Editorial.10 de Mayo. Tomado de El Faro.
La recién juramentada presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, se ha estrenado con un humilde discurso en el que se compromete a cooperar con el resto de naciones centroamericanas en el combate al crimen organizado y la inseguridad ciudadana.
Es el suyo un discurso alentador en una región que se ha convertido en la más violenta del continente y con escasa capacidad de hacer frente a las poderosas bandas de narcotraficantes y su penetración en las estructuras de los estados centroamericanos.
Hoy el crimen organizado es imposible de atajar con estrategias nacionales, porque su accionar es regional. Sin un esfuerzo coordinado que implique intercambio de información, sistemas de alerta y operativos conjuntos entre las autoridades de los países centroamericanos, la lucha contra el narco está perdida.
La oferta de Chinchilla es a la vez evidencia y esperanza. En un país como el suyo, que se ha negado sistemáticamente a una mayor integración regional y en el que el discurso público parte de las diferencias con las demás naciones del istmo, su oferta es evidencia del avance del crimen organizado y la amenaza que supone ya para Costa Rica, que resistió a los conflictos armados de los años ochentas pero que no puede abstraerse de la trasnacionalización de los carteles y sus transformaciones a partir de los planes Colombia y Mérida.
El mensaje de Chinchilla es también esperanza, porque marca un nuevo paso en la integración de Costa Rica al resto del istmo y se presenta como un socio clave para una estrategia conjunta. Hoy, en realidad, las autoridades de El Salvador y Nicaragua podrían abanderar la lucha integrada contra el crimen organizado con el involucramiento de Costa Rica, porque las autoridades de estos tres países tienen una mucho mayor institucionalidad que las de Honduras y Guatemala, más corruptas y penetradas tanto en sus ejércitos como en sus policías.
Es deseable un paso rápido de las palabras de Chinchilla a las acciones de su gobierno. En materia de seguridad regional, es determinante la rápida integración de su país para intentar, por fin, un plan conjunto que permita hacer frente a la terrible amenaza del avance del narcotráfico.
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