LPG-Hay que apostarle a crecer de veras

El pacto nacional más importante que necesitamos es el que tendrían que hacer todas las fuerzas políticas para acordar un esquema básico de funcionamiento de la economía, que admita los matices ideológicos pero que evite los bandazos populistas de cualquier tipo.

Escrito por Editorial.16 de Abril. Tomado de La Prensa Grafica.

Nuestro desempeño económico nacional está seriamente afectado por circunstancias externas y por condiciones internas. En realidad, nuestra economía viene padeciendo altibajos desde 1995, cuando las resistencias de los intereses establecidos frustraron la posibilidad de pasar a una segunda fase expansiva del ajuste estructural que permitió ingresar con buen pie en la posguerra. Quince años después, estamos virtualmente estancados, y las predicciones de crecimiento inmediato son cautelosas, y van desde el 0.2 que prevé para este año la calificadora Fitch hasta el 2.3 que augura el BCIE. El Gobierno, en concordancia con el FMI, espera un 1 %.

¿Qué habría que hacer, entonces, para dar un paso adelante verdaderamente significativo en lo que a crecimiento se refiere? En primer lugar, generar una fuerte confianza, en todas las fuerzas empresariales, del tamaño que sean, y en los inversionistas, tanto nacionales como extranjeros. Y esto de generar confianza no debe verse como una función meramente anímica, sino más bien como una serie de estímulos muy concretos, que apunten hacia la estabilidad y la seguridad, ciertamente en lo económico, pero también, y de manera decisiva, en lo político y en lo social.

Las ambigüedades sobre las verdaderas intenciones partidarias, que se refieren de modo especial a la izquierda, y específicamente al FMLN, obstaculizan la reactivación. El pacto nacional más importante que necesitamos es el que tendrían que hacer todas las fuerzas políticas para acordar un esquema básico de funcionamiento de la economía, que admita los matices ideológicos pero que evite los bandazos populistas de cualquier tipo.

Crecimiento con sostenibilidad

Es evidente que para entrar con pie seguro en la ruta del desarrollo sostenible en el tiempo hay que tener tasas de crecimiento superiores a las previsibles para el inmediato futuro. El Gobierno está haciendo las últimas consultas antes de lanzar en todos sus detalles el Plan Quinquenal, y el compromiso de crecimiento será de seguro bastante conservador, dadas las condiciones políticas y socioeconómicas en las que nos movemos; pero una cosa es la apuesta gubernamental y otra la apuesta de nación, que es la que debería hacer el país en su conjunto. Ésta es la que en verdad más estamos necesitando.

No hay que olvidar que los países que, en la contemporaneidad, han logrado dar auténticos saltos de calidad en la ruta del desarrollo son aquéllos que pusieron como base un acuerdo nacional de efectivo trabajo en común, para catapultar todas sus energías en el rumbo previsto. El desarrollo nunca viene por golpe de suerte o por impulso casual. En zonas como la nuestra aún quedan muchos que creen en “fórmulas ideológicas mágicas”, con los grandes despistes que tales creencias acarrean.

Lo que realmente importa y prospera es el trabajo realista, con clara visión y voluntad de futuro. Desafortunadamente, los tomadores de decisiones parecen resistirse a entrar en esa lógica, porque la tentación de tener ganancias inmediatas de imagen sigue pesando más. Y esta ha sido una de las retrancas más graves, sobre todo en tiempos recientes, para lograr la consolidación de una política de desarrollo que avance por la línea segura.

Hay que apostarle a crecer de veras