Escrito por GN3.21 de Mayo. Tomado de La Prensa Gráfica.
Rafael Castellanos.
En las dos palestras anteriores, hablamos sobre grupos que mantienen secuestrado al país: los buseros y los que se toman las calles. Hay muchos más que exponer. Hoy añadimos a la lista la corrupción estatal y los funcionarios que llegan a sus puestos con la intención de aprovecharse, o en el camino toman esa opción: robar, tener prebendas abusando de los recursos del Estado, colocar en empleos a parientes, amantes, etc., seguros de que es muy difícil que los persigan, juzguen y encarcelen. Desafortunadamente estos malos funcionarios cada vez son muchos más que los honrados, virtualmente en todos los ámbitos del Estado.
Introducimos hoy la categoría de paladines. Aquellos que cumpliendo su deber enfrentan a los secuestradores que han logrado imponer sus intereses sobre los de la sociedad: los funcionarios y grupos que deben mostrar en estos días si tienen la voluntad, la calidad moral y el coraje de ser paladines, frente a agresiones concretas a la sociedad, que en estos días están en la luz pública.
Un paladín emergente –agradable sorpresa– es el presidente de la Corte Suprema de Justicia, que se ha dedicado a eliminar excesos de los funcionarios en esa institución, que ha estado siempre por encima de todos, como en un olimpo al que nadie tiene acceso. Los rumores de abusos han circulado por años, pero en eso se han quedado. Finalmente llega un presidente a la Corte que decide reducir privilegios e investigar irregularidades para finalizar con ellas.
Lógicamente cuando algo así sucede, los afectados reaccionan violentamente, como todos a los que les afectan sus ingresos y prebendas, aunque sean mal habidos. Nos cuentan periodistas que investigan el movimiento de los magistrados que le quieren complicar la vida a él y los de la Sala de lo Constitucional, independientemente de los argumentos jurídicos, por la cólera de quienes pueden perder prebendas y por probables irregularidades que saldrán a la luz y que pueden tener implicaciones legales. Falta ver si es así.
Otro paladín emergente es Norman Quijano, que lucha con uno de los problemas nunca resueltos: las ventas informales en el centro de San Salvador, que han sido dueñas de las calles por mucho tiempo. Ataca el problema con una aproximación seria, firme y serena; hace prevalecer la ley y el derecho de los ciudadanos sin caer en la tentación del populismo y la prepotencia.
La corrupción es uno de los secuestradores más graves en las sociedades y el que más influye en detener el desarrollo de los países. En el país, a pesar de algunos casos insignia del pasado, no se ve que haya voluntad de combatirla. En parte es por el secuestro permanente de la Corte de Cuentas y en parte porque a la Fiscalía, además de estar políticamente sometida al presidente de la República, la corrupción le ha ido ganando en el campo a la honradez. Tienen secuestrado al país.
Se habló muchísimo de corrupción en la administración anterior, de que Funes y el FMLN perseguirían la corrupción que encontraran. Finalmente se ve algo concreto y se agrega a la lista de paladines al ministro Gerson Martínez, quien presentará pruebas de supuesta corrupción a la Fiscalía. ¿Querrá convertirse el fiscal en paladín o ser, como muchos temen, hombre del gobierno anterior que no hará bien las cosas?
Los buseros atacan de nuevo. Quieren subir el pasaje, el subsidio y perdón de multas, lo que consiguen siempre gracias al apoyo de diputados en la Asamblea. ¿Lo conseguirán de nuevo? ¿Tendrá algún grupo en la Asamblea el valor de cambiar y tratar de ser paladines? La población espera y observa con detenimiento.
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