, mientras mantenía su discurso de opción preferencial por los pobres.
Y vino el 1 de junio y el flamante presidente revela lo que su gobierno sería en su discurso de toma de posesión, que no infundió miedo en el sector privado como muchos antes creían; más bien, seguramente, causó resquemores entre sus correligionarios que lo acompañaron en las celebraciones populares, manteniendo cierta distancia marcada por la cautela que la campaña había impuesto.
Hay ya rumores de una total separación que algunos califican como un divorcio. Si eso ocurre, Funes se verá liberado de todo compromiso con el Frente, pero sin partido político que lo sostenga. Ello implica la necesidad de formar alianzas con uno o más partidos políticos, lo que explica las negociaciones que ocurren entre el presidente y algunos partidos y líderes políticos.
¿Y qué ha pasado durante estos 11 meses? Ya no se puede seguir culpando a ARENA por la situación y ahora el gobierno de Mauricio Funes tiene que aceptar que la responsabilidad por lo que ocurre en el país es suya y de nadie más.
Es cierto que las áreas críticas predominantes en el gobierno anterior, la economía y la violencia, persisten, pero también es cierto que ninguna de las dos ha mejorado, si acaso, ambas han empeorado.
La economía continúa deteriorándose, afectada por la falta de inversión interna y externa. Eso genera desempleo y dificulta la satisfacción de las necesidades básicas del ser humano. La violencia continúa imparable y ya no solo se trata de los 10 o 12 asesinatos diarios, sino que de irrefutable evidencia que el narcotráfico y lavado de activos ha sembrado raíces profundas aun en los centros de poder y las autoridades parecen incapaces de llevar a cabo investigaciones que conduzcan a identificar a los individuos involucrados. O ellas están contaminadas.
Son varias las promesas de campaña que no han sido cumplidas; una que resalta es la lucha contra la corrupción. Aquí el presidente Funes ha fallado de punta a punta. No solo no ha movido un dedo para investigar la gran corrupción que fue evidente en el gobierno anterior, sino que hay indicios claros de que en su gobierno hay corrupción también a gran escala.
El presidente Funes decidió que el epicentro de la corrupción de gobiernos anteriores se mantendría, cuando conserva el texto y propósito del artículo 2 de la Ley de Presupuesto, que permite trasladar a la cuenta de Gastos Imprevistos de Casa Presidencial, los excedentes de partidas presupuestarias no gastados. De allí es de donde salieron los $219 millones del gobierno anterior.
Faltan todavía 4 años para terminar el mandato de Mauricio Funes. Es largo y suficiente el tiempo para revisar lo que ha ocurrido o no ha ocurrido durante los primeros doce meses, para hacer los cambios necesarios que incluirían un cambio de rumbo del que originalmente lo llevó al poder.
Más sobre el tema, hoy en mi blog: http://blog.netorivas.net
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