Escrito por Caralvá. 06 de Mayo. Tomado de Contra Punto.
Si no existen Golpes de Estado en los siguientes 100 años, podremos observar la transformación de la constitución de la república en un instrumento poderoso que cohesionará nuestra sociedad.
Funcionará con la precisión de un reloj suizo normando las diferencias ciudadanas, con tal fortaleza que derribará cualquier intento de ruptura constitucional por inviable.
Hace unos años un autor se preguntaba: ¿por qué en Estados Unidos no hay Golpes de Estado? Al igual que en otra decenas de naciones europeas muy conocidas, donde las rupturas constitucionales parecen acciones de un remoto pasado, del cual nadie se recuerda. En términos generales no hay golpes de estado porque las instituciones funcionan, los poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial son robustos e independientes de los grupos de presión.
Sin alucinar con las lejanas naciones europeas, la vecina Costa Rica parece brillar en su democracia sin amenazas visibles en el horizonte y no parece tener problemas a corto plazo con sus esquemas institucionales.
Nosotros como nación que sufrió golpes de estado y fraudes electorales por períodos cíclicos, necesitamos fortalecer esta naciente realidad para avanzar a estadios superiores de paz social, para esta opción necesitamos reformas, no solo de representación ciudadana, sino también reformas municipales que sumen sus valiosos aportes junto las comunidades que sufren la intemperie del subdesarrollo.
Necesitamos reformas en todos los niveles, también debe sumarse el proceso de Modernización del Estado, condición esencial para el objetivo de una nación aspirante a la democracia, no se puede avanzar con leyes del siglo pasado, modernizar al estado no es privatizar, es reconocer el límite entre lo posible y lo caduco.
Por estas razones, cuando algunas personas piden un cambio hacia las estrellas, deberían conocer primero que en estas tierras hace algunos años pensar en un gobierno de izquierda era lo mismo que un viaje astral con ciertas dosis de enervantes. No obstante ahora la realidad supera esas ilusiones, un gobierno diferente en los 20 años anteriores es instaurado por la voluntad popular, este momento debe significar cada día un triunfo de la democracia, no una derrota ideológica, porque con la democracia ganamos todos.
En un gobierno democrático es legítimo un parlamento fuerte, deliberante con iniciativas. En un gobierno democrático el presidente es el rector de los consensos nacionales. Crear consenso también es labor de los partidos políticos, sumar esfuerzos con el primer ciudadano es condición de primer orden para la gobernabilidad. En un gobierno democrático funcionan las instituciones, con leyes para todos y no retroceden ante amenazas ni extorsiones, las leyes se cumplen.
De esa manera, construir la democracia en los siguientes 100 años es participar en las grandes iniciativas que nos unen como nación. Somos una sociedad en medio de la peor crisis económica de los últimos 50 años, tratemos de salir adelante construyendo alianzas sociales, para responder al desafío de la delincuencia, a los flagelos sociales que corrompen a los jóvenes.
De todos modos, la mejor respuesta al subdesarrollo es la democracia y nosotros durante muchos años hemos tenido más subdesarrollo que democracia, es tiempo de cambiar ese esquema.
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