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2010/05/15

EDH-Pensamientos intrusos

 Escrito por José María Sifontes-15 de Mayo. Tomado de El Diario de Hoy.

Seguro que ya le ha pasado. Escucha por casualidad una canción que no le gusta, incluso que le cae mal o que detesta a tal punto que le revuelve el estómago... y pasa tarareándola todo el día. Intenta sacársela de la cabeza, se da palmadas en la frente para olvidarla pero sigue, y se pregunta: ¿Y yo por qué estoy cantando esa maldita canción? Bueno, pues esa es la forma más simple y común de idea obsesiva. En este caso es inofensiva, y la olvidará al día siguiente.

A veces las ideas obsesivas no son ni tan simples ni tan inofensivas, y llegan a producir mucha tensión psicológica, especialmente cuando son parte de un desorden mental conocido como Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC). Como su nombre sugiere en el TOC se presentan obsesiones y compulsiones que toman control sobre la mente y la conducta. Las obsesiones son ideas intrusas, persistentes, que llegan y se quedan sin que la voluntad las pueda desechar.

Provocan ansiedad, pues no son ideas agradables, por el contrario, se relacionan con temores, peligros y castigo. Las compulsiones son actos que tienen como fin aliviar la ansiedad creada por la obsesiones y, aun cuando un observador neutral las pueda juzgar como extrañas y sin sentido, siguen una lógica para el que las realiza.

La mente es la parte más individual y particular de los seres humanos, aún más que los rasgos físicos y las huellas dactilares, por lo que las obsesiones y las compulsiones de una persona no son idénticas a las de otra. Sin embargo, existen algunas tan comunes que se podrían catalogar como universales, y pueden presentarse tanto en un zapatero de Noruega como en un dentista filipino. Entre las obsesiones comunes están la del temor de contaminarse, la de agredir a otros, especialmente personas cercanas y queridas, pensamientos sexuales inaceptables, blasfemias y obligaciones religiosas. Son compulsiones comunes el lavarse las manos frecuentemente, contar en series, tocar y alinear objetos, rezar excesivamente, chequear y repetir acciones de manera ritual.

Obsesiones y compulsiones se asocian de manera congruente. El lavarse compulsivamente las manos tiene como fin evitar la contaminación y el chequear repetidamente una cerradura alivia la sensación de inseguridad. Eso podría tener sentido, pero la mente va más allá y pone las cosas más difíciles, haciendo pensar que la última lavada no fue suficiente o que se dejó abierta la puerta en el último chequeo. Y todo se repite. El hacer las mismas cosas un número determinado de veces, ordenar objetos o rezar en respuesta ante ciertos estímulos puede llevar el objetivo de evitar futuras desgracias o castigos.

Ciertos elementos obsesivo-compulsivos son usuales, y hasta esperados, en determinados períodos de la vida, como en algunas fases de la niñez y la adolescencia. Son resultado de cambios hormonales y del aumento del estrés que caracteriza algunas etapas. La alteración se vuelve patológica cuando los síntomas llegan a ser tan frecuentes y duraderos, que ocupan una gran parte del tiempo de la persona y afectan significativamente su calidad de vida.

El TOC produce mucho sufrimiento y tiene muchas consecuencias en las actividades y el desarrollo del que lo padece. De ahí la importancia de detectarlo oportunamente. La detección permite que la persona sepa que no está sola en esta constante batalla contra sus pensamientos, que lo que tiene no es un castigo sino una enfermedad con sus causas, sus mecanismos y su tratamiento. Esto abre el camino de la recuperación.

elsalvador.com :.: Pensamientos intrusos

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