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2010/05/06

EDH-Editorial-Hay un lado negativo de la gran pensada

 La mayoría de familias en nuestro país tiene problemas con sus ingresos, no está en posición de pagar cuotas del Seguro para sus empleados de hogar

Editorial. 6 de Mayo. Tomado de El Diario de Hoy.

Alguien dentro del aparato estatal ha tenido la ocurrencia de encarecer el sostenimiento de los negocios y además encarecer el empleo como una manera de salir de la crisis económica, lo que va en dirección contraria al propósito trazado con la fábrica de empleos anunciada por el presidente Funes cuando fue candidato. La última medida es incorporar el empleo de hogar o servicios domésticos, al Seguro Social.

La idea viene dando tumbos desde la época del ex presidente Rivera a principios de los Sesenta, pero hasta él, que era muy firme en sus terquedades, se dio cuenta de que los perjuicios que se causarían eran mayores que los beneficios. La razón es clara: si la mayoría de familias en nuestro país tiene problemas con sus ingresos, no está en posición de pagar cuotas del Seguro para sus empleados de hogar.

Los autores de la propuesta hacen números alegres sin pensar en los problemas que se causarían, el principal de los cuales es que al encarecer la contratación de empleados, muchos de ellos perderán su trabajo. Y lo pierden no porque en esos hogares no haya voluntad de cuidar a quienes por lo general son considerados como miembros del grupo familiar, sino porque los números no cuadran.

Las personas que trabajan en los hogares no tienen prestaciones formales, pero en compensación reciben comida y techo, lo que en estos tiempos es una parte muy importante del costo de vida. En adición, el trabajo de hogar es la puerta de entrada al trabajo formal, lo que permite a mujeres jóvenes, e inclusive adolescentes del interior del país, salir de caseríos, haciendas y cantones y pasar a ciudades importantes sin correr riesgo.

Pierden su empleo y van a la vil calle

Para las familias campesinas, enviar a una hija o hijo a la gran ciudad es como para las familias de nuestras grandes ciudades mandar a sus hijos al exterior. Es allí donde aprenden nuevas cosas, adquieren mejores hábitos y se preparan para la vida. Es un trabajo de naturaleza transitoria, un primer peldaño. Como con los aprendices, los que plantean el desaguisado no pueden diferenciar entre la etapa de formación de un joven y lo que es el trabajo regular.

Al elevar de golpe el costo de mantener un empleo de hogar, se presentarán varios escenarios:

El primero, generará conflictos donde antes no los hubo. Si la familia no puede pagar, más de un empleado sentirá que le están negando un derecho;

el segundo, que muchas familias llegarán a un acuerdo con sus trabajadoras, para que digan que están de visita o son sobrinas de paso;

lo tercero, donde hay dos se quedarán con una;

lo cuarto, que en lugar de tener a alguien de manera permanente en casa, muchas familias contratarán por horas a la semana, lo que deja al empleado sin comida y sin techo;

lo quinto, que al perder su trabajo, y eso sucede siempre que se imponen nuevos salarios o condiciones, muchos perderán su empleo y tendrán que ir a la vil calle, como ha sucedido con los jóvenes que no pueden ejercer de aprendices por las regulaciones laborales y que se vuelven presa de las pandillas.

No se requiere de mucha imaginación para anticipar la clase de futuro que espera a una mujer joven a la que, por disposición burocrática, la dejan sin sustento y sin hogar.

elsalvador.com :.: Hay un lado negativo de la gran pensada

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