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2010/05/05

LPG-Arizona desde el norte y desde el sur

... Me parece excesivamente simplista e irresponsable estigmatizar como fascistas o xenofóbicos a quienes la aprobaron o están de acuerdo con ella.

Escrito por Joaquín Samayoa.05 de Mayo. Tomado de La Prensa Gráfica.

El lugar donde nos ubicamos para observar un objeto nos facilita ver algunos aspectos de ese objeto pero nos limita o nos impide ver otros. Situados frente a una pared, podemos ver un lado de la misma pero no el otro ni lo que pueda haber detrás de ella. Algo muy parecido ocurre con las percepciones de la realidad política y social. Si queremos aprehender un fenómeno en toda su complejidad, tenemos que observarlo desde diversos puntos de vista.

Al estado de Arizona podemos verlo desde distintos ángulos. Podemos situarnos en sus propias ciudades o verlo desde Washington o desde el inmenso e indómito sur. Podemos verlo desde sus temores o desde los nuestros; desde la economía o desde la política; con los ojos de la razón o con los de la pasión. Cada una de esas perspectivas nos permite ver un aspecto de la realidad. Para entender y para juzgar, para transformar la realidad, tendríamos que movernos un poco de nuestro habitual punto de vista. Tendríamos, digo, porque me refiero también a los políticos en Washington, al pueblo de los Estados Unidos y a los legisladores de Arizona y de otros estados que están considerando leyes similares a la controversial SB-1070.

Hace tres años, en ocasión del último intento que se hizo durante la administración Bush para aprobar una reforma migratoria integral, publiqué en este espacio una columna en la que comentaba el esfuerzo fallido del año anterior (2006) y advertía que, ante la imposibilidad de lograr consenso para una ley federal, varias legislaturas estatales y municipales habían comenzado a responder a estados de ánimo e intereses locales, aprobando leyes y ordenanzas orientadas a dificultar la movilidad y las opciones de trabajo de los inmigrantes ilegales.

En la misma columna (“No pueden vivir con ellos y tampoco sin ellos”, LPG 23/05/07), intentando comprender los sentimientos y los argumentos de rechazo a la inmigración ilegal, señalé: “Por la fuerza de los números, los inmigrantes ilegales son percibidos como una amenaza cada vez mayor a la hegemonía anglosajona en la cultura estadounidense y como una amenaza también a la capacidad de las instituciones de ese país para resguardar sus fronteras, hacer valer sus leyes y atender la creciente demanda de servicios sociales”.

Las cosas no han mejorado para nadie desde entonces. El flujo de inmigrantes ilegales tiende a incrementarse en la medida en que se deterioran en América Latina los factores que mueven a la gente a buscar un futuro más prometedor fuera de sus países de origen. Mientras tanto, en Estados Unidos la recesión económica provocó la pérdida de varios millones de empleos, lo cual hace ver con más recelo a los que llegan del sur a distorsionar algunos segmentos del mercado laboral, ofreciendo mano de obra flexible, barata y sin mayores exigencias para los empleadores.

En el ámbito político, las decisiones económicas que el presidente Obama se vio casi obligado a tomar para superar la crisis, y la prolongada batalla para lograr una profunda reforma al sistema de salud, han dejado como saldo una marcada polarización ideológica y una agitación de las fuerzas sociales conservadoras y liberales, creando un clima muy poco propicio para dialogar y alcanzar consenso en un tema tan espinoso como el de la reforma a las leyes federales de inmigración. Con elecciones de medio período encima, pocos senadores y congresistas están dispuestos a arriesgar su futuro político tomando una clara posición, cualquiera sea, en este tema.

Ese es el contexto en el que se propone y se aprueba la ley SB-1070, en un estado que, por su ubicación geográfica, tiene más razones para temer la amenaza de una inmigración descontrolada y un congreso federal paralizado por la confrontación ideológica y los cálculos políticos. Seguramente hay otras legislaturas estatales considerando, por las mismas razones, medidas similares a la que adoptó Arizona. Y según la encuesta de CBS y el New York Times, 60% de la población nacional está de acuerdo con ese tipo de leyes o con unas todavía más drásticas.

Es muy real el peligro de que, a pesar de sus provisiones en sentido contrario, al aplicar la ley SB-1070 se incurra en prácticas de discriminación racial, pero me parece excesivamente simplista e irresponsable estigmatizar como fascistas o xenofóbicos a quienes la aprobaron o están de acuerdo con ella. Echar leña al fuego de la histeria colectiva no es la mejor forma de defender los derechos e intereses de nuestra gente en los Estados Unidos.

Arizona desde el norte y desde el sur

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