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2010/05/09

LPG-”La lucha contra el crimen organizado debe ser política de Estado”

 El ex presidente colombiano Ernesto Samper (1994-1998) participó en Espacio 2010 Centroamérica, realizado en el país en abril pasado, donde comentó la situación de la lucha contra el narcotráfico y la violencia urbana en Colombia. De igual manera, habló sobre el futuro de Colombia frente a las elecciones presidenciales de fin de mes, que llevarán un cambio de gobierno tras ocho años de la presidencia de Álvaro Uribe.

Escrito por Joyce Álvarez. 09 de Mayo. Tomado de La Prensa Gráfica.

¿Cuáles son las lecciones de Colombia en la lucha contra el narcotráfico?

Lo primero es que la lucha contra el crimen organizado debe ser una política de Estado, no es una responsabilidad exclusiva de un gobierno, ni es un asunto de carácter temporal, tiene que ser el resultado del compromiso de las organizaciones políticas, sociales, de los estamentos más importantes de la sociedad para que sea realmente una política efectiva. Lo segundo es que no es solamente una presencia militar, también se necesita una presencia social del Estado para que legitime la acción de las fuerzas armadas o de la Policía ante la población civil que se puede ver afectada por este tipo de medidas.

¿Podría decir que hasta el momento Colombia ha ganado la lucha contra el narcotráfico?

Colombia la está ganando y creo que ya tenemos toda una batería de instrumentos que fueron, de alguna manera, perfeccionados durante los años noventa y que nos permiten hoy en día decir que tenemos la política más elaborada de lucha contra el narcotráfico en el mundo. Mecanismos como la extradición de nacionales, la extinción del dominio de los bienes adquiridos de forma ilícita, la tarifa punitiva para este tipo de delitos, los controles al lavado de activos, todo forma parte de una política como resultado de varios años.

¿Cree que México está bien encaminado en esta lucha? Advertía que si México pierde esta lucha Centroamérica debe prepararse para enfrentarla.

Pienso que México está haciendo lo que tiene que hacer, pero me preocupa que la gente en México está mirando esta lucha, que está lidiando el presidente (Felipe) Calderón, como que no tuviera, como si fuera un problema del presidente Calderón contra el crimen organizado y esto no fuera un problema que le interesara a todo México como país y a sus propias instituciones.

¿Cómo debería Centroamérica prepararse en el caso de que México no lo logre?

En la medida que el narcotráfico es un problema global, que comienza en un sitio y termina en otro del mundo, tenemos que trabajar bajo un concepto de corresponsabilidad en el diseño de redes de lucha contra las distintas etapas del narcotráfico. La lucha debe ser integral, debe comenzar por supuesto con los cultivos ilícitos de droga en Colombia, del Perú o en Bolivia, pero debe terminar también con políticas para la restricción de la demanda y para el combate de los pequeños traficantes que colocan la droga en las manos de los consumidores de los países desarrollados.

Colombia ha trabajado mucho tiempo con Estados Unidos con el Plan Colombia, y ahora en México se está aplicando la Iniciativa Mérida que también beneficia con fondos económicos a Centroamérica y el Caribe. ¿Cómo ve esta ayuda?

El problema del Plan Mérida como del Plan Colombia es que el componente militar desborda el componente social. En el caso concreto del Plan Colombia no es suficiente que el Estado llegue y de alguna manera destruya los cultivos ilícitos a través de la fumigación aérea si simultáneamente no llega ese mismo Estado para ofrecerle al campesino posibilidades de sustitución social de los cultivos u ofrecerle salidas democráticas a sus necesidades. Lo importante es que estos planes de alguna manera logren integrar un componente social con un componente militar.

Aquí se estableció un Centro Antipandillas de la Policía, ¿cree que este esfuerzo es suficiente o qué más se puede hacer?

Además del control de carácter policíaco, por supuesto tiene que hacerse porque no podría esperar uno que las pandillas se regeneren para que puedan dejar de cometer los crímenes que están cometiendo, me parece que por lo menos en Colombia existen experiencias de diálogo, de reconciliación y de recuperación de valores en las zonas donde están actuando estas bandas, experiencias en Medellín que podrían ser válidas para acabar con estas áreas que existen en El Salvador.

Se han denunciado contactos de los carteles mexicanos con pandillas salvadoreñas y elementos de la Policía en Guatemala están vinculados con el narcotráfico.

Yo pienso que se trata de organizaciones ya mucho más jerarquizadas y tecnificadas al servicio de los grandes carteles del crimen organizado, lo cual los hace más peligrosas. De alguna manera las pandillas tienen un origen y un componente social, obviamente debe tenerse en cuenta para la solución del problema. Pero en el caso de estos grupos son, yo los asemejaría más bien a los grupos paramilitares colombianos que estaban al servicio directo del narcotráfico, como empresa del crimen organizado.

¿Es esta una señal de alarma para trabajar en otras áreas?

El combate a grupos paramilitares debe ser un combate que esté organizado ya dentro de un esquema estrictamente militar, hay que evitar que estos grupos establezcan contacto con los sectores militares y ya es una guerra de unas dimensiones distintas, no son incursiones aisladas y se trata ya de un desafío de carácter más institucional que debe ser confrontado institucionalmente.

En otra área. Chile, Venezuela y Brasil han anunciando compras de armas, ¿considera que podría ser esto una amenaza para la región?

Sin duda, es claro que en los últimos cinco años se ha reactivado la carrera armamentista en América Latina en parte como resultado del levantamiento del embargo de venta de armas que tenía Estados Unidos con respecto a América Latina, en parte por el comercio de armas ligeras de los antiguos países socialistas que se han trasladado a zonas de América Latina y por las propias políticas permisivas de porte de armas que existe en estos países. No se trata solamente de la adquisición de armas de alta tecnología que se está produciendo, sino también la forma de cómo la población misma se está armando para defenderse de unas amenazas de seguridad que son evidentes.

¿Consideraría válido que la población se arme?

No, yo creo que hay que ir a una política de desarme colectivo, si el Estado no tiene la capacidad de defender a la gente y tiene que aconsejarle que se arme para asumir su propia defensa ese sí es el final del Estado de Derecho.

Aquí se discutió recientemente una prohibición a la portación de armas en lugares públicos, ¿sería una alternativa?

En Colombia se han intentado políticas voluntarias de desarme, que la gente entregue voluntariamente sus armas que sean intercambiadas por bienes de consumo básico, becas y oportunidades de trabajo. También han existido mayores restricciones a los salvoconductos que expiden las Fuerzas Armadas para determinadas armas, ha habido una mayor vigilancia, restricción y control. Pero repito, en el fondo el problema se debe terminar si se consigue que la gente no se sienta amenazada y que no termine buscando armas para cubrirse de riesgos que están sintiendo.

Estados Unidos ha señalado que solo Venezuela participa en esta carrera armamentista en la región.

Armas están comprando todos, armas está comprando Chile, Brasil acaba de firmar un acuerdo militar de primer mundo sobre tecnología nuclear y transferencia de tecnología, Venezuela lo está haciendo y Ecuador lo comienza a hacer. El problema es que detrás de las compras de armas vienen los vendedores de conflictos y detrás de los vendedores de conflictos vienen los vendedores de municiones y así se establece un círculo poco virtuoso en que los conflictos se retroalimentan por el tráfico de armas.

El temor de Estados Unidos es que las armas lleguen a grupos ilegales.

Es una hipótesis válida, el mercado de armas es un mercado como cualquier otro, que tiene su demanda, sus demandantes, su oferta y sus oferentes, por eso es tan peligroso poner armas en circulación, porque uno sabe de dónde salen pero no dónde terminan.

¿Las elecciones en Colombia serán un punto de inflexión para mejorar las relaciones con sus vecinos?

Colombia está viviendo una situación preocupante de aislamiento internacional, en parte consecuencia de haber convertido la política de seguridad democrática, que es una política eminentemente interna, en la pieza fundamental de la política internacional. El próximo gobierno tendrá que crear condiciones para superar este aislamiento internacional y con dificultades en sus relaciones con países como Cuba, Venezuela, Ecuador, la misma Bolivia.

¿Son ciertas las acusaciones contra el candidato oficial Juan Manuel Santos de que organizó un golpe contra su gobierno en alianza con paramilitares?

Lo que a mí me consta es que efectivamente, en algún momento, el Gobierno tuvo conocimiento que en ese entonces el doctor Juan Manuel Santos estaba buscando fraguar una alianza con los sectores al margen de la ley, acompañados por algunos dirigentes de opinión que seguramente ignoraban la primera parte del acuerdo para establecer el gobierno y crear un gobierno de transición que permitiera avanzar hacia la paz; esto es lo que a mí me consta, lo que conocí en ese momento.

¿Se confirmó la información?

Era una información que tenía toda la veracidad confirmada por los organismos de inteligencia del momento, que fue manejada directamente por el ministro de Defensa de la época.

Entonces, ¿se manejó como una amenaza real?

En Colombia es muy difícil pensar en un golpe militar, es un país de una larga tradición civilista. El problema es que este no era un golpe militar, sino era un golpe paramilitar porque estaba de alguna manera organizado, contando con el respaldo de grupos al margen de las fuerzas armadas, de la guerrilla, los narcotraficantes, los esmeralderos y los ejércitos privados del narcotráfico. Se tramitó como una información preocupante en ese momento pero que no tuvo mayores consecuencias porque estábamos al final del Gobierno. Parece que no se lograron poner de acuerdo los distintos sectores, no fraguó.

¿Podría afectar esto a Santos en la carrera presidencial?

No soy yo el llamado a juzgar la gravedad de estos hechos, lo están planteando los candidatos en este momento y pienso que deben ser las autoridades judiciales las que en su momento se pronuncien sobre la seriedad y veracidad de estas informaciones que han salido de las declaraciones de un jefe paramilitar preso en Estados Unidos.

¿Cómo ve a Colombia sin el presidente Álvaro Uribe?

No va a ser fácil, el país se acostumbró a la figura fuerte, dominante, de papá bravo de Uribe que regañaba, que gobernaba y que trabajaba incansablemente. Pero precisamente lo que hace las fortalezas de la democracia es que no hay personas insustituibles. Creo que el mayor aporte paradójicamente del presidente Uribe, como ha llevado su gobierno, es que de una forma democrática aceptó la decisión de la Corte Constitucional de retirar su aspiración a una segunda reelección y esto ha permitido que en un libre juego democrático el país avizore otras personas que tengan que hacerse cargo de manejar el destino de este complicado país los próximos cuatro años.

Antes calificó a Colombia como “el vecino incómodo”, ¿con la salida de Uribe podrían mejorar las relaciones con la región?

Depende de quién lo reemplace, pero ahí tengo que dejarlo porque no puedo tomar partido.

”La lucha contra el crimen organizado debe ser política de Estado”

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